Crecer no es malo, sólo es inevitable y, a veces, el mundo adulto puede ser abrumador con sus prisas, sus expectativas, su rigidez. Por eso, es importante hacer una pausa de vez en cuando, tomarnos un momento para recordar otras épocas, despejarnos y regresar. En esta lista se enumeran diez libros donde hay cabida para lo mágico, lo absurdo y hasta lo aterrador de maneras que ya no solemos experimentar: son historias para llevarte de vuelta a tu infancia.
Momo. Michael Ende.
En algún lugar remoto, una niña llamada Momo ha llegado a instalarse en las ruinas de un anfiteatro abandonado en las afueras de una comunidad; sin familia, sin pertenencias ni mayores explicaciones. Las personas que habitan la aldea la reciben y pronto descubren que posee el don de escuchar: cualquiera que sea el problema, la solución aparece tan sólo contándoselo a la pequeña, aun si ella no pronuncia ninguna palabra. Un día, Momo deja de recibir visitas y pronto se percata de que desde la llegada de unos extraños hombres grises, nadie parece tener tiempo para nada. Ahora, con la ayuda de la tortuga Casiopea y el Maestro Hora, ella debe mantenerse a salvo de estos personajes siniestros e intentar recuperar el tiempo que los hombres grises han robado a sus seres queridos.
El también escritor de La historia interminable, Michael Ende, nos regala una historia atípica y amena donde nos invita a replantearnos por qué dejamos de apreciar la vida como solíamos hacerlo en nuestra infancia y cómo, ya en la edad adulta, hemos interiorizado la productividad como sinónimo de éxito, dejando de lado lo importante de la familia, de compartir y escuchar a quienes nos rodean. Este libro es un exhorto amable y entretenido a reflexionar en qué invertimos las horas de día y por qué el hecho de “ahorrar tiempo” (trabajar más) no se traduce en ser más productivo, ni más feliz.
Las Brujas. Roald Dahl.
Roald Dahl fue un escritor poco convencional de libros infantiles, de los pocos que parecía tomar a su público muy en serio en el sentido de que no temía escribir historias inquietantes y hasta aterradoras. Adaptado exitosamente al cine por primera vez en 1991, Las Brujas relata el encuentro de un niño y su valiente abuela con estos seres temibles cuya única aspiración y motivo para existir es encontrar la mejor manera de acabar con niñas y niños para siempre.
Si formamos parte del público adulto podríamos considerar que hemos superado el miedo a esas criaturas, las brujas no existen, ¿verdad? Pues cuidado: este libro puede traernos recuerdos amenazantes de nuestra infancia cuando leamos el testimonio de la abuela: criaturas calvas de pies cuadrados que en lugar de uñas tienen garras afiladas, su saliva es azul y nadie es capaz de reconocerlas hasta que es demasiado tarde: hasta que otra niña ha desaparecido (y vuelto a aparecer atrapada en un cuadro), o hasta que otro niño amaneció convertido en piedra… o en ratón.
Mujercitas. Louisa May Alcott
Una historia que ha sido reconocida y querida durante generaciones. Adaptada en cuatro ocasiones al cine, esta obra ha trascendido épocas, en buena medida por la prosa ágil que nos lleva de una escena a otra sin tregua. Mujercitas cuenta la historia de Jo, Meg, Beth y Amy March, cuatro hermanas que viven y crecen en el contexto de la Guerra Civil en Estados Unidos. Cuando muchos hombres (incluido su propio padre) han tenido que partir al frente mientras las familias y sobre todo, las menos afortunadas, deben padecer carencias y hambre, las hermanas March y su madre trabajan y se desviven por ayudar a las personas menos favorecidas al tiempo que intentan ganarse la vida y perseguir sus propios sueños y aspiraciones.
Destaca especialmente la habilidad de Louisa May Alcott para crear personajes y escenarios con los que cualquiera puede identificarse. En esta historia llegamos a conocer a cada una de las hermanas: sus personalidades, conflictos e intereses individuales que, sin embargo, se complementan perfectamente. Son aliadas, cómplices y representan el lugar al cual anhelan regresar cuando se sienten perdidas. A través de la narración podemos remitirnos a nuestros propios recuerdos de travesuras y complicidad con los seres que amamos y recordar que sin importar el camino que hayamos elegido, siempre encontraremos alegría rememorando personas y lugares que consideramos nuestro hogar: un espacio seguro, un refugio al cual volver.
