Despertamos en la década de los años 40 en la Ciudad de México, en la esquina de la famosa calle llamada Bucareli. El título de un periódico resalta entre todas las demás revistas y libros; de forma aguda y alarmante se reporta la búsqueda urgente de una niña desaparecida en la famosa colonia Juárez. "Gloria Felipe, la mamá de la niña, miró la primera plana del periodico recién impreso como si mirara un barco entrando de noche al mar abierto. También un mar dentro de ella."
A finales del siglo XIX, el empresario francés Ernesto Pugibet, junto con su esposa Guadalupe Portilla, fundaron la fábrica de cigarrera conocida hasta el día de hoy como Buen Tono. Con el paso del tiempo, la empresa creció de forma tan exponencial que le ofrecieron a cada uno de sus trabajadores una vivienda cerca de su trabajo.
Fue así como a principios del año 1912 Pugibet construyó la primera unidad habitacional llamada edificio La Mascota. Esta famosa unidad habitacional acompañaba a las primeras grandes unidades habitacionales de la ciudad como el Rosario, Unidad Independencia y el CUPA.
La autora, Brenda Lozano, nos traslada a un tiempo donde la ciudad es testigo de una gran transformación cultural, política y económica. Cada uno de sus personajes está situado en la mitad del siglo XX, cuando Miguel Alemán impulsó las artes y el cielo era más azul, en ese entonces nostálgico Distrito Federal.
Sin embargo, se había desatado una ola de robos y secuestros de menores de edad, según los informes había "dos millones de habitantes en la ciudad y 4,000 policías con un sueldo bastante precarizado". Parece ser que esa ciudad de los años 40 tiene muchas más similitudes que diferencias en nuestro presente.
Soñar como sueñan los árboles sigue los miedos, deseos, vida y anhelos de dos mujeres que parecen pertenecer a clases sociales diferentes y tener una vida abismalmente distinta, pero ambas son condicionadas ante los mandatos sociales que se dan por sentado en la cultura mexicana.
¿Qué significa ser mujer? ¿Cómo se tiene que construir y ver una familia? Nuria llevaba cinco meses de embarazo cuando su pareja la golpeó hasta perder un hijo, a la par, Gloria empuja el metal pesado de la puerta principal del edificio La Mascota, mientras ve un avión pintado en el piso con dos piedras en diferentes números; mira agitada a todas las direcciones y se percata que su hija ya no está.
¿Hasta dónde puede llegar la desesperación de una madre por encontrar a su hija? Entre falsas noticias, llamadas fallidas y ante la presión social de tener que ser madre, el dolor, la duda, la maternidad y lo que se entiende por amor parecen ser conceptos que atan y definen a éstos personajes.
El género se entiende como un binarismo, la autora parece remarcar cada metáfora y analogía en torno al agua, la lluvia y el mar como si fuesen elementos que nos conectan generacionalmente entre mujeres, ¿Nuestros cuerpos son testigos de cada lustre histórico? Parece ser que en ese inmenso mar estamos conectadas cada una de nosotras.