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Mi Ucrania: la identidad de una mujer entre guerras
Magdalena Modesto Castro comment 0 Comentarios

A veces no se logra conocer un lugar leyendo notas de periódico. Las fotografías que vemos circulando por internet no trasmiten el olor que se respira allí, ni los estados de ánimo colectivos que inundan la cotidianidad de esas tierras. Sin embargo, si nos damos oportunidad de poner atención; abrir el link adecuado o entrar a la librería y ver más allá del libro que estamos buscando, puede ser que tengamos la suerte de encontrarnos frente a frente con testimonios sobre la vida en cualquier lugar. En este caso, Ucrania. Testimonios tan transparentes, fidedignos y cotidianos de los que surge la magia de trasladarnos a aquellas tierras. No libres de conflictos políticos ni de recuerdos que la memoria quisiese olvidar, pero tampoco de melancolía hacia los hábitos cotidianos y las formas de vivir que convierten la lejana Ucrania en un espacio con lugares comunes para cualquier lector interesado en encontrarlos. Victoria Belim es quien logra traernos la Ucrania del siglo XIX y XX a la habitación donde estemos leyendo.

Belim es una mujer que se encuentra en la flor de su vida; llena de vitalidad y compromiso por compartir su versión personal de Ucrania como país y como hogar en Mi Ucrania (Lumen, 2022), su primera y única novela hasta el momento. La autora de ojos grandes y curiosos no inauguró su carrera profesional con esta publicación. Se ha dedicado al campo del periodismo, ya que estudió Ciencias Políticas, y también se desenvuelve en la traducción literaria. La encontrarás también en Instagram (@boisdejasmin) escribiendo sobre perfumes, aromas, comidas y objetos de forma poética. De cualquier modo, este libro es el primero que dedica a compartir cómo fue crecer en un país lleno de los conflictos políticos e identitarios que todos hemos oído. En ese sentido, Mi Ucrania ofrece al lector justo lo que se espera: información de primera mano sobre el ámbito político, social y cultural del país; pero también regala datos de las experiencias íntimas que vivió con su familia, sobre cómo el ambiente público y diplomático construyeron sus vidas y cómo las opiniones políticas que difirieron entre sus miembros fueron capaces de fracturar profundamente algunas relaciones interpersonales. Por otro lado, no puedo dejar de mencionar que el valor de este libro no recae por completo en ese aspecto, ya que la estética de su escritura se construye desde la vulnerabilidad y la sensibilidad; a veces casi poéticamente. Esto amalgama y da textura a los muchos datos históricos y empíricos que relata; de modo que su lectura crea empatía con lo leído:

“Cuando más repasaba los recuerdos de mi infancia en Ucrania durante la etapa soviética y más recordaba la miseria de nuestra vida en la década de 1980, más grande era el nudo que notaba en la garganta y más me palpitaban las sienes”.

Esta empatía del lector con el libro no surge solamente a partir de los duros momentos que narra Belim y la forma en que le afectan, incluso corpóreamente. También de los contrastes entre su vida en Ucrania, cuando niña, y su vida posterior como adolescente y mujer madura en Chicago y posteriormente en Berlín:

“En casa hablábamos ruso, a excepción de mis bisabuelos maternos Asia y Serhí, que hablaban ucraniano. No lo consideré una muestra de diferencia étnica. […] Mis abuelos carecían de alhajas heredadas de antepasados ilustres y de libros que plasmaran sus árboles genealógicos. Sabían de sus ancestros lejanos solo en virtud de su propia existencia, pues habían dejado poco rastro: resultaba difícil acumular posesiones y una historia ininterrumpida cuando uno habitaba en un lugar conocido como «las tierras de la sangre», «la marca» o «la frontera». Asia y Serhí vivieron muchos momentos traumáticos del siglo XX y un tsunami de acontecimientos tras otro acabó con su estilo de vida”.

Curiosamente, Victoria Belim tiene la capacidad de reconocer y hablar sobre los traumas que Ucrania imprimió en la vida de su familia y tomar distancia respecto a ello para así poder mantener una relación con su pasado. Volver a Ucrania en su edad adulta le permitió alejarse lo suficiente de sus raíces para relatar sus vivencias y las de su familia sin el dolor de la herida abierta. Para beneficio del lector, Mi Ucrania nos permite conocer esta región en esta época en específico desde la óptica íntima y honesta de la autora hasta acercarlo a los trágicos resultados políticos de una Ucrania en conflicto con Rusia incluso antes de que Belim supiese pronunciar “Mi Ucrania”.

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