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Y la memoria que de mí se tenga
Jorge Bobadilla Vargas comment 0 Comentarios

En Los recuerdos sin porvenir (Aguilar, 2023) la editora y escritora Laura Ramos narra la relación personal y laboral que mantuvo con Elena Garro (1916-1998) y su hija Laura Helena Paz Garro (1939-2014), durante los últimos años de vida de ambas.

De esta manera Los recuerdos sin porvenir se vuelve un importante documento, con información primaria, que nos revela -como lo hicieron Memorias (Debolsillo, 2019) de Helena Paz Garro, Debo olvidar que existí (Debate, 2017) de Rafael Cabrera o Yo, Elena Garro (Lumen, 2007) de Carlos Landeros- la dolorosa vida de la autora del clásico de literatura hispanoamericana Los recuerdos del porvenir (galardonado con el Premio Xavier Villaurrutia en 1963 y reeditado por Alfaguara en el 2019) y del increíble cuento «La culpa es de los tlaxcaltecas» (incluido en la recopilación Cuentos completos de Elena Garro, editada por Alfaguara en el 2016).

En 17 capítulos, introducidos con citas de Dostoievski a quien Elena admiraba y compartía con él una fe cristiana, Laura recorre la vida de Elena junto a su hija Helena bajo la subyugante figura de Octavio Paz, con quien estuvo casada 20 años. De esta manera, conocemos tratos oscuros por parte del Nobel hacia su familia como el desconocimiento y desherencia en vida hacia Laura Helena: “La peor Navidad fue en Madrid en 1979, pasando hambre y frío, anémica por falta de comida, ahí empezó mi locura; vivíamos en un hostal de mendigos, un año antes mi papá no quiso verme en España, le dijo a sus amigos que no quería volver a oír de nosotras, que nos aplastaran…”[1].

Por otra parte, la editora reivindica la grandeza literaria de Los recuerdos del porvenir (escrita entre 1951 y 1953) al compararla como un antecedente de Cien años de soledad de García Márquez, publicada ésta última en 1967: Ixtepec y Macondo son los escenarios míticos y narrativos de las familias Moncada y Buendía, ambas en sucesión generacional y donde cada una repite los actos erróneos de la anterior; el diluvio de casi cinco años en Macondo (anagrama de Moncada) es paralelo a la lluvia general en Ixtepec. En Macondo los gitanos traen la magia y lo sobrenatural, mientras el pueblo de Ixtepec sueña con un teatro. El general Francisco Rosas y el coronel Aureliano Buendía son símiles en su incapacidad para amar. García Márquez escribe por medio de Aureliano: “La tierra es redonda como una naranja”, y Elena escribió dieciséis años antes: “La fecha esperada por todos se abrió paso entre los días y llegó redonda y perfecta como una naranja”.

De Testimonios sobre Mariana (Debolsillo, 2021), Laura describe el carácter autobiográfico vertido en la novela de 1981. Mariana y Natalia son Elena y Helenita, donde Elena describe su verdadero amor, Adolfo Bioy Casares (de quien se embarazó y abortó), en la figura de Vicente. En contraposición se encuentra Augusto quien es Octavio, el marido opresor.[2] Todo esto sucede en París, donde la familia Paz Garro vivió en la avenida Víctor Hugo.[3]

En suma, a la diversa bibliografía sobre la vida de nuestra autora, Los recuerdos sin porvenir detalla, en clave (roman à clef), la complejidad trágica-política que el 68 marcó en el rumbo de Elena y su hija. Como un rompecabezas, varias piezas relacionadas destinaron a Elena y su carrera literaria al desconocimiento gubernamental y de la escena intelectual mexicana por más de 20 años, duración de su exilio en España y Francia donde madre e hija llegaron a mendigar. Las claves:

  • El asilo que Elena ofreció en su casa por los años sesenta a los dirigentes campesinos César del Ángel y Rubén Jaramillo.
  • La relación íntima de Elena con Fernando Gutiérrez Barrios, entonces agente de la CIA y director de la Dirección Federal de Seguridad. Curiosamente ayudó a Fidel Castro y al Che Guevara a partir a Cuba desde Tuxpan (Veracruz) en 1953; años después sería Subsecretario de Gobernación, director general de Caminos y Puentes y gobernador de Veracruz. Éste se retiraría de las filas del PRI hasta 1993, año en que Elena y su hija regresan a México para ver conmemorada y reeditada su obra junto a la publicación de títulos inéditos.
  • La intención de Elena de formar el Partido Patria Nueva al lado del priísta Carlos Madrazo.[4]
  • La carta antimarxista que Laura Helena escribió en contra de su padre y de otros intelectuales mexicanos (como Barros Sierra, Luis Villoro, Leopoldo Zea, Carlos Fuentes o Rosario Castellanos) días después de la matanza del 68 y que fue publicada por El Universal como folleto anexo con 30 mil ejemplares.

[1] Más adelante cuenta Elena a Laura Ramos: “En 1994, al regresar de Francia, Paz se negó a comprar una casa y prefería rentar para no darles nada. Compró las propiedades después de casado con otra mujer. Alegaban que el divorcio de Elena y Octavio no era válido, que había sido un número montado en Ciudad Juárez por un amigo de Paz, el mismo que fue testigo el día de la boda y que Paz había declarado loca a Helen. Se apoderó de la herencia de la abuela, decían, de la que a ellas les correspondían millones de dólares. Cuando murieron los Paz, no había más familiares de Octavio y toda la herencia fue para Pepa, quien a su vez se la heredó a Helenita, por eso ellas acusaban a Octavio de manipular los documentos a su favor, usando sus influencias y declarándola loca.”

[2] En la recopilación Novelas breves (Alfaguara, 2022) -que reúne títulos importantes de Elena como La casa junto al río (1983), Y Matarazo no llamó… (escrita en 1961 y publicada por Grijalbo hasta 1991) o Un traje rojo para un duelo (1996)- la escritora Jazmina Barrera recupera en el prólogo un comentario relacionado de Elena: “Si piensas que en Mariana aparecen personajes vivos te equivocas. Aunque es verdad que tomé rasgos de algunas personas vivas y difuntas para crear a un solo personaje. Acuérdate de Ortega y Gasset: ‘lo que no es vivencia es academia’. Recuerda también a Dostoyevski y a Balzac: ‘la novela es vida’. Eso no quiere decir que lo que cuento en Mariana sea una simple calca de mi vida al papel. Creo que todas las novelas son roman à clef o no son novelas”.

[3] En Memorias, Laura Helena describe a lo largo de 400 páginas el ambiente doméstico y cultural que la familia Paz Garro vivió en Europa, Japón y México. Entre los amantes tanto de Paz como de Garro, importantes figuras intelectuales del siglo XX como André Bretón, Rufino Tamayo, Picasso, Mishima, Buñuel, Ortega y Gasset o María Zambrano convivieron también con la pareja.

[4] Laura pregunta a Elena: “—¿Querías un puesto político, Elena? ¿Por eso apoyabas a Madrazo? —le pregunté viendo sus ojos negros.—Juan Gil Preciado no hacía una reforma agraria y yo quería ayudar a los campesinos. —me contestó. —¿Tú y Madrazo eran pareja?—¡No se dejó! Él era casado, nunca quiso verme a solas, pocas veces estuvimos a solas, iba siempre con su secretario, ¿hubiera estado bueno, ¿no?

—¡Hubieras sido la primera dama, Elena! —reímos juntas.”

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