De Cortés, Moctezuma y el mito de la Conquista

David Velázquez

01 August 2019

1519. Un puñado de españoles aventureros, comandados por un ambicioso Hernán Cortés, sediento de poder y riquezas, desembarcan en el puerto de Veracruz con la intención de reclamar estas tierras para el rey de España, Carlos I. Allí se encuentran con un grupo de nativos que los ven como dioses, fascinados por las maravillas que visten, portan y montan, y los colman de riquezas y hospitalidades. Días después, a su llegada a la ciudad de Tenochtitlan, capital del imperio mexica, el tlatoani Moctezuma, sugestionado por una serie de profecías, reconoce a Cortés su legítimo derecho al trono como encarnación de Quetzalcoatl. Esto desata el repudio de un grupo de mexicas inconformes con la cobardía de su emperador, y surge el conflicto con los guerreros españoles. Luego de una cruenta lucha, en la que la astucia y la superioridad tecnológica de los invasores superan las costumbres y la estrategia mexica, se declara la rendición del imperio mesoamericano y la victoria definitiva de España.

Encuentro entre Moctezuma y Hernán Cortés.

Ésa es, a grandes rasgos, la historia de la “Conquista de México”, uno de los pasajes más discutidos de la historia mundial, y sin duda uno de los procesos clave en la conformación del mundo moderno, pues significó el encuentro definitivo entre Europa y América. Sin embargo, a medio milenio de distancia, esos mitos no parecen tener más sustento que el de una ficción muy bien elaborada. En concreto, la fuente principal para este relato es la Historia verdadera de la conquista de la nueva España, de Bernal Díaz del Castillo, concluida en 1575, cuyas omisiones y fallas han señalado diversos historiadores. Algunos desmienten que Bernal Díaz haya estado presente en los hechos e incluso hay quien duda de su existencia, afirmando que no es más que un seudónimo de Hernán Cortés.

Es aquí que entramos en el terreno de la mitohistoria, como la define Matthew Restall, investigador de larga trayectoria enfocado en la historia latinoamericana y autor de Cuando Moctezuma conoció a Cortés. Para él, el relato tradicional de la mal llamada “Conquista de México” está esencialmente equivocado. Ni Moctezuma se rindió ante los encantos de Cortés, ni la guerra fue tan fácil de ganar para los españoles como hemos pensado. En cambio, afirma Restall, la visión que ha dominado la historia oficial proviene de las versiones distorsionadas de los vencedores y de la mala interpretación que los historiadores han hecho de esos mismos relatos. No es de extrañarnos, pues es algo que Miguel León Portilla ya había intentado contrarrestar con su Visión de los vencidos, en la que recupera las narraciones mexicas sobre el conflicto.

Sin embargo, en este libro Restall va más allá. No es una síntesis de los relatos previos, ni una narración nueva contada desde otro ángulo, mucho menos una nueva historia contada desde los escombros de la anterior, sino una profunda reevaluación del relato de la guerra hispano-mesoamericana (un término que le parece más adecuado para definir el conflicto) que hurga en los confines de la historiografía para presentarnos un retrato más certero tanto de Hernán Cortés como de Moctezuma, una relación más apegada a la realidad de los sucesos que dieron forma al enfrentamiento entre ambas fuerzas y un análisis detallado de los prejuicios que los relatos han propagado a lo largo de estos 500 años y las consecuencias que aún hoy tiene el proceso en la historia actual. Tiene el gran acierto de no descartar ni las fuentes principales de la historia (como el mismo Bernal Díaz) ni aquellas que ya han sido pasadas de largo por otros investigadores (como Juan de Courbes, el ilustrador de la portada de la primera edición del libro).

A lo largo de esta magistral exposición, Restall cuestiona y reinterpreta a la luz de nuevas fuentes y evidencias lo que por años hemos dado por sentado sobre este periodo y las transformaciones a las que dio origen. Por ejemplo, que Cortés y Moctezuma no son los únicos protagonistas de los hechos; que no eran cientos, sino miles los españoles que pelearon contra los mexicas; que la violencia y el esclavismo masivo escapan a toda caracterización como “invasión” o “conquista”; y, por supuesto, reflexiona ampliamente sobre los prejuicios que desde Occidente se han impuesto a las civilizaciones mesoamericanas, como “indios” y “salvajes”, cuando la realidad era muy diferente.

Y a pesar de todo, la revelación más importante del libro no tiene que ver con Moctezuma ni con Cortés, con los mexicas ni con los españoles, sino con la historia misma: sólo podemos acceder a la verdad si estamos dispuestos a cuestionar incluso aquello en lo que creemos con más fervor.