Mi manera de escribir

Carol Zardetto

03 March 2017
Tengo mucho interés en el cruce de biografía e Historia. Me interesa contrastar la textura de los textos históricos con la literatura intimista de la biografía. Me gusta escribir novelas polifónicas, donde muchos temas y personajes van tejiendo un lienzo del que uno se percata solamente al finalizar el relato. Utilizo muchos juegos con el lector, ya que veo en la literatura una interacción con ese otro personaje que está leyendo el libro y con quien me gusta establecer complicidad. Me interesa experimentar con diversos aspectos de la estructura narrativa. Lo hago mediante la utilización de múltiples espacios geográficos que me sirven para plantear la intrincada red de conexiones en las que vivimos inmersos. Y, por supuesto, mediante un elaborado artificio del tiempo narrativo. Me parece que genero muchas imágenes cuando narro, pues tengo un fuerte influjo de la cinematografía. Intento que mis personajes sean complejos, llenos de luces y sombras, ambiguos y que reflejen la incoherencia humana. Busco resolver con mi obra literaria mis propias dudas e inquietudes y por esto mis historias siempre están más del lado de las preguntas que de las respuestas. Me encanta auscultar espacios extraños para mi propia experiencia: narrar desde una voz masculina, por ejemplo. El erotismo en sus más amplias expresiones está presente en mis textos a través de la experiencia sensorial, de un cuestionamiento profundo del amor y del cuerpo, del baile y de la comida. Me defino a mí misma como una escritora comprometida con mi tiempo y con el pedazo de Historia que me tocó vivir y creo que los temas que me interesan están vinculados con este compromiso. Me parece que mi vinculación con la literatura nació demasiado pronto para que pudiera planteármela como un cuestionamiento. A los siete años me enamoré de la posibilidad de experimentar otras existencias por medio de la literatura. A lo largo de mi vida, los escritores fueron propiciadores de aventuras, me explicaron el amor y la sexualidad, trastornaron mis valores, me escandalizaron, asombraron e hicieron ver tremendas verdades, y creo que siempre confié más en lo que decía un libro que en lo que me decían las personas, aun las más influyentes y cercanas. Así las cosas, pronto empecé a escribir. Entonces vino el placer sensorial de las palabras. Y uno se engolosina con eso. Desde antes de terminar la secundaria ya andaba buscando dónde publicar mis cuentos. Pero asumirme como una autora vino en cierto momento crucial de mi vida. Escribir mi primera novela fue un acto de necesidad interna. Tenía urgencia de comprender muchas cosas. Fue un proceso catártico muy hondo que me hizo encontrar mi propia voz y construir un espacio para que fluyera la memoria. A partir de entonces, me he sorprendido, una y otra vez, con las posibilidades que tiene la experiencia de escribir una historia, para mí misma, para quienes la leen. Es un viaje con múltiples retornos.