Estamos a unas cuantas horas de que arranque la Copa Mundial de Futbol Rusia 2018 ¡y no podría importarnos menos! Por ello, mientras los sentimientos de la nación reposan en la esperanza de un quinto partido, decidimos proponer nuestra oncena ideal literaria. Nuestro método de selección fue riguroso y sistemático: atendimos con puntual obediencia a nuestro arbitrio. Quizá no estén aquí los mejores, pero sí, al menos, los que nos han hecho sentir y pensar, con sus preposiciones y adjetivos, que este mundo ancho y ajeno vale la pena.
Director técnico: Homero
Todo empieza aquí. Iracundo como Aquiles; astuto como Ulises. Inventó, sin saberlo, el juego total. Su estilo es considerado a veces demasiado vertical, demasiado ofensivo, pero sabía también demorarse, practicar el minucioso tiquitaca de un escudo donde cabe el mundo entero o casi el mundo entero. Su ira a veces lo cegaba. Su astucia lo hacía parecer múltiple y numeroso.
Portería: Dante Alighieri
Portero. Autor de la Divina comedia, compendio y monumento del pensamiento medieval. “Oh, vosotros los que entráis, abandonad toda esperanza”: es la implacable consigna contra la que se estrellan los embates del rival. Juega con el número 1.6180, número de la proporción áurea.
Miguel, El Manco, de Cervantes
Aunque siempre quiso romper las redes, lo suyo siempre fue sortear atacantes imaginarios pero con suma habilidad y unas cuantas adargas. Sus jugadas fueron nombradas quijotescas, en honor a su mentor y más memorable fantasma.
Ernest Hemingway
De fuerte temperamento, sentó las bases de la defensa moderna: pasa el jugador o la pelota, nunca los dos juntos. Son famosos los upper cut que llegó a propinar a un par de árbitros y varias docenas de rivales.
William Shakespeare
El tremendo Willy rivalizaba en creatividad con la décima musa, por suerte su compañera de equipo. El poeta, así conocido por sus andanzas y versificación en el campo, creó la no poco desdeñable estrategia de la línea de 4, copiada siglos después por los italianos con su Catenaccio, y falsamente adjudicada al austriaco Karl Rappan.
Sor Juana Inés de la Cruz
Libero. Capitana. Quizá, la jugadora más completa dentro de la cancha. Sin duda la más fina. Una adelantada a su época, el mundo. De estilo transparente y, a la vez, barroco. Todo en ella es inteligencia, todo en ella es sensibilidad. No hay jugadora más valiente. Un empeño hecho sueño.
Julio Cortázar
Cuando no tenía un balón entre sus pies, portaba siempre una pluma y una libreta, decían que para anotar sus audaces jugadas; su círculo cercano creó el mito de que eran cuentos lo que escribía, pero no, siempre fueron adagios y conjuros para enviar pases certeros a gol. Se le considera un falso 9, aunque agazapado detrás de la colectividad y de su proteico papel en el boom.
Jorge Luis Borges
Cuando no tenía un balón entre sus pies, portaba siempre una pluma y una libreta, decían que para anotar sus audaces jugadas; su círculo cercano creó el mito de que eran cuentos lo que escribía, pero no, siempre fueron adagios y conjuros para enviar pases certeros a gol. Se le considera un falso 9, aunque agazapado detrás de la colectividad y de su proteico papel en el boom.
Roberto Bolaño (lateral)
Volante mixto. Inagotable. Incluso fuera de la cancha sigue produciendo más volumen de juego que muchos novatos. Inclasificable. De virtudes tanto defensivas como ofensivas: su estilo puede definirse como un frágil equilibrio entre melancolía e ironía, entre absoluto y fragmento. Juega con el 7 y es un salvaje exquisito. Crack.
Oscar Wilde
Nunca ningún árbitro pudo amonestarlo verbalmente sin caer en la vergüenza por falta de prosapia; sus gambetas dejaban boquiabiertos y con espasmos de envidia a sus rivales. El público siempre aplaudió sus desplantes. A él se debe que el balón haya sido el espectáculo más grande del siglo XX. Fue necesario un tribunal colegiado para poder acallar sus gambetas y frases dramáticas.
Charles Baudelaire
Siempre bebía un licor azuloso en los vestidores, de ahí que comenzaran a llamarlo Charles, el Maldito, Baudelaire. Forjó la leyenda del París St. Germain; hasta hoy día, nadie ha alcanzado mayor gloria que él. Tristemente, dejó las canchas por afecciones físicas (espirituales, dicen los que saben). Su estilo personal trató de imitar al jugador estadounidense de apellido Poe.
Juan Rulfo
Centro delantero. Un fuera de serie, taciturno, juega sólo, sin moverse mucho, arriba, medio perdido en el llano en llamas del área chica rival. El 9 clavado de la literatura mexicana: sólo tuvo dos, pero con esas dos tuvo para cambiarlo pinches todo.