Hallar el camino en el soundtrack de tu vida

Citlalmina Guadarrama

08 August 2022

Dicen que echando a perder se aprende y en realidad es una frase que queda como anillo al dedo cuando se trata de encontrar el “sentido de la vida”. Son los errores que vamos cometiendo los que nos van construyendo como personas. Lupe sabe que quiere escribir porque ya intentó ser hispanista, activista, rapera y astronauta; pero La reinita pop no ha muerto (Literatura Random House, 2022) no trata sobre los errores de la vida, más bien es una historia de amor que cambia la visión del mundo de un personaje que bien podría ser cualquiera de nosotros.

Con un lenguaje casi calcado de cualquier boca de Monterrey y con el que los chilangos sentimos que nos gritan, esta novela nos inserta en un momento generacional antes del internet. Pero son también las canciones que llegaban a los oídos de cualquier persona en los 90 las que Criseida Santos Guevara utiliza para darle voz a su protagonista. Canciones que casi se sienten como un rasgo de personalidad en cada aparición, pues muchas veces son estos fragmentos en los que escuchamos a Los Cadetes de Linares, a Juan Gabriel o a Eminem; los retratos más fieles de la mente de Lupe, y de su corazón roto.

Además de “banda sonora” (apartado que también incluye el libro con todas las pistas a las que se hace referencia), toda esta música funge como reflejo de esa búsqueda de rumbo en la que la protagonista se encuentra sin brújula. Porque más que buscar su identidad, Lupe busca su lugar en el mundo, se enfrenta a dificultades no desgarradoras, pero sí decisivas -y deprimentes- que van moldeando su decisión de escribir, pues, como muchas obras literarias, en esta asistimos la historia de su propia escritura.

Desde las primeras líneas nos cuenta de todos aquellos que le dijeron que no tocara temas como sus fracasos amorosos, su ciudad natal y sus planes frustrados; y cómo hace caso omiso de todas esas recomendaciones. Porque antes de darnos cuenta, ya nos enganchó con la historia de Inés, como si entráramos en una de esas relaciones en las que el enamoramiento pareciera aturdirnos de golpe y nos hace perder toda autonomía. Ese tipo de relaciones que tienen un talento especial para tirar al caño la vida de las personas.

Con La reinita pop no ha muerto, Santos Guevara le responde al verso de Dharius del que se extrae el título de la novela, a esos amores que nos machacan la voluntad y al destino al mismo tiempo. Y en esa respuesta hace sangrar a toda una generación, a Monterrey, a la comunidad LGBTQ+ y hasta a la cultura consumista del placer inmediato. Termina incluso haciendo justicia a esa línea en la que dice que la literatura nos debía “una buena personaja lesbiana”, una cuya personalidad o tema de narración no sea su orientación sexual, sino alguien con una historia tan llegadora como la música grupera, porque somos muchos los que estamos hechos de fracasos laborales, de referencias a la cultura pop y de amores no correspondidos.