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Bajo el cielo afgano
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Cometas en el cielo, de Khaled Hosseini, es una novela que habla de la relación entre un niño rico y su sirviente, Amir y Hassan. Para el primero, Hassan es su compañero de juegos, no un amigo; mientras que para el segundo, Amir es objeto de fidelidad y devoción.

La novela transcurre en tres tiempos: la infancia de los protagonistas que viven en el barrio Wazir Akbar Kan, de Kabul; un periodo en el que Amir y su padre se ven obligados a migrar y habituarse a la vida en la costaoeste de Estados Unidos y el tiempo presente (el libro se publicó en 2003).

Hassan cotidianamente prepara el desayuno y la ropa de Amir. El sirviente tiene labio leporino, él no va a la escuela, ni sabe leer; pertenece al grupo étnico hazara, tradicionalmente marginado en Afganistán.

Los niños juegan juntos y de vez en cuando hacen travesuras. Pero, a pesar de ser el niño rico, Amir siente una punzada de celos hacia Hassan porque su padre –un hombre de negocios que ha beneficiado a muchos compatriotas suyos- muestra cierta deferencia hacia el niño hazara; definitivamente no lo trata como a un sirviente. Y a Amir parece que lo quiere por compromiso.

El momento de volar cometas

El concurso invernal de cometas era una antigua tradición en Afganistán. Para muchos de Kabul, la época representaba un receso escolar, porque la gran mayoría de las escuelas cerraban debido a la época de frío. En ese concurso, Hassan era el ayudante de Amir.

Durante el otoño, los niños de Kabul ahorraban para comprar el material para construir sus propias cometas: bambú, cola, hilo y papel. Luego venía la fabricación, había que pulir el bambú y cortar el papel. Aunque, sin duda, preparar el hilo era la parte más difícil: había que sumergirlo en vidrio y cola mezclados, después era necesario colgarlo entre los árboles para que se secara y finalmente, lo enrollaban en un carrete de madera.

Cuando llegaba el día del concurso, los niños salían muy temprano a volar cometas y a intentar cortar el hilo de las de sus contrincantes. En algún momento, el cielo estaba tapizado de cometas, que poco a poco iban cayendo. Al final, ganaba el dueño de la última cometa que estuviera surcando el cielo afgano.

Pero, la parte más divertida era perseguir a aquellas cometas cuyo hilo había sido cortado e iban volando a la deriva hasta que caían en algún jardín o azotea. El premio más valioso era la última cometa que caía, antes de que la del ganador permaneciera volando en el cielo. Aquel era el mayor trofeo del concurso.

Para esa cacería, Hassan era un experto. Parecía que tuviera una brújula sintonizada con un GPS (que, naturalmente no existía en esa época), pues él siempre estaba en el sitio preciso donde aterrizaba la última cometa caída.

En el invierno de 1975 Hassan voló una cometa por última vez junto a Amir. Esa vez también corrió detrás del trofeo del concurso y lo obtuvo para su amigo. Aunque pagó con sangre aquello.

Para Amir, haber ganado aquella vez el concurso lo acercó momentáneamente a su padre, pero al final de la jornada fue testigo silencioso de un acto injusto, violento, contra Hassan.

Paralizado por la agresión que comete uno de sus compañeros de escuela contra su sirviente provocó que Amir se sintiera cobarde por no haber intentado hacer algo para salvar a su compañero. Aquello marcó su vida y separó su camino del de Hassan.

El tiempo pasa. La culpa se queda

Aquel niño rico de la historia vive con esa culpa. Se volvió migrante, creció, estudió en una universidad norteamericana, su padre murió, él se casó con una hija de afganos.

Y de pronto, muchos años después de haber salido de Kabul, recibe una llamada telefónica transoceánica de un amigo de su padre. Él le hace una petición y la última frase de la llamada le permite vislumbrar la posibilidad de hallar “una forma de volver a ser bueno”.

Esa frase representa la esperanza de expiar su culpa. Aunque para ello tenga que regresar a su país, Afganistán, que ha pasado por décadas de guerra. Al hacerlo encuentra un territorio devastado, que no se parece nada al que tenía en sus recuerdos. Camina afuera de la que fue su casa en la infancia, no quedan rastros del jardín, la tierra está seca y la construcción no se ve tan grande como él recordaba.

Lo peor es enfrentar al personaje que cometió aquel acto que Amir no condenó en voz alta. Aquel tiranuelo de su infancia se ha vuelto un sádico que no mide el daño que provoca. Vencerlo aún poniendo en riesgo su vida es algo que Amir hace para saldar parte de sus deudas con el pasado.

Ahora que la atención mundial está puesta de nuevo en el conflicto afgano, Cometas en el cielo da pinceladas que retratan fragmentos del drama que afecta a los habitantes de ese país árabe: habla de la década de los 70, antes de la guerra, del desastre que esta ha representado y de la nostalgia que viven los que salieron de su país escapando de esa pesadilla. Buen momento para leerlo.

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