Elena Ferrante: la ficción detrás de la ficción

Alejandro Maciel

09 November 2016
El mundo asiste a un verdadero suceso: la irrupción, desde hace pocos años, de Elena Ferrante a la escena literaria. Como una aparición deseada, cada página con sus letras se entrega como una revelación, como aire que la (a veces) abaratada industria editorial necesita con urgencia, y con ella los lectores, secos e impávidos ante la falta de libros de esos que te sacuden y te dejan con ganas de más y más lecturas. Elena Ferrante es, entonces, un fenómeno de los buenos. Es cierto que su primera novela, Crónicas del desamor, ya anunciaba la llegada de una autora capaz de despertarnos del letargo literario del que, irremediablemente, se despierta y se vuelve a caer. Pero su tetralogía Dos amigas es lo que ha colocado a esta italiana en una silla privilegiada. La amiga estupenda inaugura esta tetralogía, a la que siguen los títulos Un mal nombre, Las deudas del cuerpo y La niña perdida. Como se anticipa en el título, La amiga estupenda es la historia de dos amigas, Lenù y Lila, tan opuestas y tan complementarias: la primera, una mujer temerosa, insegura, y la segunda, de carácter recio y firme de voluntad. Un día, Lenù recibe una llamada: es el hijo de Lila, quien llama para anunciarle que su madre ha desaparecido. Lenù, en su vejez y tan acostumbrada al temple de acero de Lila, sabe que su amiga no ha desaparecido, sino que ha decidido desaparecer. Y es a partir de aquí que el lector se vuelve cómplice de un viaje a los recuerdos de Lenù; un viaje que se remonta a la tierna infancia de ella y de la entonces pequeña, pequeñísima, Lila: una niña menuda, flaca pero con el carácter de un matón. El viaje mental de Lenù nos lleva a Nápoles, Italia, en los años 50. Las pintorescas calles y plazoletas de la vieja ciudad nos presentan, como en una pasarela, a una infinidad de personajes no menos pintorescos. Elena Ferrante logra construir en la novela un complejo árbol social con las diferentes familias del barrio, una estructura que nos recuerda a Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez, debido a la complejidad con que las ramas de este árbol se bifurcan. Es así como conocemos a la familia del zapatero, a la familia del carnicero, a la familia del albañil, a la del poeta loco, a la del panadero y muchas más. Lo que sigue es un cuadro costumbrista, muy a la italiana, donde los personajes se enamoran, discuten, se reconcilian, mueren, sufren y vuelven a enamorarse, día tras día, de lo simple que puede ser la vida. Lo realmente interesante de Ferrante son sus tramas menos aparentes –tramas ocultas, como las llaman algunos—pero para entender este tema es necesario voltear a la vida de la autora. ¿Quién es Elena Ferrante? Hasta hace poco, el mundo se partía la cabeza para encontrar la respuesta, dado que la escritora se negaba a revelar su identidad real. Hoy sabemos —o nos han hecho creer— que su verdadero nombre es Anita Raja, editora italiana que se encuentra apenas rebasando los 60 años. El motivo por el cual esta mujer decidió guardar su identidad es harto interesante: la idea de que el escritor debe desaparecer para dejar espacio a su obra. La figura del escritor oculto convirtió a Ferrante en blanco de no pocas especulaciones, a tal grado que llegó a rumorearse que se trataba de un hombre. Volviendo al asunto de las tramas ocultas, Ferrante decide llevar este tema a la vida de sus personajes. No es fortuito que Lila desaparezca, ya entrada en años, y que decida llevarse consigo todo rastro de su existencia: fotografías, vestidos, zapatos, algunas cartas, no deja nada tras de sí. Desaparece. Y tampoco pierde tiempo en avisarle a nadie, ningún amiga, estoy bien, no te preocupes, me tomaré un tiempo a solas. No es necesario: quien la conoce, sabe que ahí está, aunque no se le pueda ver. Tal como la Elena Ferrante de carne y hueso, se llame o no como dice llamarse. Otro tema velado de La amiga estupenda es la decisión. Nada es fruto del azar, quiere decirnos la autora. Las consecuencias de nuestros actos muchas veces son insospechadas, y aunque a veces son dolorosas y catastróficas, debemos enfrentarnos a ellas con la valentía de Lila, sin miedo. Pero la novela es todo menos fatalista: aquí no existe el destino, porque nada es inamovible. Por eso, vemos a lo largo del libro los altibajos de los personajes, que viven en una aparente calma pero, en realidad, sus vidas dan vueltas en los girones de los días y los años. Escritora ficticia escribiendo ficción, los límites entre la vida de la autora y la ficción de la novela son muy frágiles, y esa, quizás, es la fórmula del éxito de Ferrante, un bestseller en todo el mundo. Por supuesto, nadie que haya leído alguna de sus cinco novelas podrá negar que Ferrante tiene un arma más poderosa que la de su fama: se trata de la belleza y simpleza del lenguaje, algo tan puro y sincero pero no tan frecuente. Motivos sobran. Hay que leerla, disfrutarla y dejarse seducir por su trama simple pero efectiva y poderosa.