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Todavía nos acompaña un cangrejo
Eduardo Flores comment 0 Comentarios

El cáncer, en nuestro tiempo y en nuestra sociedad, más que una enfermedad es un protagonista. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, se prevé que los casos anuales de esta enfermedad aumentarán de 14 millones en 2012 a 22 millones en las próximas dos décadas y que cerca de 40% de la población mundial recibirá un diagnóstico de ésta en algún momento de su vida.

Para abordarlo como tal, Siddhartha Mukherjee (Nueva Delhi, 1970)  presenta El emperador de todos los males. Una biografía del cáncer (Debate, 2016). Ganador del Premio Pulitzer de no ficción en 2011 y considerado por la revista Time como uno de los cien libros escritos en inglés más importantes a partir de 1923, este libro no sólo es un recuento de los tratamientos médicos y avances sobre el cáncer, sino también una reflexión política, ética y sociológica acerca de la enfermedad.

Tras su especialización en oncología médica en el Instituto del Cáncer Dana-Farber y el Hospital General de Massachusetts en Boston, Mukherjee comienza este proyecto de investigación que en sus orígenes pensó como una historia del cáncer, pero que conforme avanzó modificó su enfoque. La complejidad de la enfermedad y su papel protagónico en el devenir del mundo, sobre todo en el siglo xx, lo hicieron percibir que cuando se refería a este mal no hablaba de algo sino de alguien, por eso comenzó a pensar que la palabra “historia” resultaba un término demasiado neutro para referirse a la enfermedad y descartó una aproximación al cáncer que se quedara sólo en el recorrido médico de ésta y optó por algo mucho más personal: una biografía.

En palabras del autor, El emperador de todos los males es “un intento de entrar en la mente de esta enfermedad inmortal, entender su personalidad, desmitificar su comportamiento” (p.17). La aclaración es relevante porque nos permite comprender la trascendencia de la investigación. Estamos frente a una propuesta periodística y de divulgación distinta a los acercamientos comunes a la medicina, en la que, más allá de la documentación meticulosa, sobresale su planteamiento sobre el cáncer.

A lo largo del libro vemos un recorrido histórico detallado que va desde Hipócrates, primero en darle un nombre a la enfermedad –karkinos, “cangrejo” en griego-, hasta los actuales avances en la biología celular y molecular del cáncer o el inicio de las terapias individualizadas. Todo esto a partir de tres principios fundamentales -la búsqueda de las causas, los tratamientos para la curación o paliación y la prevención o detección temprana de la enfermedad- que nos permiten identificar, por un lado, los momentos clave de tratamientos y de la medicina moderna y, por el otro, cómo el cáncer trascendió las fronteras de la medicina y se convirtió en una problemática política y social.

Mukherjee tiene muy claro que si el cáncer ha tomado la relevancia que tiene es porque no sólo es un problema de carácter clínico; así que en ningún momento deja aislados los pasos de esta enfermedad. Durante todo el libro relaciona cada nuevo descubrimiento médico o problemática con el contexto político y social de la época. Así como nos muestra la desesperación de los gobiernos por encontrar una cura total para el cáncer, también describe los movimientos sociales, las acciones de los sobrevivientes, familiares y afectados por la enfermedad para impulsar mayores recursos e iniciativas para tratar y prevenir el cáncer. Entre estas luchas destaca aquella en contra de las compañías tabacaleras cuando se descubrió la relación entre el hábito de fumar y el cáncer de pulmón, y que tenía como fin que éstas difundieran los peligros que causaba el hábito de fumar; una lucha que de fondo tenía un aumento importante en el número de fumadores en todo el mundo y que implicaba perdidas importantes para las compañías tabacaleras por la mala publicidad que este descubrimiento les generaba.

Si bien a lo largo del texto también encontramos testimonios e historias de algunas personas diagnosticadas con la enfermedad, El emperador de todos los males es totalmente ajeno al sentimentalismo y podríamos decir incluso que hasta impersonal con los enfermos. Lo que verdaderamente importa es la enfermedad. Esto no sólo es un reflejo de los intereses del autor en su investigación, . A pesar de estoto, para los ob de esta enfermedadmedad. ecñifsino también de los enfoques científicos del cáncer a lo largo de la historia. De ahí que Murkherjee optara por construir esta biografía a partir de la vida y obra de profesionales de distintos ámbitos, no sólo de la medicina, sino también de la política, la industria farmacéutica, la publicidad, etcétera, que aportaron algo a la historia del cáncer. Entre estos personajes destacan Sidney Farber, padre de la quimioterapia moderna, quien luchó durante mucho tiempo contra la leucemia; Mary Lasker, una de las mayores activistas de la lucha contra el cáncer; William Halsted, uno de los médicos más radicales y agresivos en los tratamientos del cáncer de mamá; o Ernst Wynder, uno de los primeros epidemiólogos que identificaron el vínculo entre tabaquismo y el cáncer de pulmón.

Pese a los múltiples experimentos fallidos, Murkherjee nunca desacredita las acciones tomadas por doctores o investigadores del cáncer. Al contrario, exalta la experimentación y los yerros en el camino, pues es consciente de que éstos han dejado algo para transformar la enfermedad y su enfoque médico. Tan es así que concluye diciendo que para mejorar las condiciones de lucha en la guerra contra el cáncer sería importante redefinir el concepto de victoria. “El cáncer está cosido a nuestro genoma […] es un defecto de nuestro crecimiento, pero ese defecto está profundamente arraigado en nosotros” (p. 551), por eso más allá de la obsesión por encontrar la cura del cáncer, Murkherjee opta porque la medicina, los gobiernos y la gente en general, continúen con las estrategias preventivas.

El emperador de todos los males, pese a que es una investigación exhaustiva, es un texto que todavía no está terminado, y posiblemente no lo esté pronto; no por circunstancias propias, sino porque el cáncer así lo ha dictado. La mutación e imprevisibilidad de este mal obligan a los interesados a estar atentos a cualquier nuevo descubrimiento o señal para combatirlo. Por lo pronto, Murkherjee ha cumplido la tarea y nos ha advertido que el cáncer nos seguirá acompañando, con mayor o menor impacto, por mucho tiempo más.

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