Cuando hablamos de racismo se nos vienen a la mente múltiples escenas y eventos, tal vez los más recientes: los sucedidos en Estados Unidos en mayo de este año cuando George Floyd, un afroamericano, fue asesinado en Minneapolis por un policía blanco. Este suceso dio impulso al movimiento Black Lives Matter, el cual existe desde 2014 pero que este año dio la vuelta al mundo, impactando en millones de personas y medios de comunicación.
Este es sólo un ejemplo de los abusos que han sufrido los afroamericanos a lo largo de la historia, y resulta difícil creer que en pleno siglo XXI sigan sucediendo este tipo de actos sólo por el color de piel de las personas, su cultura, su religión o su idioma.
En literatura existe una escritora destacada por su lucha en contra de la discriminación racial y por los derechos civiles de la población negra, mismo que plasmaba en sus libros: Toni Morrison.
Esta autora nació con el nombre de Chloe Wofford en Ohio el 18 de febrero de 1931 y falleció en Nueva York el 5 de agosto de 2019. Ganó el Premio Pullitzer en 1988 y fue la primera afroamericana en recibir el Premio Nobel, esto en 1993. Hoy, a un año de su muerte, recordamos su trabajo y el legado que ha dejado su obra no sólo en la literatura, sino también en la sociedad.
Toni Morrison escribió once novelas, algunas de ellas son La canción de Salomón, Ojos azules, Sula y la trilogía compuesta por Beloved (Bendecida), Jazz y Paraíso. En todas ellas las protagonistas son mujeres negras que sufren vejaciones y racismo. En Ojos azules, Pecola, una niña negra, quiere tener los ojos del color de las muñecas de las niñas blancas y cree que es fea porque no se parece a Shirley Temple, además de otros abusos que sufre en su seno familiar.
La canción de Salomón cuenta la historia de cuatro generaciones de una familia, donde un hombre de negocios ha tratado de ocultar sus orígenes para encajar en la sociedad blanca, mientras que su hijo tomará el camino opuesto para luchar contra la violencia de los blancos.
En Sula, dos niñas crecen juntas en un barrio pobre de Ohio donde sus habitantes son en mayoría afroamericanos, al crecer, sus vidas se separan, pero una de ellas regresará al barrio donde creció para vivir su vida como le plazca y sin importarle lo que los demás piensen.
En la trilogía de Beloved o Bendecida en español, y quizás una de las historias más desgarradoras e impactantes, cuenta la historia de Seth, una mujer que decide huir de su vida de esclava, pero antes de ser apresada decide matar a su pequeña hija de dos años para evitar que sufra lo mismo que ella por pertenecer a una raza que simplemente no es aceptada en el mundo donde vive. Beloved es la palabra que Seth graba en la tumba de su hija, pues sólo para una palabra le alcanzaba el dinero.
Y es aquí donde me pongo a pensar, ¿qué tan ruin puede ser el hombre para obligar a una madre a matar al ser más preciado que tiene? ¿podríamos llamarlo un ejemplo de un acto de amor hacia un hijo para evitarle el sufrimiento del que tal vez nunca hubiera podido escapar? Yo creo que sí.
Últimamente y casi a diario somos testigos de la bondad del ser humano en momentos de tragedia, pero también de lo bajo que puede caer cuando se trata de someter a los más vulnerables, porque el racismo no sólo existe en otros países, también en México lo hay, ¿cuántas veces hemos escuchado llamar a alguien naco, indio, pobre, y cuantos adjetivos calificativos despectivos se les ocurran?
Leer a Toni Morrison es navegar por un mar lleno de emociones, de tristeza y de silencio. Pasar de la belleza de su prosa a lo terrible de las historias de aquellas mujeres y niñas que no entienden por qué su vida debe ser así. Espero el día que el racismo sea sólo historia, que en un futuro no muy lejano nadie sea discriminado o violentado sólo por cómo luce. Está en nosotros cambiar la realidad.