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La reinvención del Carlos Fuentes más leído y también del poco conocido
Carlos Priego Vargas comment 0 Comentarios

Alfaguara conmemora la el aniversario del autor de La silla del águila, Vlad y La región más transparente

“La obra de Carlos Fuentes puede llegar a nuevos lectores”, señala convencida Mayra González, directora de Alfaguara México, y reconoce que la fórmula está en encontrar y dotar al lector con aquellos “tomos con los que se puede abrir brecha y a los que se pueden acercar tranquilamente”, y después presentarle “el resto de la obra que puede ser más demandante”. Entusiasmada, la editora mexicana cuenta que cuando llegó a Santillana—antes de que formara parte de Penguin Random House—  le tocó trabajar con las pruebas de La silla del águila (Alfaguara, 2003), “en aquél tiempo el editor Ramón Córdoba me dio los negativos para que yo los revisara antes de que se fueran a imprenta”. Esta conversación coincide con el “cambio generacional” que vive la obra el autor mexicano y que inició con la publicación de los seis primeros títulos de la que ahora llevará el nombre de “Biblioteca Carlos fuentes”, presentada este mes con motivo del 93 aniversario del natalicio del escritor mexicano y que cuenta con portadas diseñadas por el ilustrador Alejandro Magallanes.  

Contenta de ser la cabeza visible de este proyecto pensado en conquistar un nuevo público lector dice: “esto no es un rescate. Se trata más bien de buscar la manera de dar un giro a la permanencia de la obra de una de las figuras fundamentales de nuestra narrativa” y lamenta que siendo la obra de Fuentes “una biblioteca tan amplia y tan compleja, habitualmente nos quedamos con las obras de siempre: La región más transparente o La muerte de Artemio cruz, hay muchas otras obras que nos ayudan a ver completo el perfil de Carlos”.

En una hoja de papel con fecha de mayo de 2012 Carlos Fuentes apuntó con bolígrafo negro una lista de escenas y personajes, “El baile del centenario”, “Madero”, “la madrugada”, Madre e hijo”, se creé que esto fue el esqueleto de lo que pudo ser su última novela. Hoy esa hoja descansa en la pared de su escritorio junto con sus libros y otras pertenencias que están a resguardo de Silvia Lemus, esposa durante los últimos cuarenta años de vida de Fuentes y ahora encargada de su obra. Desde su deceso, se decidió no publicar material póstumo de Fuentes excepto por Aquiles o El guerrillero y el asesino (Alfaguara, 2016) una novela inédita que estuvo al cuidado del escritor peruano Julio Ortega y de Silvia Lemus. Pero a la fecha no hay más proyectos póstumos, “seguramente hay varias ideas por ahí pero no creemos que sea buena idea trasladarlas a un libro cuando eran apenas ideas, probablemente una semilla de novela. Con la obra de Carlos Fuentes Silvia, su agencia literaria y nosotros somos muy cuidadosos”. En cambio, la editora explica que aunque “los proyectos escritos estaban concluidos”, durante los últimos años pusieron mucho empeño en la recuperación de sus conferencias, prueba de ello son las antologadas en A viva voz (Alfaguara, 2019). “Sabemos que él era un gran orador, hablaba de casi todo,  entonces estamos tratando de hacer grupos temáticos para  obsequiarle al público ese otro Carlos Fuentes pero esa es otra travesura“, sonríe.

Carlos Fuentes siempre ha estado presente en las letras mexicanas y latinoamericanas, este año sus lectores vivirán una especie de reinvención de quien abordara la novela histórica, fantástica, además del ensayo. Con la reedición de Inquieta compañía, Gringo viejo, La silla del águila, Vlad, Cuentos naturales y Cuentos sobrenaturales, la editorial Alfaguara inauguró un proyecto de largo aliento que se marcó como objetivo “buscar y llegar a nuevos lectores”, meta que pretende conseguir trasmitiendo una nueva imagen, a partir de una lectura más atrevida sobre la obra del escritor mexicano.

Proyecto que indaga en una faceta más oculta del escritor

Vlad, La silla del águila, Inquieta compañía, Gringo viejo, Cuentos sobrenaturales, La campaña, El espejo enterrado… La herencia literaria de Carlos Fuentes vive más que nunca estos días en México. La obra del ganador del premio Cervantes de 1987 es recordada con aprecio, “sin su obra los mexicanos no seriamos los mismos”, dice Ignacio Solares y continúa: “no tendríamos la identidad que tenemos  si no fuera que ya ha pasado por nosotros un libro tan magistral, tan definitivo como La región más transparente”.

Desde Los días enmascarados, publicada en 1954, hasta Cuentos sobrenaturales, de 2007, —no olvidando Cantar de ciegos, La frontera de cristal e Inquieta compañía, Fuentes demostró que la fantasía también fue materia de primer orden para su escritura. Su afición por relatar entelequias lo sitúa junto a otros grandes narradores hispanoamericanos como Jorge Luis Borges, Julio Cortázar, Juan José Arreola, Felisberto Hernández y Julio Torri, incluso José Donoso.

