"El patriarcado mutila el cuerpo de las mujeres": entrevista a Agustina Bazterrica

Carlos Priego Vargas

19 July 2024

Agustina Bazterrica publicó en México el fenómeno editorial Las indignas, una novela corta, tenebrosa, acerca de mujeres irritadas
Hay grandes temas en la escritura de Agustina Bazterrica. Siempre los hubo. Algunos son recurrentes y otros, como los que tuvo hace varios meses, ingeniosos.
— No intento escribir libros panfletarios —dice, en la sala del hotel Westin, en Guadalajara.— No me interesa que la gente piense como yo, tampoco bajar línea ni colonizar mentes, pero sí me interesa generar reflexiones.
— ¿Cómo adopta la gente los temas de tu escritura?
— Hay gente que leyó Cadáver exquisito y dejó de comer carne, aunque yo no lo escribí con ese objetivo.
— Publicaste una nueva novela. ¿Cómo la recibieron tus lectores?
— Bueno, hay gente que leyó Las indignas y reflexiona sobre el patriarcado y sobre el cambio climático, me parece que eso es maravilloso en la literatura.
— ¿Por qué?
— Cada libro es una búsqueda, una búsqueda que no tiene una sola respuesta. No hay una respuesta única, porque: ¿dónde está la verdad? En el fondo todas son interpretaciones de un punto. En el fondo cada libro es una búsqueda y, en esa indagación, me interesa que el lector o las lectoras reflexionen. A veces me hacen preguntas o relacionan este libro con otros que yo nunca había pensado y eso es lo que me parece alucinante de la literatura.

Varios meses antes, en las oficina de la editorial Alfaguara en la Ciudad de México, la escritora argentina Agustina Bazterrica decía: “Creo que las distopías intentan denunciar algo que ocurre en nuestra época, la desavenencia con nuestro momento. Yo me considero una mujer privilegiada, a ver ¿cuántas veces puedes escribir sobre lo que te molesta?”

Como respuesta a esa sutil pregunta publicó Las indignas (Alfaguara), una novela corta —no tiene más de 192 páginas—en la que el patriarcado aparece versionado en un siniestro culto que tiene como sus víctimas a un puñado de mujeres jóvenes y huérfanas y consigue pasar los muros de la Casa de la Hermandad Sagrada. El libro es, desde su publicación, un fenómeno literario.


“Pensé la novela con la matriz del patriarcado en el horizonte. Digamos que es un paradigma que afecta todos los aspectos de la vida.”


— En el tema de las urbes, hay ensayos escritos sobre cómo las ciudades están hechas por varones y para los varones, hasta el lenguaje. En casos más extremos, digamos de mujeres que violan, matan y tiran en el desierto. Hasta mujeres que silencian dentro del campo literario, pero eso pasa en todos los campos, en la medicina, por ejemplo.


La provocativa novela de la escritora argentina inquieta con una visión de la crueldad humana y la flexibilidad moral. Agustina Bazterrica establece eficientemente su premisa: las crisis políticas y medioambientales llevaron al mundo a un estado posapocalíptico. El estado global llevó a los pocos seres humanos que sobreviven a buscar lo que sea para comer. Los humanos viven en estado rapaz. En este mundo un grupo de mujeres están dispuestas a hacer lo que sea con tal de traspasar los muros de la Casa de la Hermandad Sagrada y agradar a Él, el líder del culto siniestro, y a la salvaje Hermana Superior.

Después de ser purificadas, las mujeres son designadas en alguna de las categorías —Santas menores, a las que les cosen los ojos; Auras plenas, a las que les perforan los tímpanos; Diáfanas de espíritu; Las iluminadas, son despojadas de dientes y lengua; y, finalmente, las indignas, que son torturadas constantemente—. En secreto, la protagonista de la historia, escribe una especie de diario lo que sucede al interior de la fortaleza.


