¿Somos extensión de las culpas de nuestros padres?

Daniel Lávida

24 July 2024

Cuando somos niños, nuestras familias suelen comparar nuestros rasgos, nuestras actitudes y gestos con nuestros antepasados. Desde que nacemos solemos escuchar frases como: “habla igual que su papá”, “haces los mismos gestos que tu mamá”, “tiene los ojos de su abuelo”, o
cosas similares que muchos pueden llevar toda su vida con orgullo. Otros, a veces justificados, lo llevan con cierto rencor o desagrado.

Pero, son estos rasgos parte de nuestra identidad, sumado a la historia familiar, que puede ser motivo de ciertas creencias, costumbres e interpretaciones en distintos momentos de la vida. Más, si nuestros antepasados son de regiones o países distintos al nuestro. Por ejemplo, las familias que huyeron de sus países natales durante las Grandes Guerras, llevándolos a países como México, Argentina o Uruguay. O los rusos que huyeron de su tierra natal para terminar siendo abrazados por el gran rival: Estados Unidos, durante la Guerra Fría. Los descendientes de dichas personas crecieron en un país distinto al de sus progenitores, pero, en muchos casos, con las costumbres, visión, lengua y educación del país natal de estos.

Incluso, en una tercera o cuarta generación, algunos conservan costumbres, lengua o educación. Mientras, otros desde la segunda generación hicieron todo lo posible por borrar esas huellas de un pasado al que no quisieron volver o a una tierra que no añoran porque nunca fue suya, a tal grado que los más costumbristas los pueden ver como ajenos a su comunidad o a “los suyos”.

A lo largo de la historia son muchas las familias que han tenido origen en un país y su descendencia están en otro. Algunos episodios han sido borrados por la huella del tiempo, pero otros han sido conservados por el momento histórico en el que ocurrieron, a tal punto que modificaron cosas en el sitio al que llegaron, como ejemplo, podría ser la historia de la calle López en el Centro Histórico de la Ciudad de México, conocida como La vía del exilio español, sitio en el que familias desplazadas durante La Guerra Civil Española encontraron asilo y una “nueva patria”.

Muchos de estos hechos han servido de inspiración para diversas artes, entre ellas la literatura, permitiendo a los autores escribir obras como Primavera con una esquina rota (Alfaguara, 2005) de Mario Benedetti o El espíritu de la ciencia-ficción (Alfaguara, 2016) de Roberto Bolaño, donde los personajes principales han dejado sus patrias atrás para iniciar una nueva vida. Entre los muchos títulos que han abordado el exilio se encuentra el XXVII Premio
Alfaguara de Novela: Los alemanes (Alfaguara, 2024) del escritor español Sergio del Molino. En esta novela conocemos a Fede y Eva Schuster, quienes tienen que aprender a vivir con el peso de su apellido alemán, y a forjar sus caminos en la nueva patria, aun cuando estos se vean atacados.
La historia comienza con la llegada el 2 de mayo de 1916, durante la Primera Guerra Mundial, de más de 600 alemanes al puerto de Cádiz, España, provenientes de Camerún, que en ese momento era una colonia alemana, pero durante la Guerra fue conquistada por los aliados. Lo que llevó a los germanos a pedir asilo a España, un país neutral, en el que muchos se quedaron hasta el final de sus días, en diversas regiones como Zaragoza. Lo que los llevó a ser conocidos como Los alemanes del Camerún.

Entre ellos se encontraba Hans Schuster o también conocido como el Schuster original, quien hizo vida en España, abriendo un negocio de salchichas estilo alemán que llevó a la familia a tener una comodidad y soltura económica por generaciones, hasta caer en ruinas al ser administrada por Juan Schuster, el padre de Eva y Fede.

Estos hermanos se encuentran en el panteón alemán de Zaragoza debido a que su hermano mayor Gabi, músico, ha fallecido. Gabi fue un punto clave para la vida de la familia Schuster Higueras, ya que él llevó siempre la contra con su padre. Desde su juventud fue la oveja negra de la familia, quien se expresaba a través de la música y de artistas como Schubert. Era homosexual, leía a artistas que estaban en contra del régimen de Hitler y todo lo relacionado con la ideología de las esvásticas.

Fede es catedrático de la universidad de Ratisbona, donde se ha especializado en literatura judío-alemana antes, durante y después de la Segunda Guerra Mundial, es el único después de tres generaciones de Schuster ha regresado a Alemania.

Eva es abogada y actualmente forma parte de un partido político en el cual vislumbra un futuro prometedor en Zaragoza, con aspiraciones incluso mayores a esta región española. Tiene una relación laboral/sentimental con Asteri, quien es su asesor y pareja.

Los tres hermanos conocen sobre su pasado, saben sobre el bisabuelo que llegó desde el Camerún y que además pudo haber sido esclavista, saben sobre la forma en la que el abuelo ayudó a distintas familias alemanas a huir de Europa durante la Segunda Guerra Mundial, a través de lo conocido históricamente como ratlines o ruta de ratas.

Conocen la visión que su padre tenía sobre los nazis y ese orgullo enfermizo ante otras poblaciones de Europa, sintiéndose superior al resto. Aun con este pasado han encontrado su sitio en el mundo, se han convertido en profesionistas y han dejado de lado las ideologías y añoranzas de sus antepasados.

Pero, como suele ser la vida que siempre se ríe de nosotros en los momentos más serios, cuando Eva y Fede han perdido a su hermano y han decidido continuar con sus rutinas y forma de vida “tranquila”, aparecen un par de judíos israelíes Ziv y Gal (quienes se dedicana comprar equipos de fútbol en decadencia para hacerlos tener tiempos de gloria y realizar proyectos inmobiliarios y empresariales alrededor de los lugares en los que estos tienen sus estadios) para revolver el pasado familiar y mostrar una cara de uno de sus antepasados desconocida por ellos hasta el momento; siendo tal la influencia de este que se le conocerá como una pieza clave entre el nazismo y el neonazismo.

Todos estos movimientos forman parte de una búsqueda de apoyo por parte de Eva en una decisión política que beneficiará a los israelíes; además, en el caso de Ziv en búsqueda de una redención de cuentas con su padre.

Mostrando cómo el poder económico genera tensiones políticas y académicas para ambos hermanos, llevándolos así a buscar entre toda la historia de la familia Schuster aquello por lo que en el presente podrían ser juzgados. Desdoblando entre las páginas lo más profundo del ser humano: sus miedos, sus manías, sus pensamientos, sus sentimientos de familia y su visión de patria. Orillándonos a preguntarnos, ¿somos nosotros los culpables de las decisiones de nuestros padres?, ¿debemos los hijos o nietos pagar el precio de la historia de nuestro apellido?, ¿es justo perderlo todo por algo que no hicimos y que, incluso, tratamos de redimir? Sin duda, una obra que nos lleva a conocer uno de los sucesos menos conocidos en la historia de España y en la historia de la Primera Guerra Mundial.

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