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Stephen Crane
Redacción Langosta comment 0 Comentarios

Con su primera novela, Maggie, una chica de la calle (1893), introduce en Estados Unidos el naturalismo narrativo, pero será La roja insignia del valor (1895), ambientada en la Guerra Civil de su país, la que lo convierta en un autor de culto, cuya influencia se percibe en futuras generaciones literarias. En 1897, agobiado por el conservadurismo de la sociedad neoyorquina, fija su residencia en Inglaterra. Desde allí viajará, como corresponsal de prensa, a la guerra greco-turca y a la que enfrentó en Cuba, a España y Estados Unidos en 1898, experiencia de la que surgió Heridas bajo la lluvia, publicado póstumamente. Stephen Crane murió en un sanatorio de la ciudad alemana de Badenweiler, donde había ingresado enfermo de tuberculosis.
John Dos Passos, William Faulkner, Ernest Hemingway, Kurt Vonnegut y Norman Mailer encontraron en el poderoso antibelicismo de La roja insignia del valor un modelo para analizar las contradicciones humanas que surgen ante la violencia y una reflexión moral sobre la degradación humana inherente a los ejércitos en armas. De esta obra, un fragmento:

Llovía. La procesión lenta de soldados cansados se convirtió en un cortejo sucio, quejoso y murmurante, que marchaba con el esfuerzo que se exigiría de un batidor mecánico a través de una balsa de barro líquido, de un tono castaño oscuro, bajo un cielo cargado y desapacible. Sin embargo, el muchacho sonreía porque vio entonces que el mundo era verdaderamente un mundo para él, aunque muchos otros descubrieran que estaba compuesto solamente de palos y maldiciones. Se había librado completa y totalmente de la enfermedad roja de la batalla. Aquella sofocante pesadilla era ya algo que pertenecía al pasado. Había sido un animal llagado y sudoroso, que se ahogaba en el ardor y la angustia de la guerra. Y ahora se volvía, con el ansia y la sed del enamorado, hacia imágenes de cielos tranquilos y sonrientes, de frescos prados y de fríos arroyos… Una existencia de paz, dulce y eterna.

A lo lejos, desde el otro lado del río, avanzaba la flecha dorada de un rayo de sol a través de las huestes de nubes plomizas, cargadas de lluvia.

debolsillo

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