Fascinado por el séptimo arte, se vinculó en Buenos Aires a las vanguardias artísticas; marchó a Italia a estudiar cine y luego a Nueva York, donde amplió su conocimiento de sus estrellas preferidas, Greta Garbo, Marlene Dietrich y Rita Hayworth. La influencia del cine sobre su narrativa no es sólo de orden técnico sino también social y ambiguamente temático, configurando su mensaje, al igual que el serial radiofónico, sirve al autor como marco y modelo que encuadran sentimentalmente la cursilería de la pequeña clase media. Dos rasgos merecen añadirse: el original enfoque del autor, que es implacablemente objetivo y de un humor ambiguo, y su predilección por personajes femeninos. La propia actriz consintió en que utilizase su nombre en la novela La traición de Rita Hayworth (1968), que relata la iniciación amorosa de un adolescente a través de escenas de comedia rosa de Hollywood. Se trata de una evocación de su infancia pueblerina que resultó finalista en España del premio Biblioteca Breve.
En una entrevista que le hacen del Paris Review, dice:
La escritura ha echado a perder el placer de la lectura para mí, porque ya no puedo leer de una manera inocente. Si eres un lector inocente, aceptas las fantasías de otros, aceptas su estilo. En estos momentos, un problema de estilo de un escritor, recae en un problema mío. Si leo ficción, estoy trabajando, no disfrutando. Por eso ahora solo leo biografías: los hechos son reales y no hay pretensión de estilo.
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