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Pamuk: la circularidad del destino
Fabián Martínez comment 0 Comentarios

La fuerza de los relatos antiguos estriba en su conocimiento sobre lo humano. La ira de Neoptólemo, de Orestes o Alcmeón desatada sobre sus padres dan prueba del conocimiento que tienen los héroes sobre sus progenitores. El asesinato del padre a manos de su hijo varón revela un antiguo precepto: aún queriendo zafarse del destino, su destino llegará a él. Orhan Pamuk, premio Nobel de Literatura 2006, en La mujer del pelo rojo (Literatura Random House 2018) presenta una historia paternofilial que se inscribe en la sapiente tradición de Sófocles con su Edipo Rey, de Shakespeare con su Hamlet y de las consideraciones psicoanalíticas de Freud.

Con las novelas de Pamuk ocurre lo mismo que con los clásicos de la literatura: nunca es tarde para leerlos y nunca es muy temprano para asimilarlos. En el núcleo de La mujer del pelo rojo sobresale una historia entrecruzada de amor, simbolismo y misterio. La exacta prosa de Pamuk delinea la psicología de los personajes y la atmósfera de vida, cargada de sus variaciones políticas, sociales, económicas y tecnológicas de la época. Como el gran narrador que es, su novela aspira a la cúspide de la literatura y a generar un túnel de voces sobre la reflexión de los sentimientos y pasiones humanas.

Desde las primeras páginas el lector se encuentra con la duda sobre el narrador de la obra: ¿quién es?. Por momentos uno puede irse con la finta y mencionar al mismísimo autor Orhan Pamuk quien con su autoridad de conocedor de los acontecimientos que se desenvuelven en la novela, así como las características de los personajes, uno podría deducir que en realidad está contando un aspecto de su biografía. Sin embargo, por momentos uno asume que es Cem Bey quien, en su deseo de ser escritor, cumple con el cometido y relata su trágica historia, una historia que despliega rebeldía juvenil, sentimientos nobles por la familia, apreciación estética por el teatro y rechazo a la antigua legislación turca que atenta contra la igualdad de género. Pero sólo cuando se acerca el final de los tres capítulos que componen la novela, aparece el episodio de la defensa jurídica de Enver quien, por iniciativa de su madre —la mujer del pelo rojo— prepara su defensa jurídica ante la acusación de asesinato. Enver recibe el más preciado consejo de su madre que puede ser válido para cualquier escritor: “tú sabes mejor que yo cómo tienes que empezar tu novela, pero creo que debería ser algo sincero y legendario al mismo tiempo…Debería ser creíble como una historia real, y a la vez resultar familiar como una leyenda.”(La mujer del pelo rojo, p.281)

Pamuk escribe una novela que está narrada por un escritor que es hijo de Cem Bey, que quiso ser escritor pero terminó estudiando ingeniería geológica y abrió su propia empresa de desarrollo inmobiliario. En esa cadena de acontecimientos, Pamuk construye un relato que narra cómo un joven aprendiz de pocero se convierte en un exitoso hombre de negocios que aparece en la Televisión turca.

El relato inicia en 1985. Cem Bey es hijo de un marxista que años antes había sufrido tortura por parte del gobierno y había desaparecido por espacio de algunos años. La historia se repetirá en el transcurso de ese mismo año sólo que en esta ocasión su padre abandonará a su esposa y a su hijo Cem, dejándolos en una situación de penuria económica.

La madre es fiel retrato de cuantas aquellas que rechazan las lágrimas y encuentran una manera de arreglárselas para que su hijo no desista de sus estudios académicos. Antes de matricularse en la universidad, Cem Bey trabaja como ayudante de pocero en Öngören, a las afueras de Estambul, con Mahmut Usta. Esa pequeña ciudad le sirve a Pamuk para retratar la experiencia de la quietud y el respeto por el trabajo del obrero en la formación del carácter de un adolescente, más aún la relación con Mahmut Usta o de maestro-aprendiz la cual adquiere la universalidad en la relación de padre-hijo para Cem Bay. Encima de eso, el protagonista de la novela, en su deambular nocturno por Öngören conoce a la mujer de pelo rojo de la que súbitamente se enamora. Ella tiene una radiante figura, mirada paralizante y avivado tono de piel. Cada episodio en el que Cem se encuentra o encuentra a la mujer, se agita en su interior un torbellino de sentimientos; él es un adolescente sin ninguna experiencia carnal y ella una actriz de teatro atractiva y misteriosa. Ambos entrelazan sus vidas a partir de unos cuantas conversaciones, el raki y la soledad compartida.

A partir de la atención que presta Pamuk a la mujer del pelo rojo, es que sitúa sus constantes apreciaciones sobre la estética del cuerpo y las sensaciones corporales. Sus personajes cobran mayor viveza y soltura al describir los detalles: las manos pesadas y fuertes de Mahmut Usta, la espalda ancha de Cem Bay, el talle esbelto de la mujer del pelo rojo esmaltado por un rostro tierno de labios hermosos; lo mismo el sudor del trabajo, el cansancio acumulado sobre los músculos. La narrativa de Pamuk no plantea una erótica libre y exuberante, más bien sus personajes se convierten en lentes traslúcidos de las finas expresiones del enamoramiento: el intercambio de miradas, la deliciosa compañía y la introspección de uno mismo a partir del diálogo con el otro. Aunque Cem Bay no es el prototipo de joven desvergonzado que busca una relación sexual a toda costa, su candidez está rodeada de planes e intenciones amorosas: a todo momento asoman sus sentimientos carnales más intensos. Mismos que se ven frustrados ante la diferencia de edad y las responsabilidades: ella debe trabajar para mantener en pie el teatro popular y él debe ir a la Universidad.