El Principito. Antoine de Saint-Exupéry
Una novela corta y reconfortante donde el protagonista deja de buscarle el sentido lógico a lo que le sucede cuando, después de un aterrizaje forzoso en su avioneta en medio del desierto del Sahara, un niño se encuentra con él; no muestra indicios de hambre, sed ni más inquietud que la insistencia por conseguir el dibujo de un cordero.
Desde el inicio, la historia nos plantea a la edad adulta como una especie de obstáculo para apreciar lo realmente importante, pero también aborda cómo puede hacernos sentir ese mundo plagado de personas mayores: frío y envuelto en una inercia donde todo se trata de trabajar, acumular dinero, creerse importante. Siguiendo al pequeño príncipe podemos reflexionar sobre cómo escondemos esa parte infantil: creativa, sensible, llena de alegría y curiosidad que vive en nuestro interior porque, de otro modo, nadie nos tomará en serio. Además, pone de manifiesto el aislamiento y la soledad en la que podemos vivir a pesar de encontrarnos inmersos en la rutina y en aparente compañía. El Principito no sólo se trata de una gran historia, sino de una oportunidad para replantearnos cómo tratamos y valoramos a otras personas, sobre todo a las más pequeñas.
Érase una pez: Pequeños poemas para niños gigantes. Miki Naranja
La poesía puede parecer asunto de personas enamoradas o cuando menos, personas inspiradas, pero casi siempre adultas. ¿Y si no tuviera que ser así? Érase una pez es el nombre de este libro lleno de escenas cotidianas acompañadas de ilustraciones sencillas pero para nada simples: en ellas se dibujan una luna, una pez, estrellas, ratones. Algunas son historias breves, otras son colecciones de palabras organizadas armónicamente, como haikús, reconfortantes de leer y capaces de traer de vuelta escenarios de nuestra niñez, casi como envolvernos en una manta esponjosa durante una noche de lluvia.
Los poemas e historias están cargados de imágenes agradables, algunas melancólicas, como coplas o canciones y hasta una adivinanza que recuerda a los juegos infantiles a la hora del recreo. La segunda mitad del libro se compone de animalario repleto de datos curiosos (muchos de ellos imaginarios), de ballenas, ciempiés, jirafas y otros más. Aconsejo especialmente a las personas adultas no dejarse llevar por el hecho de que se trata de poesía infantil: este es un libro para recrearnos, para observar, leer y releer como cuando éramos criaturas pequeñas, ansiosas de otra historia.
Mafalda. Quino.
Ilustrada genialmente por el caricaturista Quino, Mafalda retrata la familia y la sociedad desde los ojos de una pequeña de gran melena y agudo ingenio. La infancia es una época para hacer preguntas, para observar a las personas adultas y encontrar sus comportamientos, rutinas y hábitos incomprensibles y hasta absurdos. Con tan sólo seis años, esta niña es capaz de poner en jaque a las personas adultas e incluso a sus propias amistades (un grupo de personajes entrañables con quienes es difícil no identificarse), pero no lo hace por maldad: su curiosidad es genuina, su preocupación por el mundo que va a heredar, también.
Y a pesar de que han pasado décadas desde la primera vez que Mafalda formulara sus preguntas después de leer los periódicos o ver televisión, sus tiras todavía ponen de manifiesto lo ridícula y contradictoria que puede ser la realidad. De tal forma que si detectamos haber caído en la rutina y la apatía, basta abrir cualquier tomo de Mafalda para reflexionar, siempre con mucho humor y originalidad, y tener la certeza de que nunca se es demasiado joven para pronunciarse contra las injusticias, cuestionar el mundo que nos rodea y mantener una guerra constante contra la sopa.
Harry Potter y la piedra filosofal. J.K Rowling.
Actualmente es difícil encontrar una persona que no haya visto o al menos escuchado del increíble universo que creó J. K. Rowling con palabras, objetos e incluso animales que nunca antes existieron. Si se debería elegir un solo libro de Harry Potter, sería donde todo comienza: son numerosos y entrañables los lugares y personajes que nos quedamos con ganas de visitar una y otra vez. Sin importar cuántas veces hayamos visto la adaptación al cine, la experiencia se enriquece cada que leemos la historia del niño que vivió.
