La vegetariana: una manera de evadir la crueldad del mundo.

Aldo Fabián López Cruz

14 January 2025

La autora coreana Hang Kang es la ganadora del más reciente premio nobel de literatura. Uno de sus libros más sobresalientes es La vegetariana. En él, se retrata la vida de una joven ama de casa, que en apariencia es la esposa ideal, y no hay ningún conflicto en especial con ella. Al menos así es como la ven su esposo, la hermana de ésta y su familia.

Aunque el personaje de Yeonghye es el protagonista del libro, su vida, sus acciones y silencios son vistos desde la perspectiva de la gente que la rodea. Es así como la historia a su alrededor y la trama van avanzando.

Es una lectura fuerte, el lector se va dando una idea de lo que sufre el personaje principal física y emocionalmente.

Un hombre que no pedía demasiado

El primero y único que relata sus sensaciones al lado de la protagonista es su esposo. Un hombre joven, ambicioso en el plano laboral, pero descuidado, irresponsable y machista en el lado personal. Él siente que la esposa que tiene le corresponde por conformidad, por naturaleza, y no hace nada para hacerla sentir amada, al grado de tratarla prácticamente como un objeto:

Antes de que mi mujer se hiciera vegetariana, nunca pensé que fuera una persona especial.

Al rato se puso mi cuñada, que se parecía a mi mujer, pero era más bonita porque tenía los ojos más grandes y, sobre todo, una apariencia más femenina.

Los monjes budistas que hacían vida retirada también eran vegetarianos, pero lo eran por una buena causa: evitar hacer daño a los seres vivos. ¿A qué venía esa extravagancia de mi mujer? Ni que fuera una adolescente caprichosa.

Vivíamos como si fuéramos desconocidos o, mejor dicho, como si ella fuera mi hermana o la empleada doméstica que hacía la comida y limpiaba la casa.

Este personaje, a pesar de sus justificaciones al hablar de ella, hace que sea difícil empatizar con él y sus extrañas satisfacciones e insatisfacciones respecto a la personalidad de su esposa. Sobre todo cuando llega al punto de ejercer violencia física contra ella.

Cuando volvía tarde a casa de alguna reunión, me abalanzaba sobre mi mujer impulsado por el alcohol. Incluso sentía una inesperada excitación cuando le bajaba los pantalones sujetándole los brazos, mientras ella forcejeaba.

Aprobaba la autosuficiencia de mi mujer, que podía matar las cucarachas con las manos como si nada. ¿Acaso no la había seleccionado con cuidado por ser la mujer más corriente del mundo?

Un hombre que se sentía menos que los demás

El siguiente personaje es narrado en tercera persona, es alguien que en un principio tiene poca relación con la protagonista, pero que conforme se avanza en la lectura, va estableciendo un vínculo. Se trata de su cuñado. Él es un hombre con un gran talento para el arte, pero que es descrito como alguien inseguro, deprimido con la vida y que siente que las personas a su alrededor han evolucionado y obtenido más logros que él.

Tiene una extraña fascinación y atracción por ella. Desea que sea su modelo, siente que sólo con ella podrá plasmar esa obra que tanto le sobresalta y ronda por la mente.

Sin mucho esfuerzo, aceptó que era él el hombre de mediana edad que ocultaba los cabellos, cada vez menos abundantes, bajo la gorra de béisbol, y la barriga, cada vez más abultada debajo de la cazadora.

Los muslos tensos, las nalgas contraídas… Si no fuera porque eran torsos escuálidos, como de bailarines, se los podría haber confundido con simples dibujos pornográficos. Los cuerpos —los dibujos no tenían rostro— se veían tan firmes y serenos que contrarrestaban lo provocativas que eran sus posiciones.

¿Era un ser humano normal? ¿Era un ser moral? ¿Era lo suficientemente fuerte como para tener pleno control de sí mismo?

