Todo escritor escribe siempre sobre sí mismo. Escribe sobre lo que conoce bien: sus miedos y frustraciones, más que de sus triunfos. La mujer inexistente de Jaime Mesa es la historia de una escritora que, a los sesenta años, enferma y abandonada del medio literario, hace un recuento de su vida, sus libros, sus alumnos, sus amantes y sus fracasos, a través de la mirada de un hombre que, sin saber quién es Milena Betancur, la va descubriendo poco a poco a través de sus diarios.
Cuatro tomos donde ella se expone, se pierde y se encuentra, se describe y repasa el medio literario mexicano que conoció, lleno de compadrazgos, “dedazos, publicaciones por amistad, por interés, por todo excepto por lo que importa: calidad literaria”. En el último de sus diarios, Milena se siente expulsada de la tribu, jamás comprendida por sus pares. “Describe minuciosamente lo que la soledad le depara a los marginados”.
Autora de un solo libro de cuentos, Perros de asfalto, Milena muere, pero sus últimos días de vida los pasa en una pequeña casa en la playa. En un condominio horizontal. Milena conoce a uno de sus vecinos, quien rescata de la basura sus diarios, firmados con el nombre de Beatriz Mella. Él nos cuenta la historia, es la voz narrativa que se pregunta, ¿quién es esta mujer que, entre cerveza y cerveza en la terraza de su casa, me cuenta sobre su vida, al parecer maravillosa, pero que en los diarios, firmados con otro nombre, los acontecimientos son distintos?
Al leerlos, descubrimos al verdadero personaje que es Milena, aunque no dejamos de preguntarnos, ¿quién dice la verdad, la Milena Betancur que cada noche bebe con su vecino o Beatriz Mella, la mujer que firma los diarios y el libro de cuentos, Perros de asfalto, de edición limitada?
El vecino, casi anónimo, quien a veces se presenta como ingeniero y otras como abogado, como si se tratara de una investigación policiaca, busca en librerías de viejo, en Internet, datos de Milena y su familia, su trabajo, sus alumnos y amantes. Ese vecino curioso, junto con el lector, poco a poco va descubriendo no sólo la vida de una escritora tan gris como talentosa, también devela los entramados del medio literario mexicano, las envidias entre autores, las disputas de las grandes editoriales por los nuevos escritores, el robo de ideas.
La mujer inexistente narra la vida de una mujer en un mundo de hombres. Huérfana de padres y huyendo de una abuela autoritaria, Milena Betancur, se casa con Lucas y es madre de dos hijos, se enamora de Jaime Abril, su alumno en el taller de creación literaria que imparte, quien es menor de edad. Con apenas 17 años, Abril aprenderá de Milena —quien ya está cercana de los 40— no sólo sus secretos para escribir, sino a amar y a ser hombre en cada sesión de taller. Él será el gran escritor que ella no logró ser.
La mujer inexistente nos presenta sacrificios — ¿por amor? —, nos lleva por laberintos de identidad, de recuerdos y olvidos. Después de una separación desastrosa, Milena conoce a Bert Boonstra, el gran tótem de la literatura contemporánea, premio Cervantes, él está viejo y arruinado, más cerca del alzheimer que de la inspiración literaria. Milena lo rescata del olvido, le ayuda a hacer un último libro o ¿fue ella quien lo escribió y él sólo puso su nombre?
La nueva novela de Jaime Mesa, como ya lo hizo en Rabia y Los predilectos, sigue cuestionando las relaciones contemporáneas, nuestros temores y ambiciones. En La mujer inexistente, Mesa explora nuestras dualidades, ¿quién dice la verdad y hasta dónde? ¿Hasta qué punto el lector se convierte en personaje de lo que lee? “¿Quién escribe a quién? La pregunta surge recurrentemente en estas páginas.” Pero, sobre todo, La mujer inexistente trata, más que de la literatura, del mundo real y del difícil oficio de escribir.