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La nueva novela negra latinoamericana
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Últimamente he tenido la fortuna de leer varias novelas con grandes dosis de intensidad en lo que se refiere al género negro. La más reciente fue la del escritor argentino Kike Ferrari, Que de lejos parecen moscas publicada en el 2018 y galardonada con el premio Silverio Cañada a la mejor Opera Prima Criminal en la Semana Negra de Gijón. Y no es para menos ya que es una novela corta, sí, pero de un alto calibre, bien escrita, con un ritmo endemoniado, frases concretas y una historia llena de adrenalina, venganzas e infidelidades.

La trama me recuerda a ese símil de la bomba escondida debajo de una mesa que empleaba Hitchcock cuando hacía alusión al buen manejo de la sorpresa y el suspense, debido a que, desde el inicio, somos testigos de la tragicomedia del señor Machi, un ser parecido a cualquier político o empresario de la actualidad, quien pronto se dará cuenta que vive rodeado de personas que lo odian o/y aborrecen y prefieren mil veces verlo muerto. Todo comienza una linda mañana cuando al señor Machi se le pincha la llanta de su lujoso BMW y al tener que buscar la pieza de repuesto descubre un cadáver al que le han borrado el rostro de un disparo, además de estar atado con las esposas de peluche que utiliza con sus diversas amantes, encerrado en su cajuela. Así inicia ese infierno tan temido y una novela negra, negrísima en la que no habrá final feliz para nadie.

A través de 45 frenéticos capítulos escritos con una agilidad envidiable conoceremos a nuestro protagonista, el señor Machi, su característico el estilo de vida y el alto costo que tiene que pagar por conseguir tener éxito en la sociedad a costa de los demás, sin embargo, su pasado negro pronto sale a relucir para dejarnos ver que todo (y todos) en este mundo tienen un precio y siempre habrá alguien dispuesto a pagarlo.

Un dato curioso es que en el cuento “El martillo de Dios” del escritor inglés G. K. Chesterton, creador del cura-detective padre Brown, hay una parte que me llamó la atención porque el padre Brown menciona que el culpable de esa historia es un hombre que:

“Creyó que le era dado juzgar al mundo y castigar al pecador. Nunca se le hubiera ocurrido pensar tal cosa si hubiese tenido la costumbre de arrodillarse en el suelo, como los demás hombres. Pero desde arriba, los hombres le parecían insectos. Y distinguió a uno, justamente debajo de él, faroleando muy orgulloso, y que llevaba Sombrero verde… ¡Era un insecto ponzoñoso!”

Esto me recordó al título de la novela de Ferrari porque hay una parte en la que el señor Machi utiliza la expresión, primero para referirse a sus subordinados, y luego, cuando tira una lapicera por la ventanilla de su BMW para segundos después observar cómo un camión la hace pedazos, «un montón de pedacitos que de lejos parecen moscas. Moscas enloquecidas.»

 Sin lugar a dudas, Kike Ferrari demuestra un profundo dominio del género que patentara Hammett en el siglo pasado, a tal grado que, supo apropiarse de él y hacerlo suyo sobre todo porque no sólo escribe sino también reescribe una historia que, si bien sucede en Buenos Aires, lamentablemente podría ubicarse en cualquier parte del continente. En tan sólo 168 páginas narra las últimas 24 horas del señor Machi y su descenso a los infernos más oscuros de la misma sociedad, además de darnos un merecido final de nocaut que nos dejarán satisfechos.  

Que de lejos parecen moscas es una novela negra en toda la extensión de la palabra que lleva al género a otro nivel porque rompe con los viejos modelos de la novela negra estadounidense que aún imperan en varias partes del mundo y demuestra que en Latinoamérica hay una gran cantidad de escritores que continúan construyendo su propia tradición lejos del mismo canon. Todo esto con un interesante trasfondo de denuncia, crítica y reflexión sobre la época en la que nos tocó vivir. Ferrari fue la punta del iceberg que abrió el camino para toda una nueva generación de escritores que vienen proponiendo novelas frescas, atractivas y violentas en las que reflejan un panorama poco alentador de nuestras sociedades capitalistas. Y si me preguntan puedo decir que, estamos ante un nuevo «boom» de la novela negra que tiene su epicentro en América Latina.

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