Preocupado por que se le viera la coronilla rala, se caló la gorra de béisbol. Sintió que algo semejante a un grito que llevaba reprimido desde hacía tiempo estaba a punto de explotarle en forma de tos. Metió en la bolsa sus cosas y salió del taller a toda prisa.

Comparada con su mujer quizá fuera menos bonita, pero se podía sentir en ella la fuerza de un árbol silvestre y sin podar.

 Percibió que existía un abismo entre sus apasionados trabajos y su vida cotidiana, en la que se veía como un pez encerrado en una pecera, hasta tal punto que no parecía ser la misma persona en uno y otro ámbito.

Una mujer que siempre dió lo mejor de sí misma

Finalmente, la experiencia que cierra la historia, también narrada en tercera persona, es la de la hermana de Yeonghye. Es un personaje al que ya se nos ha presentado con anterioridad. Descrita por su esposo, es una mujer atractiva, con seguridad y cualidades que no posee la protagonista.

Se nota que, a pesar de guardar un parecido físico con su hermana, posee otros atributos. Es representada como alguien paciente, equilibrada y empática. Hay momentos en la novela en que su familia la ve como una hija y esposa ejemplar. Precisamente por ello tiene conflictos en su interior.

Con la mirada serena de quien ha estado mucho tiempo a solas, mira la lluvia que azota el cristal.

Era a sí misma, que se había marchado de su casa a los diecinueve años y se había abierto camino en la capital sin ayuda de nadie, lo que había visto reflejado en la silueta cansada de su marido.

El tiempo, que es un torrente ecuánime hasta la crueldad, se llevó en sus aguas su vida firmemente asentada en torno a la paciencia.

 Era incomprensible que la asaltase semejante pensamiento. Sin embargo, ante esas construcciones decrépitas y esos hierbajos, ella no era más que una niña que nunca había vivido.

A ella le toca protagonizar la que tal vez es la parte más dura de la trama, pero a la vez la que más sentimientos transmite al lector, ya que nos hace testigos de la transformación y tal vez la felicidad que tanto busca Yeonghye.

 La habían encontrado inmóvil y de pie en una pendiente recóndita y apartada del monte, igual que si fuera uno de los árboles bajo la lluvia.

«Me puse cabeza abajo y entonces me empezaron a nacer hojas en el cuerpo y también me salieron raíces de las manos… Las raíces se fueron metiendo bajo la tierra… más y más… Y como estaba a punto de nacerme una flor en el pubis, abrí las piernas… las abrí bien…».

Una mirada al interior de la belleza y el tormento

Aunque no hay un capítulo donde el narrador principal sea Yeonghye, hay pasajes con sus sueños, donde describe todo eso que la atormenta. Nunca queda claro del todo si el personaje tiene algún trastorno mental. Lo único que la autora intenta dejar claro es que es un ser muy especial, que hubo acontecimientos en su pasado que le causaron un trauma, y que la llevaron a tomar esa actitud poco común ante la vida.

Pulverizaba con sus manos las hojas secas caídas de las plantas o dibujaba sombras en el suelo abriendo en abanico los dedos.

Su voz era como una pluma, pues no tenía ningún peso. No musitaba las palabras ni hablaba con voz ausente como una enferma, pero tampoco tenía un tono jovial o alegre. Era la voz desapasionada de alguien que no pertenecía a ningún lugar y se encontraba en los lindes de la vida.

No, ni siquiera se puede decir que sean sueños. Son escenas breves que me asaltan de forma intermitente. Ojos feroces de bestias, formas sangrientas, cráneos abiertos y de nuevo ojos de fieras. Son ojos que parecen nacidos de mis entrañas. Cuando abro los míos temblando, me miro las manos.

Son gritos, alaridos apretujados, que se han atasca­do allí. Es por la carne. He comido demasiada carne. Todas esas vidas se han encallado en ese sitio.

—Yo no lo sabía. Yo creía que los árboles estaban de pie, derechos… Ahora lo sé. ¡Se sostienen boca abajo, con las manos en el suelo!

