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La historicidad del narcotráfico en México
Daniel Sotomayor Vela comment 0 Comentarios

La violencia derivada de las pugnas entre el narcotráfico, las Fuerzas Armadas y otras agrupaciones paramilitares continúan azotando al país, los daños colaterales que genera son difíciles de cuantificar y, en la mayoría de los casos, no son sencillos de tipificar, clasificar y explicar.

Lo anterior porque existen diversas interpretaciones sobre éste fenómeno, entre ellas, las emanadas desde el gobierno federal; mismas que cambian de acuerdo con la lógica política de qué partido haya estado al mando del Poder Ejecutivo. Además, existen trabajos, textos y reflexiones sobre la violencia del narcotráfico desde centros de pensamiento, academias y la prensa. Estas posturas también difieren entre sí, sin embargo, hay quienes plantean aproximaciones críticas que pueden ayudar a entender el entramado sociopolítico y económico que rodea a este fenómeno global que afecta al país y no es ajeno al contexto internacional.

A través de los medios de comunicación y de la información del tiempo presente pareciera que el narcotráfico y los problemas relacionados con él no tienen ni principio ni fin, que es un problema endémico que crece de forma exponencial y nadie puede, o no quiere, detener. Algunos de ellos son la corrupción, lavado de dinero, tráfico de armas y de influencias; homicidios dolosos, sobrepoblación en las prisiones, persecución política, arrestos injustificados y ejecuciones extrajudiciales, por mencionar algunos.

No obstante, con el paso de los años, la apertura y desclasificación de ciertas fuentes de archivo, tanto en México y Estados Unidos, ha abierto la caja de pandora y parte de las estructuras del narcotráfico. Con base en lo anterior, las narrativas, discursos, explicaciones e interpretaciones sobre este fenómeno han cambiado. Por ello, es posible acotar que la investigación crítica está haciendo un giro de tuerca para poder entender desde otros ángulos la génesis, condición de posibilidad y continuidad del narcotráfico, a pesar de los cambios sexenales y de partidos al mando del gobierno federal.

El presente texto hará una reseña general sobre tres estudios recientes que abordan este fenómeno, mismos que tocan aristas puntuales y con una metodología específica que permitió a los investigadores generar interpretaciones cuantitativas, cualitativas y de historia política-diplomática. Además, también ha sido posible trazar la historicidad del problema del narcotráfico en México. Grosso modo, esta se puede rastrear desde hace poco más de cien años, cuando la Revolución mexicana estalló en la frontera norte. Sin embargo, cabe aclarar que la presencia, producción y comercialización de estupefacientes como adormidera, marihuana, amapola, morfina y opio, estuvieron presentes en las farmacias y boticas mexicanas desde el siglo XIX. En aquel entonces, había ciertas regulaciones por el Departamento de Salubridad para su venta como remedios para afecciones, enfermedades y otros problemas de salud.

La presencia de las drogas en México cambió paulatinamente a principios del siglo XX, cuando a nivel mundial se organizaron convenciones para contrarrestar y prohibir la producción y comercialización del opio, después marihuana y cocaína. Las primeras legislaciones para controlar su venta en el país datan del gobierno de Venustiano Carranza, pero debido al estado de guerra interno en México, fue difícil hacerlas valer. Cabe señalar que en Estados Unidos, las drogas, también comenzaron a ser perseguidas y penadas por diversas legislaciones. Ello fue una condición de posibilidad para favorecer el contrabando de las mismas por la frontera México-Estados Unidos. Por ejemplo, el gobernador del otrora Territorio de Baja California durante la segunda década del siglo XX, Esteban Cantú, favoreció esta situación, presuntamente, bajo el amparo y complicidad del gobierno federal.

Esta cuestión nunca se detuvo y creció, en tanto, ya desde aquel entonces se registraron sucesos delictivos relacionados con el comercio ilícito de las drogas. También las ciudades del sur de Texas se volvieron focos rojos relacionados con el contrabando de drogas. La cuestión es que estos índices nunca desaparecieron, ni han descendido tampoco.  Ahora bien, para entrar en materia, a continuación haré mención de los siguientes estudios y en el orden señalado: Cien años de espías y drogas (Debate, 2022) de Ricardo A. Pérez Ricart; La guerra en las palabras. Una historia intelectual del narco en México (1975-2020) (Debate, 2022) de Oswaldo Zavala; y Votos, drogas y violencia (Debate, 2022) de Guillermo Trejo y Sandra Ley.