Lo valioso de la historia radica en descubrir de lo que somos capaces y cómo enfrentamos problemas que de primera impresión nos parecen demasiado grandes o peligrosos. La relevancia de los libros como fuente de conocimiento, en el caso de Hermione, quien es capaz de salvar vidas recordando lo que ha leído; la fortaleza que nos proveen los lazos de amistad y familia, en caso de Ron, y la capacidad de adaptación y valentía de Harry. Otro tema importante que encontramos en la historia es que aun cuando los protagonistas tienen capacidades y cualidades sorprendentes de manera individual, actuando en conjunto son invencibles. Es inevitable leer Harry Potter y no pensar en los lazos que forjamos en los años de escuela, en esas personas con quienes salvaríamos el mundo, amistades que siguen estando en las adversidades a pesar de los años: nuestro propio equipo invencible.
Los cuentos que nunca nos contaron. Myriam Sayalero.
Una emocionante antología de cuentos recuperados de la sabiduría popular alrededor del mundo y que hasta ahora ven la luz. Las protagonistas de las historias que conforman este libro son versátiles y decididas; pueden ser princesas pero también guerreras, sacerdotisas, brujas y trabajadoras. En estos cuentos encontramos a mujeres que ponen manos y mente a la obra: son enérgicas, persistentes, inteligentes y versátiles, ¡son humanas!
Quince historias que querríamos haber leído en nuestra infancia pero que agradecemos tener a nuestro alcance para narrarlas a niñas y niños de ahora, y por qué no: a esa criatura inquieta que fuimos hace muchos años para tener presente que la valentía y la inteligencia no tienen género. Relatos para recordar que en todas las épocas han existido personas valiosas, de voluntad inquebrantable, corazón enorme y que muchas de ellas a lo largo de las épocas, han sido mujeres.
El niño que se olvidó de dormir. Rush Smith
Una anciana asoma su cabeza y te observa desde el excusado de un baño maloliente y húmedo del que no encuentras la salida. ¿No es suficientemente aterrador? No hay problema. La imaginación es un animal travieso que puede jugarnos malas pasadas y en algún punto de las doce historias que componen este libro encontraremos por lo menos una que desate algún miedo enterrado quizá desde nuestra infancia, uno de esos que creíamos haber superado.
Esta es una antología de cuentos donde sus protagonistas abren una puerta en algún lugar cotidiano y familiar para entrar en una habitación donde les aguarda un destino improbable y escabroso. A pesar de los horrores tan distintos que se presentan, cada episodio forma parte de un todo que es necesario atravesar por completo para resolver el misterio. Si el temor es demasiado, siempre podemos despegar los ojos del papel (o la pantalla) y volver a la realidad. Aquí todo está bien, todo es normal, pero, ¿no es precisamente en un escenario conocido y familiar donde inician estas historias?
La panza del Tepozteco. José Agustín.
La Panza del Tepozteco es un recorrido breve (quizá demasiado breve), relatado de manera ingeniosa acerca de Alaín, Erika, Tor, Homero, Indra, Yanira y Selene: un grupo de adolescentes (y una niña) que van de excursión de fin de semana a Tepoztlán. El guía es Pancho, el hijo de una curandera del pueblo, quien los acompaña hasta una cueva escondida en el cerro del Tepozteco, donde, para su sorpresa, encontrarán escondidas a poderosas deidades aztecas, nada contentas por su llegada y quienes decidirán si dejarán a la pandilla regresar al mundo exterior o, por el contrario, si pagarán con sus vidas el atrevimiento.
Entre el relato, José Agustín, el autor de este libro, deja pistas y destellos de una época plagada de herencias y riquezas que aún palpita y se mantiene vigente a pesar del transcurso del tiempo; que nos identifica y nos llena de orgullo una vez que nos dejamos guiar por Pancho en una travesía al México prehispánico contado como nunca lo vimos en la escuela y al que, a pesar de la incertidumbre por lo desconocido, se antoja regresar aunque sea para imaginarnos cómo sabrán los tacos de calabacitas con carne de armadillo y recordar cómo se siente la primera aventura fuera de casa de un grupo de niños y niñas que están dejando de serlo.