Creo que todos deberíamos de ser lo suficientemente responsables para saber que nuestra existencia en este mundo se debe a que nuestras madres no nos abortaron. Aún así, casi ninguno de nosotres lo somos. Nos metemos en relaciones que no tienen pies ni cabeza, estamos en trabajos que odiamos pero que al menos nos dan para comer, todo porque no asumimos nuestra responsabilidad como seres que existen. Damiana, recientemente desempleada como maestra de primaria y Santiago, un godín promedio de cualquier oficina de Polanco serán los que relaten a dos voces un día de cómo es que una pareja contemporánea transcurre a través de lo cotidiano de la Ciudad de México post-pandemia.
Leer La sombra de los planetas (Random House, 2023) se siente como embarcarse en un viaje introspectivo en el metro mientras evocas a tus ex parejas. La novela aborda temáticas relacionadas con el amor millennial, el humor viral de internet y la sensación de lo interminable. En esta historia, Damiana reparte cuadros enmarcados de personajes nalgones por la ciudad, añade un toque de actualidad y referencias de la cultura popular, como el curioso hecho de que Peppa Pig sea más alta que Benito Juárez (este dato es cierto, googléenlo). Mientras tanto, Santiago se sumerge en su trabajo de oficina, utilizando las “horas nalga” para escribir una tarea asignada por su terapeuta. La periferia de la Ciudad de México se convierte en un personaje adicional en la narrativa, ya que tanto la abrumadora sala de juntas como el agotamiento del acoso callejero y los encuentros inesperados con el nuevo novio de la ex de tu actual novio añaden profundidad a la historia y destacan la verdadera naturaleza de la relación de la pareja.

El retrato de las relaciones de pareja actuales en la novela de Gabriel Rodríguez Liceaga es graciosa, hermosa y, la neta, bien tirada al drama. Pero a un drama medio inventado y medio en serio. Las discusiones o chismes de la pareja los lees como si tu amiga te estuviera pasando pantallazos de la pelea con su novio. Si tuviera que describir a esos dos sería de esta forma: Damiana es como una cuenta de memes random con poesía anclada a la imagen y Santiago como esas infografías que te medio informan sobre un tema actual pero que hace que la gente piense que ya sabe todo lo que hay que saber sobre eso porque tienen acceso a internet.
Uno de los aspectos destacados de la obra es su enfoque en la perspectiva femenina. La presencia de Damiana en el espacio público, contrastada con el papel de Santiago en la esfera privada, añade una capa adicional de autenticidad. Además, la novela aborda temas sociales relevantes, como el aborto, el acoso callejero y la presencia de las protestas feministas como el día a día de las mujeres, enriqueciendo aún más la trama.
Liceaga imprime la eternidad fugaz de las relaciones de pareja que sólo entendemos nosotros como generación. Tal vez sabemos que todo es fugaz, pero a la vez nos obsesionamos con revisar los recuerdos de Facebook. Con esta idea de que todos estamos hechos de mañas, gestos, palabras de gente que nos quiso o que nosotros amamos en algún momento de nuestra vida, e inevitablemente nos preguntamos, ¿qué habré dejado yo en esta persona?

Las parejas milenials son todo un caso. Muchos pensamos que es demasiado trabajo y nos da flojera pensar en ello, pero inevitablemente terminamos teorizando al respecto. En varias ocasiones, mientras iba leyendo, me quedaba pensando, ¿no le molesta que tal persona le pague todo o que parezca condescendiente con esto otro? Sólo para que se confirmara después que sí era un problema; no el problema central, pero sí una de las aristas.
Leer La sombra de los planetas es muy divertido. Porque como es un día de esta pareja, te quedas súper picado (como cuando lees un hilo de Twitter donde cuentan un storytime). Me gusta que se hace visible cómo es que los memes son reflejo tal cual de las actuales relaciones de pareja, que mientras caminamos por la ciudad podemos estar riéndonos y de un momento a otro se nos atraviesa un muro rayado acusando a alguien de violación. Que nuestro arte esté con esta gente que no le importa una mierda qué está pasando con el mundo y aún así sigue acá intentando hacer lo mejor posible no sólo para su existencia, sino para disfrutar un poquito el cachito de vida que le tocó.
Con esto, regreso al principio, ¿verdad que ahora parece una gran responsabilidad vivir?, ¿deberíamos agradecer que no nos abortaron o simplemente hacer lo que podamos porque nadie de aquí ha pedido nacer? Como sea, tal vez sólo nos queda atesorar los cachitos que otras personas nos han dejado como muestra de un amor que mutó a eso y guardar silencio cuando nos acordemos que hace años, esa acción, esa calle, esa persona nos hizo ser inmensamente felices. Con eso nos quedamos, porque a fin de cuentas, nada es para siempre, pero siempre podemos mentirnos a nosotros mismos.

amor millenial Gabriel Rodríguez Liceaga La sombra de los planetas novela Random House reseña
Anterior Siguiente