 ¿Le habrían brotado ramas infatigables de su cuerpo y raíces blancas de sus manos aferradas al suelo negro? ¿Se habrían extendido sus piernas hacia el cielo y sus manos hasta el núcleo de la tierra? ¿Habría aguantado su cintura tensamente estirada la fuerza que la tironeaba de ambos lados? ¿Le habría brotado una flor en el pubis cuando su cuerpo fuera atravesado por la luz que bajaba del cielo y el agua que subía manando de la tierra?

El estilo de la autora

Hay algo casi hipnótico en la prosa de Kang. Un talento para causar interés conforme se va leyendo. Crea una atmosfera fascinante, así sea en las cosas aparentemente más monótonas de la vida, o describiendo la belleza en el ser humano y la naturaleza:

Primero echó a un lado sus cabellos, que le caían hasta los hombros, y comenzó a pintarle flores desde la nuca. Pimpollos semiabiertos de color vino y rojo se derramaron espléndidamente sobre sus hombros y espalda, y delgados tallos descendieron por sus costados. Al llegar a la colina de la nalga derecha, la flor de color vino se abrió magnífica y dejó ver unos gruesos pistilos amarillos.

Un lirio de la mañana de color naranja floreció en la concavidad de su vientre y sobre sus muslos cayeron profusamente hojas grandes y pequeñas de color dorado.

El contacto del pincel era frío, pero producía cosquillas y un hormigueo semejante a la más insistente y eficaz de las caricias.

Hay momentos en la narrativa de Kang que bien podrían encajar en el género fantástico, sentirse como realismo mágico, o llegar a lo erótico.

Cuando la penetró, del sexo de ella comenzó a rezumar un líquido verdoso como de hojas machacadas. El olor a pasto, fragante y a la vez amargo, se fue haciendo tan acre e intenso que se le hacía difícil respirar. Cuando justo antes del orgasmo se apartó de ella, vio que su sexo estaba todo teñido de un color verduzco. El fragante líquido, que no sabía si provenía de ella o de él, había coloreado su vientre e incluso sus muslos con un tinte vegetal verdeazulado.

Ella asomó su pecho dorado y brillante por encima de la barandilla y abrió la entrepierna, donde tenía pintados abigarrados pétalos de color naranja. Parecía querer copular con el sol y con el viento.

También podemos encontrar partes donde las descripciones de los alimentos toman protagonismo. Hay poesía en ellos, y se nota que son parte importante de la cultura asiática.

—Yeonghye, es melocotón. Melocotón en almíbar. A ti te gusta. Incluso lo comías cuando se vendían los melocotones de temporada, como una niña pequeña —dice ella, pinchando uno de los blandos trozos con el tenedor y poniéndolo cerca de la nariz de Yeonghye—. Huélelo, ¿no te apetece comer un poco?

En otro de los envases ha traído sandía cortada en trozos.

Lo que no se ve se intuye

Cómo impresión final, la novela, dentro de su atmósfera sombría, refleja condiciones del ser humano latentes todavía en nuestros tiempos, como la misoginia, el clasismo y la violencia imperantes en nuestra sociedad.

Se entiende por qué la autora es elogiada y premiada. En esta obra se percibe su habilidad para crear atmósferas fascinantes y extrañas a la vez. Para describir personajes con las características más extravagantes y emociones más raras.

Es una novela que aun en su oscuridad emana momentos luminosos, y se perciben en ella mensajes implícitos, nunca directos, acerca de los problemas y conflictos de la sociedad moderna.

—Me alegro. La verdad es que nunca había coincidido antes con un vegetariano. ¿No les parece terrible estar cenando con alguien a quien le parece atroz ver comer carne?

Después de reírse un buen rato, pensaba que la vida era muy extraña. La gente comía, bebía, iba al baño, se bañaba y seguía viviendo después de pasar por cualquier hecho, incluso el más terrible.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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