— Esto es un cuento de terror, claramente. Y yo tengo una lectura, por ejemplo, veo la novela como una crítica al estado de la participación de las mujeres escritoras el la institución que es la literatura. Cuando Cristina Rivera Garza obtuvo el Premio Xavier Villaurrutia, el escritor Felipe Garrido cuestionó —clasificó— el trabajo de la autora de El invencible verano de Liliana. Es decir, existen alrededor del mundo cientos de escritoras que con su labor buscan ser reconocidas como escritoras, pero el patriarcado, representado por un Él, las clasifica y decide si su faena es digna de formar parte de la institución.
— No pensé el tema de la novela relacionado con la literatura directamente. Pero es una lectura ingeniosa. Si bien hay mujeres que hacen carrera internacional, ganan premios, tienen millones de lectores y son reconocidas por la crítica, alado de todos los libros publicados por varones  blancos, heterosexuales, los que forman el canon— todavía es un porcentaje muy pequeño el de las mujeres publicadas y la mayoría de las bibliotecas de cualquier casa, yo diría que —si soy muy generosa— el setenta por ciento de los libros son de varones y en algunos casos alcanzan el cien por ciento de libros escritos por varones.
— ¿Hay mujeres en las instituciones que son el símil de la “La Hermana Superiora”?
— Hay cómplices dentro también. Por ahí me imagino gente que tiene poder, bueno, el caso de Carmen Balcells, por ejemplo. Ella fue la gran creadora del Boom latinoamericano, diría, porque fue una agente que tomó a los cuatro grandes escritores del momento, Julio Cortázar, Mario Vargas Llosa, Gabriel García Márquez y Carlos Fuentes, pero no incluyó ninguna mujer y había mujeres escribiendo y había mujeres publicando. Tal vez no se incluían porque no había el mercado o no vendían. El patriarcado total, el machismo total, era otra época, pero ella era una mujer. En la novela, las mujeres, en nombre de la fe, son orilladas a autoflagelarse, son mutiladas, se les pide que caminen sobre brasas ardientes.

— Pienso en las palabras de la poeta Lorena Huitrón Vázquez: “Muchos poemas describen ciertas partes del cuerpo femenino. Nunca el vasto territorio, únicamente segmentos: larga cabellera, ojos, caderas, muslos, senos, vulva, labios, piernas, manos. Son espacios melancólicos, lánguidos, exuberantes, lisos, edematosos, opacos, cloróticos”. ¿La poesía —o la literatura en general— amputa a la mujer al servicio de una fantasía?
— Quizá no toda la poesía. Yo conozco el trabajo de Claudia Masin y Elena Anníbali, quienes son poetas argentinas muy respetadas. Pero entiendo lo que exige la poeta Lorena Huitrón, porque en realidad una de las cosas que tiene el patriarcado es eso, tomar el cuerpo de las mujeres para disciplinarlo, para que seamos sumisas, obedientes, nos toman como objetos y, como un objeto, vos lo puedes desechar, vos lo puedes mutilar.
— ¿De dónde viene el título de la novela?
— El título de la novela en un principio era otro, pero Las indignas me pareció mucho más potente. Originalmente el título de la novela iba a ser: Las luminosas, pero cambió porque se filtró la tapa antes de tiempo. No nos cerraba ese título y finalmente lo cambiamos a Las indignas.
— Parece significativo que la protagonista —una mujer— decide relatar lo que sucede en su época —es una escritora— y que, en la congregación, pertenece al grupo de “Las indignas”.
— Bueno, ellas son indignas, entonces el título va de la protagonista que no tiene nombre porque, bueno, puede ser cualquier mujer —Agustina cruza los dedos cuando pronunció las palabras—, espero que las mujeres que lean este libro sientan que pueden ser ellas también las que alzan la voz. Porque en un punto lo son, en un punto este sistema patriarcal te hace sentir una indigna, porque sino es la amenaza constante de que te puede pasar cualquier cosa en cualquier instante, en cualquier lugar siendo mujer, es la presión de que tienes que ser joven, bella y flaca eternamente. No debemos quedarnos calladas — finaliza.

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