El orden y selección de estos estudios se justifica debido a que cada investigación aborda una arista específica relacionada con el problema, interpretación e historia del narcotráfico en México. Asimismo, puede ofrecer una guía histórica para el estudio del mismo que abarca más de cien años y sus relaciones con la política mexicana e internacional; cuestiones electorales y la diplomacia con Estados Unidos, entre otras, que siguen vigentes.

Cien años de espías y drogas de Ricardo A. Pérez Ricart

Este estudio es pionero en hacer una investigación histórica puntual sobre la presencia de agencias y espías antinarcóticos estadounidenses en México, específicamente la Administración Federal Antidrogas (DEA, por sus siglas en inglés). Cabe señalar que el periodista Jesús Esquivel también ha escrito sobre estos temas, sin embargo, desde una mirada periodística, no por ello poco crítica, sus libros también contienen guías de investigación considerables.[1] El objetivo de Ricardo A. Pérez Ricart fue desentrañar los mitos y errores explicativos, así como interpretativos, que existen en relación con la presencia de los agentes antinarcóticos en México.

Para ello, Cien años de espías y drogas se adentra en los antecedentes de la DEA y de personal diplomático y político de Estados Unidos que operó en México con el objetivo de contrarrestar el tráfico de drogas hacia el vecino del norte. En nuestro país se ha propagado la idea de que los gobiernos posrevolucionarios fomentaron la persecución de estupefacientes debido a la presión de la Casa Blanca. No obstante, la trama tuvo un cariz distinto, con base en comprobación empírica, Pérez Ricart señala que ciertos agentes antinarcóticos recibieron ayuda de las autoridades estatales mexicanas para inmiscuirse en la persecución del comercio de drogas; específicamente de los gobiernos y policías locales en los estados de Sonora, Sinaloa, Chihuahua, Tamaulipas, y el otrora Distrito Federal. Otras agencias mexicanas involucradas en la persecución de las drogas, y que también favorecieron su tráfico, fueron la policía política emanada de la Dirección Federal de Seguridad (DFS), la Policía Judicial Federal (PJF) y la Procuraduría General de la República (PGR).

También se da cuenta que el problema es binacional e internacional, sin embargo, los agentes estadounidenses tienden a buscar culpables en México y no se responsabilizan por el consumo de drogas que existe al norte de la frontera. Otro aspecto es que, en su mayoría, estos personajes tendían a mentir, exagerar y tomar acciones fuera de las legislaciones y estructuras emanadas desde el gobierno de Estados Unidos para interferir en otras naciones para combatir el problema de las drogas.

Como parte de la narrativa general, Pérez Ricart da cuenta de los cambios estructurales y cualitativos que tuvieron las agencias antinarcóticos en México. Un parteaguas de lo anterior, que aún genera controversia política, fue el asesinato del agente de la DEA, Enrique Camarena, en febrero de 1985. Grosso modo, se acusó al llamado Cártel de Guadalajara, bajo el liderazgo de Miguel Ángel Félix Gallardo y Caro Quintero, entre otros. Cabe señalar que el agente Camarena no fue el primero que falleció como consecuencia del tráfico de drogas en México. Sin embargo, su deceso causó un terremoto político, que dio paso a una mayor financiación de la DEA y riendas para seguir operando, aún cuando el discurso oficial dijo poner trabas, esto no tuvo muchos frutos.

La guerra en las palabras. Una historia intelectual del narco en México (1975-2020) de Oswaldo Zavala

Este libro es fundamental para comprender cómo es que los gobiernos mexicano y estadounidense se han valido de la llamada “guerra contra el narco” para sustentar la introducción del neoliberalismo en México.

Retomando el Plan Cóndor (1975-1985), para combatir el tráfico y producción de drogas, Zavala argumenta que, en ambos países se construyó la figura de los grandes capos, narcos, cárteles y demás traficantes violentos que, presuntamente, fueron y han sido un peligro para el Estado mexicano. Para ello, el gobierno -al modo estadounidense- creó la DFS, una policía de espionaje político que se dedicó a las ejecuciones extrajudiciales y debía combatir a los traficantes de estupefacientes. Sin embargo, sus miembros tenían contacto con los sujetos que decían combatir, al mismo tiempo que reportaban sus actividades a sus superiores.

