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La campaña de Carlos Fuentes y la idealización de la patria
Andrea Pulido Watts comment 0 Comentarios

“No hay revolución que no empiece en las conciencias. Todo lo demás sigue de allí.” Esta frase de la novela histórica, La campaña de Carlos Fuentes, funciona como un núcleo de las principales ideas que se narran en ella. Este año se celebran 30 años de su publicación y la reedición de Alfaguara llega justo en una época donde es necesario cuestionarnos todo lo que entendemos sobre la historia. La campaña recrea hechos y personajes históricos reconocidos de América Latina en el fondo de la narración y describe los paisajes como la pampa de Argentina, el altiplano en Perú, los grandes terrenos de México y los puertos de Chile. Por encima de este contexto se encuentra una narración ficticia, una representación imaginaria y romántica de quiénes fueron los independentistas, cómo importaron nuevas corrientes filosóficas a los países latinoamericanos y los compartieron con sus ciudadanos. Fuentes nos muestra un lado más empático de los héroes de la patria, presentándolos con sus personalidades problemáticas, así como con sus ideales apasionados que los llevaron a buscar un cambio radical y una justicia renovada.

La narrativa se enfoca en la odisea de su protagonista, Baltasar Bustos, un joven abogado, criollo argentino, hijo de un líder de gauchos, ilusionado por sus lecturas filosóficas como el Cándido de Voltaire y Las confesiones de Rousseau. Baltasar Bustos es casi como una caricatura del romántico decimonónico, enamorado de sus recién leídos ideales, cegado por la pasión de un futuro completamente distinto para su país y el resto de las colonias españolas. Manuel Varela, uno de sus amigos más cercanos y otro de los protagonistas de la historia es quien nos narra las aventuras de su compatriota. Por lo tanto, al estilo de La nueva Eloísa de Rousseau –uno de los libros más leídos de esa época–, esta novela es también epistolar, ya que los hechos se conocen gracias a las cartas que intercambian sus personajes principales. De esta forma, acompañamos a Baltasar con sus íntimos pensamientos en su campaña política por América Latina, donde forma parte de las diversas luchas independentistas y se codea con icónicos personajes patrios. Como en muchas de sus otras novelas, Fuentes cambia la voz narrativa, a veces en primera persona, a veces en tercera, para mostrarle a los lectores varios puntos de vista. Así, nuestra visión de las revoluciones latinoamericanas es periférica y somos capaces de entender los diferentes matices que se viven en una guerra. No es fácil juzgar a personajes que alguna vez fueron reales, de carne, hueso y emociones complejas, pero sí podemos revisar y estudiar lo que representan para América Latina.

Esta novela cuestiona esa costumbre de enaltecer los conceptos como “patria” o “nación”, y por consecuencia, a aquellos quienes introdujeron y establecieron dichas ideas en los países latinoamericanos. Si bien las revoluciones independentistas en nuestro continente fueron un empuje enorme hacia el progreso, la modernidad y el acceso a la libertad y justicia, la realidad es que no todos sus propósitos fueron cumplidos y estos ideales no alcanzaron a todos los ciudadanos. En su campaña por Argentina, Perú, México y Chile, Baltasar Bustos encuentra una visión más íntegra de los hechos, deja atrás un poco de su romanticismo, pero sin perder esa energía revolucionaria que lo movió desde el inicio a buscar justicia con su propia mano y a dar los primeros pasos para alcanzarla.

Después de vivir una decepción amorosa, de cortar ciertos lazos con sus orígenes, de reconectarse superficialmente con la naturaleza, de ver con ojos bien abiertos el paisaje latinoamericano y desarrollarse personalmente en este, Baltasar Bustos termina por comprender mejor esa triste división entre estratos socioeconómicos y jerarquías racistas, y que, para alcanzar una verdadera libertad individual y colectiva, aún falta un largo tramo por recorrer. Así, Carlos Fuentes invitó desde hace décadas a la sociedad latinoamericana a comenzar una revisión seria de su historia, a crear conciencia sobre su realidad y reflexionar que, quizá, es necesario redefinir esa libertad que creímos conseguir e imaginar, como lo hicieron los héroes patrios en el siglo XIX, una nueva utopía para América Latina.

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