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Rafael Ramírez Heredia: La Esquina de los Ojos Rojos
Clara González comment 0 Comentarios

Recordando al gran maestro Rafael Ramírez Heredia en su aniversario luctuoso me encontré con una entrevista que la periodista Virginia Collera le hiciera el 1 de junio del 2006 para el periódico El País, pocos días antes de su partida. Rescato de ella algunas frases del querido Rayo Macoy en relación a su concepción del quehacer literario y particularmente del trabajo previo que llevó a cabo para escribir La Esquina de los Ojos Rojos y La Mara, de las que soy entusiasta fan.

“Los escritores tienen el deber de sumergirse en el fango”, “he observado, he escuchado, no necesariamente reproducido”, advierte: “no es una descripción realista del barrio”, “mi punto de vista es el literario”. Quienes en algún momento tuvimos la fortuna de acompañarlo en alguna de sus amenas charlas o conferencias, sabemos de la cumplida cuenta de su responsabilidad literaria. Le escuchamos, por ejemplo, que para escribir sobre “los sirenos” (un pasaje escalofriante de La Esquina de los Ojos Rojos) consiguió permiso para descender a los pútridos y oscuros túneles del desagüe de aguas negras de la Ciudad de México, de la nula visibilidad y escalofriante sensación de que aquel bulto que sus pies pisaban pudiera ser el cadáver de algún animal, tal vez un pedazo del cuerpo de una persona, que lo único seguro en ese momento era el contacto de su mano con la pared de un grueso tubo. Escuchamos también que para capturar el lenguaje necesario para escribir La Mara, antes de salir de la habitación de su hotel se despojaba de su anillo matrimonial y de su reloj, se vestía con un sencillo sombrero de paja, un viejo pantalón de mezclilla y camisa en mangas salía a las cantinas concurridas por miembros de la mara salvatrucha y migrantes de paso, escuchaba atento las conversaciones de los parroquianos de las mesas cercanas y guardaba en su memoria esas historias y palabras que dieron espíritu y fuerza dramática a su premiada novela.

A manera de un sencillo agradecimiento por el placer que sus novelas me proporcionaron me gustaría concluir con un brindis en su honor retomando un comentario suyo: “Una cerveza fría junto al mar. También me gusta tomar un buen vino, especialmente si es de la Ribera del Duero, en un lugar, aunque no sea muy bueno pero que tenga intensidad, con una buena comida y sobre todo una buena compañía, pero una cerveza fría junto al mar, para mí, es sinónimo de la libertad”. ¡Salud!

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