26 October 2016
Que el cine y los libros son dos diferentes formas de contar una historia, nadie lo duda. Que una lo haga mejor que la otra está en discusión. Hay, por ejemplo, películas que han superado a sus homónimos literarios y, al revés, libros que parecieran imposibles de adaptar a la pantalla grande. Están, si atendemos a las primeras, algunas películas que han sabido destacar más que su versión en papel, al menos en popularidad o buenas reseñas por parte de la crítica, en cuyos casos el cine ha ganado: El padrino, Psicosis, La naranja mecánica, Tiburón y El silencio de los inocentes. Por el contrario, existen también cintas como La letra escarlata, La máquina del tiempo o Troya, cuyas adaptaciones eran risibles. El resplandor, novela de Stephen King adaptada a la pantalla grande en 1980 por Stanley Kubrick, es, sin embargo, un caso peculiar. La versión cinematográfica, aunque no tuvo una buena recepción en la época de su estreno y pasó sin pena ni gloria por la taquilla, ha ganado con el tiempo un lugar dentro de los clásicos del séptimo arte. La novela de King narra la historia de la familia Torrance: Danny, un niño de cinco años con poderes psíquicos; Jack, un aspirante a escritor y exalcohólico que lucha contra su adicción, y Wendy, una mujer quien se preocupa por el bienestar de su hijo y la violencia que manifiesta su esposo. La vida de la familia da un giro cuando Jack debe encargarse de cuidar del Hotel Overlook, un lugar rodeado de misterio y con un pasado sangriento. Pero al creador de esta historia no le parece en absoluto que la adaptación de Kubrick sea buena. King ha dicho en varias entrevistas que la película es fría, similar a mirar a varias personas como si fueran hormigas. Los dos cambios más radicales en la cinta se encuentran en el desarrollo de los personajes y en el final. Jack Torrance, interpretado por Jack Nicholson, es, desde el inicio de la película, un ser que ha perdido la cordura. En el libro el cambio es gradual, asistimos a la lucha interna de este hombre contra su adicción. Por otro lado, al contrario del libro, Wendy (Shelley Duvall) es sólo un personaje que está ahí para gritar, con nulo desarrollo o historia. Mientras que en libro el elemento característico y mortífero es el fuego, en la película lo es la nieve. Ahí radica quizá la diferencia más evidente y simbólica entre ambos formatos. La de Kubrick es una historia fría, la de un hombre loco, una mujer desesperada y un niño extraño. Son seres diferentes, como de otro mundo. En la narración de King, sin embargo, hay un hombre que lucha contra sus demonios, una mujer que mira cómo su familia se quiebra y un niño que con su inocencia se preocupa porque sus padres tal vez no quieran estar juntos. Quizá Kubrick no respetó el material original de la novela, pero no por ello El resplandor deja de ser una gran película. Además, ha logrado lo que otras adaptaciones de la obra de King no han podido: transformarse en una película de culto. Se entienden varias decisiones del cineasta, que omitió escenas que tal vez eran imposibles de transmitir al lenguaje cinematográfico sin parecer ridículas —como los arbustos andantes—; y es que sin sus cambios, el cine se habría quedado sin secuencias tan míticas como la del laberinto. King contó en una entrevista que lo que más le aterra es perder la cordura. Y ese miedo está reflejado en las dos versiones de El resplandor. Porque ésta es más que una obra sobre sucesos paranormales, fantasmas o asesinatos: es una historia sobre la locura, la pérdida de aquello que nos hace humanos, los miedos de un hombre a ser consumido por su adicción, la ruptura familiar y, en especial, la soledad. Es inevitable en ocasiones comparar un libro y una película, pese a que ambos sean formatos diferentes. En esta ocasión, ¿cuál es mejor? Ambas son grandes a su modo, pero si pudiera regresar en el tiempo, como el protagonista de otro libro de King, 22/11/63, leería primero el libro y luego vería la película.

«La soledad en sí misma puede ser peligrosa»

El resplandor, de Stephen King.

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