“Personalmente yo quise que Vlad fuera uno de los primeros libros en reeditarse. Intenté tenerlo listo en octubre para hacer el juego con el día de muertos y el vampiro chilango de Carlos Fuentes”. Señala Mayra y continúa, “Vlad es una pieza clave de la literatura fantástica en español y poco conocida “.  

Una obra que perdura

Cuando se piensa en el boom hispanoamericano los nombres del colombiano Gabriel García Márquez, el argentino Julio Cortázar o el peruano Mario Vargas Llosa aparecen en la mente con facilidad ya que —merecimientos aparte— sus obras fueron transformadoras de las convenciones establecidas de la literatura latinoamericana. Esa suerte de justicia literaria no se aplica muy bien al escritor mexicano, especialistas en el tema ubican el inicio del movimiento literario  en el año de 1962 —fecha en la que se publicó La ciudad y los perros de Mario Vargas Llosa— pero hay quien propone que la obra que planteó los cambios estilísticos e ideológicos propuestos por el boom fue La región más transparente. Sobre ella, el escritor y periodista, Carlos Monsiváis señaló: “fue el primer gran retrato de la modernidad urbana, y le dio a los lectores un retrato a tal punto enérgico, sustentado en la gran prosa de Fuentes, que también fue un acontecimiento social”.  Después de su publicación, en 1958, la ciudad se hizo visible y se convirtió en un personaje literario que años después fue retomado por extraordinarios escritores y cronistas como Juan Villoro quién explica el acontecimiento de esta manera: “la Ciudad de México podía ser capturada por completo y Carlos Fuentes fue su último cartógrafo de conjunto. Los que llegaron después asumimos otros desafíos”.

Con esto en mente, la Universidad Nacional Autónoma de México abrió en 2020 la Cátedra Extraordinaria Carlos Fuentes de Literatura Hispanoamericana. Pensada como un homenaje al escritor, el programa pretende generar un espacio en el que se siga estudiando y divulgando su obra, pero en el que, fundamentalmente, se difunda, estudie y realicen actividades que permitan una reflexión continua sobre la literatura hispanoamericana reciente. “La nueva literatura era algo que a Fuentes le preocupaba mucho. Siempre estaba leyendo a los escritores jóvenes. Esto es un buen ejercicio para que ellos regresen a Fuentes con más fuerza. Creo que sí es importante que lo pongamos sobre la mesa y que estos nuevos autores vuelvan al maestro. No para que escriban como él, pero sí para que ese bagaje que tenía, que puede darnos una biblioteca como la de Carlos Fuentes, muestre ciertos caminos, ciertas provocaciones y preocupaciones de Carlos Fuentes en su época y por qué no, dialogar con ella”, aclara González.  

Escritor con quien fue fácil trabajar

Las otras seis obras que verán luz el próximo año, apropósito del aniversario póstumo del autor, son: Aquiles o El guerrillero y el asesino, Terra Nostra, El espejo enterrado, La muerte de Artemio Cruz, El naranjo y La región más transparente, “decidimos completar el proyecto con las obras más icónicas del autor”, informa la editora.

Después de La silla del águila, a Mayra le tocó revisar otros textos junto a Ramón Córdoba y  Marisol Schulz, así descubrió que “Carlos Fuentes fue un escritor con quien era fácil trabajar. En ocasiones, Ramón Córdoba le decía:

—oiga, maestro: cuando comenzó la novela el personaje tenía 25 años y aquí ahora tiene 21.

Y Carlos contestaba:

 —Ay, ¡qué bueno que está usted aquí! ¡Qué bueno que se dio cuenta!”, apunta González con una sonrisa y luego se queda pensando, “¡imagínate! y recordar que yo leí Aura en la escuela y después las notas sobre sus últimas novelas las revisé en negativos”. 

En los libreros de la editora hay cientos de ejemplares, del lado derecho está la nueva edición de Vlad, del otro lado varios ejemplares de la que en su momento se llamó la “colección tipográfica”Cambio de piel, La muerte de Artemio Cruz— “Cuando Carlos Fuentes llegaba a la editorial” —cuenta González—, “todo el mundo preparaba la Coca-Cola que le gustaba tomar. Llegaba y saludaba a todos, aparte de gran escritor era un encanto de persona”.  Después de comenzar a editar, con los cambios que llegaron a la editorial, Mayra llegó al departamento de comunicación, “mi primera responsabilidad como encargada de prensa de todo Grupo Santillana —al que llegó en abril del 2012—fue el anuncio de la muerte del autor. “ Yo todo el tiempo  he sido lectora de Fuentes, todo el tiempo estoy al pendiente de su obra” y ahora que está al frente de la dirección de editorial Alfaguara, desde 2018, siempre piensa en qué más hacer con Carlos Fuentes, ¿cómo trabajar con su obra? y ¿Cómo llevarla a más lectores? Es su preocupación constante.

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