Mamita de Gustavo Rodríguez o la eterna despedida

Daniel Lávida

20 June 2025

¿Alguna vez te has preguntado cuáles son nuestros primeros recuerdos de nuestros padres?, ¿son esos recuerdos reales o son recuerdos compartidos y heredados por ellos?, ¿son acaso esos momentos en los que nos sentimos inmortales bajo sus cobijos?, ¿son esos momentos en los que la alegría desborda por las arrugas de nuestros ojos y los dientes de leche recién publicados al mundo?

          ¿Cuál es la forma en la que sabemos sobre nuestras raíces en esos árboles genealógicos a los que pertenecemos?, ¿cómo sabemos lo que heredamos de ellas o ellos, de todos nuestros antepasados?, ¿cómo es que algunas manías, fobias o pasiones se cada incrustadas en nuestro ADN a tal punto de salir “igual que la abuela”?

          ¿Cómo se crea nuestra relación con nuestras hermanas o hermanos, con nuestras sobrinas o sobrinos o con todas y todos aquellos seres que rodean nuestra vida? Y, sobre todo, ¿cómo es que aprendemos a afrontar, superar o sobrellevar todos los duelos que nos tocan en la vida?

          Siempre he pensado que lo más difícil para un escritor es escribir sobre sí mismo: contar su historia. Abrirse puertas adentro para mostrarnos lo más íntimo de ellos: su familia, sus amores, su mascota, sus vicios o manías.

Esto, porque los escritores suelen trasladarnos con sus personajes a conocerlos a fondo, pero no saber nada sobre los que los rodean. Son pocos los que se atreven a llevarnos a ver su día a día, sus relaciones, su proceso de creación o su proceso de supervivencia.

Por ahora se me viene un ejemplo a la memoria: Veinte, veintiuno (Random House, 2023) de Laia Jufresa, el diario en el que la autora nos cuenta sobre su familia, sobre el crecimiento de su hija y sobre como afrontar una pandemia en un país que nos tuyo, en el que para ver a tu madre sólo tienes una pantalla y la forma en la que el México patriarcal sigue afectando a miles de mujeres puertas adentro.

Pero, el libro que me ayudo a encontrar una breve respuesta a todas estas incógnitas fue la novela Mamita (Alfaguara, 2024) de Gustavo Rodríguez. En esta el autor nos lleva por la intimidad de las semillas y raíces de su árbol genealógico materno. Con la historia de los bisabuelos que fueron retados a cazar un otorongo en la selva lacandona peruana. Dándole la oportunidad al ganador y favorito de su padre de estudiar en Europa, llevando a la familia a adquirir riquezas tales que la propia madre de nuestro autor aún goza.

 

 

Es con Mamita que el ganador del Premio Alfaguara de Novela 2023 nos habla de forma cálida sobre la creación literaria y ese oficio de escribir en el que muchas ocasiones el miedo no es enfrentarse a la página en blanco sino a aquello que sabemos que debemos y que se convierte a su vez en carta de despedida.

Acompañando a Hitler Muñante y Gustavo Rodríguez damos saltos entre la novela que nuestro autor prepara como el último libro que podrá leer su madre y el día a día entorno a ella, a la madre de nuestro protagonista, a esa mamita que de una u otra forma siempre será nuestro pilar, nuestro faro de Alejandría y el punto de encuentro de todos nuestros miedos.

Porque vivir es eso, saber que somos solo granos de arena en un reloj que en cualquier momento pueden pasar de un lado al otro. Porque vivir es eso, saber que mamá será nuestra última persona capaz de recordarnos como neonatos, infantes, adolescentes malcriados y adultos medianamente funcionales.

¿Es acaso que Gustavo Rodríguez busca en Mamita dar voz y cobijo a nuestros miedos?, ¿es acaso el primer autor que abre tanto las puertas de su casa que vemos a detalle la evolución de su escritura a la par de detallarnos la fragilidad de la vida, el volado de la esperanza?

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