El último carnaval o lecturas sobre la ciudad

Daniel Lávida

27 October 2023

Para mí una de las mayores maravillas de la lectura se encuentra en la posibilidad de conocer o imaginar ciudades o lugares fuera de nuestro alcance territorial, nuestro planeta, nuestra era (o nuestro presupuesto). Pero, con el paso de los años (y de los libros), he ido comprobando que me fascinan de una forma especial las lecturas en las que la escenografía es la Ciudad de México. No sé si tenga que ver la cercanía con la que puedo transportarme a los diversos escenarios que plantean los libros, volverme cómplice de cada uno de los personajes o el pensar que ciertos autores estuvieron ahí y vieron la evolución de este sitio al que me gusta llamar como ciudad-caos. A mí mente vienen obras como La tumba (Debolsillo, 2022) de José Agustín; Los detectives salvajes (Alfaguara, 2016), Amuleto (Debolsillo, 2017) o El espíritu de la ciencia ficción (Alfaguara, 2016) de Roberto Bolaño; o Mi vida no tan secreta (Random House, 2022) de J. M. Servín.

Y es con ellos con quienes me he acompañado en algunas calles, algunas colonias, estaciones de Metro, restoranes, librerías e incluso, por alguno, en tiendas departamentales. Pero, también me di cuenta de que en estas lecturas no me había encontrado con alguna que hablara de la colonia Del Valle. Esa zona cercana a la Ciudad de los Deportes, donde en sus años mozos el Atlante tenía su estadio y su afición 100% capitalina.

Así, como arte de magia, esa magia que sólo pueden tener los libros llegó a mis manos (mejor dicho, a mi biblioteca electrónica), El último carnaval (Alfaguara, 2023) de Hernán Lara Zavala, para contarme sobre esta colonia, sobre los años 60, el rocanrol, el amor, las jugarretas de la vida y las primeras veces.

En esta novela conocemos a Adrián, un hombre cansado, nostálgico, que a través del recuerdo de su más grande amor nos lleva a conocer sus años de adolescencia, esa época en la que el mundo parece estar en nuestras manos y muchos cometemos el error de querer comerlo de un solo bocado.

Conocemos así a sus amigos de la infancia y sus travesuras de esos años, además, nos adentra a la cultura de diversos cantantes de la época en la que el rock que llegaba a la ciudad era principalmente de Estados Unidos. A la par nos cuenta sobre el último carnaval que vivió la colonia Del Valle, mostrándonos con esto cómo se dividían las pandillas en aquel entonces. Haciendo una radiografía al grupo al que pertenecía su hermano mayor, conocida como Los Calacos. Presentándonos así a Jorge, un tipo peleonero, poco estudioso y bastante guapo, según definían sus conocidas; quien había marcado una gran parte de la vida de Adrián como un ejemplo a seguir hasta que diversas circunstancias los terminan distanciando.

Hernán Lara Zavala

Poco a poco Adrián va abriéndose con el lector, en lo que parecería una gran carta dirigida a Magdalena, ese amor que aun con el paso de los años se negó a morir y que fue el impulso, de manera indirecta, para la toma de varias decisiones de nuestro protagonista. De esta forma, nos habla sobre sus años de primaria y secundaria con una educación marista; sobre su primera vez con una mujer y sus dudas sobre el sexo. Nos narra su paso por la preparatoria y cómo poco a poco comenzó a cambiar de gustos, aficiones, amistades, ideología religiosa, hasta llegar a preguntarse si él podría ser escritor.

Es en la universidad cuando le toca vivir el movimiento estudiantil de 1968, con lo que en un capítulo recrea lo sucedido, contando desde su perspectiva los pormenores que vivió su escuela y cómo poco a poco se fueron integrando las diversas facultades de la universidad al movimiento. Contando incluso cómo otras instituciones que eran consideradas “acérrimos rivales” como el IPN o incluso escuelas de paga como la Universidad Iberoamericana, se sumaron a las protestas. Narrando a detalle lo ocurrido el 2 de octubre en la plaza de las tres culturas. Contando la forma en la que lograron protegerse, sobre los caídos y cómo este momento fue un parteaguas para la decisión final de ingresar a la facultad de Filosofía y Letras a la par que estudiaba ingeniería.

Sin duda, una obra que nos lleva a conocer la Ciudad de México en la que la juventud cambio la visión del futuro. Los años en los que las voces se levantaron, en los que comenzó la revolución sexual e ideológica alrededor del mundo. Una obra en la que las primeras veces pueden ser las últimas. El primer carnaval en el que participaba Adrián que se convirtió en el último que se realizaba en la colonia Del Valle; la primera vez en la que se convenció de estar enamorado de Magdalena, que se convirtió en la última vez que pudo amar a alguien más. La primera vez en la que decidió participar en un movimiento social, que se convirtió en la última vez para muchos de su generación. Sólo para darnos cuenta de las diversas máscaras con las que solemos recibir distintas etapas de nuestra vida, los distintos pasos y ritmos que tenemos para bailar la melodía del día a día y cómo en cada baile nos vamos desprendiendo de los nosotros del ayer, para acercarnos sin prisa, a los nosotros del mañana…