La novela está escrita a partir del ritmo que dicta el día y la noche. En la mañana el narrador se encarga de hacer una fisonomía de la melancolía y la resignación del trabajo de los adultos, mientras que por la noche es el espacio para el teatro, el raki, la conversación y el amor. Pero así como la vida experimenta cambios impredecibles, la novela sufre modificaciones: Cem Bay abandona Öngören enojado por la dureza del trato que le expensa Mahmut Usta; renuncia a la idea de ser escritor porque no hay empleo y serlo le acarrearía tantos trabajos como los que sufrió su padre, en consecuencia y esperando no malhumorar a su madre, decide estudiar ingeniería geológica. Allí conoce a Ayse, de pelo castaño claro, que se convertirá en su esposa. En los años siguientes Cem Bay trabajará en una transnacional con viajes constantes a Kazajistán y Azerbayan. No obstante, y con el ánimo emprendedor, en la primer oportunidad renuncia al trabajo y construye su propia empresa inmobiliaria; de ella obtendrá una  riqueza inmediata y vertiginosa. A todo esto, y de manera paralela, Cem Bay se obsesiona con la idea del parricidio. La herida causada por el abandono del padre en la adolescencia nunca cicatrizará. Incluso la interpretación de su muerte por parte de los periodistas formara parte del veredicto de la opinión pública: se trató de una venganza armada desde la cofradía de la madre y su hijo. La muerte de Cem Bay no fue casuística y mucho menos accidental, dirán los medios de comunicación. Como se puede analizar a lo largo del relato, la travesía del fantasma del asesinato que recorre Occidente y Oriente palpita en el corazón de la novela. A través del repaso de fuentes tan venerables como antiguas es que Pamuk recupera a Sófocles de quien adapta el mito de Edipo junto con la epopeya de Shahnameh de Ferdousi.

El tema de la ceguera en la novela es una muestra del conocimiento profundo de la obra sofoclea. En Edipo Rey, el héroe se saca los ojos y se condena al exilio en compañía de su hija que hace de guía. En su interpretación, Pamuk activa la ceguera como punto culminante de los consejos de la relación padre-hijo: un padre no puede privilegiar el amor hacia uno de sus hijos, como tampoco desoír el camino de la justicia, menos aún rehuir a la paternidad cuando las pruebas del ADN comprueban la filiación.

La novela queda atravesada por la resignación de la pareja, Cem y Ayse, de no poder tener hijos. Al principio es motivo de dolor y melancolía, pero dado el éxito empresarial que tienen se convierte en una incertidumbre por no saber a quién heredar su patrimonio. A fuerza de intentarlo acuden a médicos extranjeros en sus viajes por las ciudades y museos de Italia, Austria, Francia y Estados Unidos. El desenlace, previsible pero no por ello menos bellamente escrito, reside en cerrar el círculo narrativo. 

Pamuk hace que la novela adquiera una correspondencia entre la trama inicial y el desenlace de la novela. Por negocios, Cem Bay compra las tierras del poblado de Öngören, aunque no lo hace bajo una estrategia económica sino a partir de buscar recuperar sus recuerdos. Como vidente que afirma conocer el futuro, el reencuentro entre los personajes de la novela es sólo un camino más del inevitable destino: la reaparición de la mujer del pelo rojo con su hijo adolescente de nombre Enver, el prestigio que ganó Mahmut Usta después de cavar solitariamente el pozo de agua herido del hombro, los viejos restaurantes y las personas avejentadas que pasan sus días en Öngören: todo adquiere sentido para Cem Bay. La tiranía de las historias que ha leído se ven encarnadas en su propia vida. Tiene un hijo del que desconoce su existencia y, aunque su deseo es conocer su rostro, saber sus gustos y comunicarse con él, la fuerza de la ley y la suspicacia del momento de aparición de Enver hacen dudar a Cem Bay. Sin embargo, el deseo puede más que los consejos de sus abogados. Seguir su instinto lo hará envolverse en su fatídico destino. Proveniente de su primer amor, el de la mujer del pelo rojo, su hijo se convierte en la fuente de su perdición.

La curiosidad por el nombre de la mujer que tantos desvaríos y estremecimientos produjo en Cem Bay no puede olvidarse. El nombre de la mujer de pelo rojo, como escondida en una nube que al paso del viento se borra, se esconde de manera misteriosa en el libro. Avivado el deseo de seguir leyendo, uno se detiene a saborear el nombre propio como si se pudiera encontrar en ese nutrido canto vocálico silábico una especie de universalidad de lo femenino. El nombre de la mujer del pelo rojo: Gülcihan.

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