Carol Zardetto, abogada, escritora y guionista guatemalteca, ha presentado su tercera novela. Se trata de una obra más corta que las anteriores, pero intensa, llena de historia, cine y reflexiones agudas sobre la cultura, los imaginarios de una época importante para Latinoamérica, así como temas que, tras el olvido histórico que ahora padecemos, han caído en desuso, como la Utopía, el sueño de un futuro mejor, entre otros.
Publicada por Alfaguara, Cuando los Rolling Stones llegaron a La Habana (2019) es un novela con fuerte olor autobiográfico que, sin embargo, ficcionaliza la experiencia de una mujer que, en busca de aprender las técnicas documentales, viaja a Cuba, específicamente a la mítica Escuela de Cine de San Antonio de los Baños, ubicada en el municipio de Artemisa, la cual es considerada una de las más importantes a nivel mundial y por la cual, según cuenta la protagonista, han pasado importantes cineastas como Steven Spielberg, Francis Ford Coppola, entre otros.
Lo que encuentra ahí, sin embargo, dista mucho de ser simple teoría. La exploración que ella y sus compañeras de producción deben hacer para llevar a cabo un trabajo documental la confronta con su vida, sus creencias, sueños y la imagen de un paraíso perdido y reencontrado en la idea de “revolucionar la revolución”.
“Para que el lugar de la Utopía, que, por definición, está en ‘Ninguna Parte’, esté en alguna parte”, es la frase de Fernando Birri que, grafiteada en la pared, sirve para abrir la narración y, de igual forma, cerrarla.
Escrita con una narrativa ligera, y por lo mismo hermosa y disfrutable, Carol ha logrado una novela que, de no ser por la trama implícita en toda obra de ficción, bien podría ser un ensayo sobre el complicado arte de plasmar en el celuloide la vida y verdad de personas de carne y hueso.
El documental —y su filosofía implícita— es mostrado como un arte empleado en Latinoamérica para contar otras verdades, las nuestras. La reflexión salpica toda la obra, obligándonos a pensar hasta dónde, como artistas, nos es posible descubrir lo que está oculto tras las vidas de las personas, hasta dónde éstas permitirán que nos inmiscuyamos en sus secretos e intimidades y, sobre todo, hasta dónde seríamos capaces de ver “su” verdad, dejando de lado la nuestra, la que queremos ver por conveniente y complaciente.
La Revolución Cubana, su historia y su devenir en el tiempo, por otra parte, sirven como telón de fondo a esta obra cuya protagonista cuestiona, a sí misma y a otros, la posibilidad de lograr la Utopía. ¿Es la Utopía un lugar al cual llegar o es solamente el camino?, parece ser el cuestionamiento que subyace en cada uno de los capítulos cortos que conforman la novela. Un texto con mucha tensión narrativa, con momentos de ternura y reflexión social, que la hacen una obra que necesita ser leída y releída en estos tiempos de descreimiento y desesperanza.
Y, por si fuera poco, la obra contiene al final un listado de películas que, de acuerdo a la obra, permiten al lector “apreciar las ricas referencias documentales y cinematográficas a las que los personajes de esta novela tienen acceso”. Títulos como Memorias del subdesarrollo, Nanook el esquimal, El hombre de la cámara, son tan sólo algunas de las sugerencias incluidas.
Esta novela es, sin duda, una obra relevante para todos aquellos que desean dedicarse al complejo y trabajoso arte de la producción cinematográfica. En ella encontrarán no sólo referentes cinematográficos importantes, sino también una discusión poderosa de planteamientos que todo creador, más aún en el caso de los documentales, debe hacerse.
Carol ha logrado pues, la creación de una obra inteligente, entretenida y, ¿por qué no?, erotizada de una revolución y de la exuberancia de un Caribe soñado que resuena en nuestro imaginario, como si se tratara del canto de cientos de ranas perdidas en la noche.