Zavala divide su relato en cuatro rubros, que abarcan el inicio del combate contra las drogas entre 1975 y 1985; después explica cómo EU, bajo sus políticas de seguridad nacional, se adentra en la vida política de México con la implementación de una “doctrina securitaria”. Esta corresponde con señalar a los supuestos grandes narcotraficantes como los enemigos máximos del Estado e internos de la sociedad.

La tercera y última parte se inscribe en el periodo neoliberal (1994-2020) y explica los diferentes usos políticos que se le otorgan a las organizaciones criminales. Junto a ese proceso, Zavala argumenta cómo se generó una industria de entretenimiento que nada explica el fenómeno y sólo tiende a reforzar la concepción que se tiene de los “narcotraficantes” como sujetos viles e infrahumanos que solo se asesinan entre sí. A su vez, el punto nodal es observar que la “guerra contra las drogas” en México no inició en concreto en enero del 2007 durante el sexenio de Felipe Calderón y tras la firma de la Iniciativa Mérida, sino que se puede rastrear desde el Plan Cóndor entre 1975 y 1985.

Por último, Zavala analiza el fin oficial que puso el presidente López Obrador a la “guerra contra las drogas” al inicio de su sexenio. No por ello concluyó la militarización, despojo, desaparición, control migratorio y violencia contra la sociedad, además de la injerencia de los cárteles Jalisco Nueva Generación, del Noreste, Santa Rosa de Lima, Guerreros Unidos y otros.

Votos, drogas y violencia, de Guillermo Trejo y Sandra Ley

Este libro explica la conexión causal, tanto cuantitativa como cualitativa, del incremento de la violencia relacionada con las organizaciones delictivas con la apertura democrática en México después del 2000.

El punto de inflexión y recrudecimiento de esta violencia fue en 2007 cuando el entonces presidente Felipe Calderón declaró la “guerra contra el narcotráfico”. Cabe señalar que Trejo y Ley no descartan la dimensión global del crimen organizado y la posición de México en los circuitos internacionales que, a su vez de forma no casual, incentivan este negocio ilícito.  Además, se debe tener presente la importancia de la firma de la Iniciativa Mérida (2008) entre México y Estados Unidos, que permitió la infiltración de agentes de la DEA y la CIA en México, así como una mayor injerencia de las Fuerzas Armadas mexicanas en organizaciones criminales.

El centro de la investigación radica en presentar cómo los ritmos político-electorales en determinados estados, influyen en la forma en la que el crimen organizado se relaciona con la sociedad. Destacaron que durante el sexenio de Felipe Calderón, los estados y municipios donde gobernaron políticos no afiliados al PAN, los índices de violencia relacionada con el crimen organizado fue mayor.

Asimismo, con base en estadísticas, comprobación empírica, entrevistas y ejercicios de ciencia política, Trejo y Ley señalan que entre 2007 y 2012, los estados gobernados por el PRD fue donde hubo más homicidios hacia civiles y miembros del partido. Esta cuestión plantea que los grupos del crimen organizado han diversificado su rango de operaciones y no se debe despolitizar sus acciones, como se hace en el discurso público. Este libro es una propuesta desde la ciencia política para comprender cómo interactúa y cambia el crimen organizado a partir de los movimientos electorales.

En efecto, la aproximación cuantitativa y cualitativa que hacen Trejo y Ley se desmarca de la literatura existente sobre la “guerra contra el narcotráfico” en México. Sin afán de señalar culpables, perpetradores e ineptitud política, este estudio pretende explicar cómo es que las organizaciones criminales tienden a funcionar políticamente. Muestra cómo influyen en los gobiernos y en la ciudadanía, con base en el despliegue del terror, mediante la violencia homicida y la amenaza de morir, para sólo acrecentar las estadísticas de fallecidos en la “guerra contra el narco”.


[1] Vid. Jesús Esquivel, La CIA, Camarena y Caro Quintero. La historia secreta, México, Debolsillo, 2021, 196 p; Jesús Esquivel, La DEA en México. Una historia oculta del narcotráfico contada por los agentes, México, Debolsillo, 2021, 255 p.

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