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Jarvis Cocker es hardcore
Joaquín Guillén comment 0 Comentarios

La primera canción que escuché escrita por Jarvis Cocker fue “Mile End”. La escuché sin conocimiento previo porque es parte del soundtrack de Trainspotting. Amé la película. Yo estaba en mi Adolescencia Media, que es como refiero al periodo en mi vida en el que apenas estaba descubriéndome como persona; ya afuera de la etapa en la que más bullying escolar sufrí pero aún con varios años formativos por delante. A menudo escucho que se descartan gustos, estilos de vida, palabras, decisiones de vida por ser de la adolescencia pero esta no fue mi experiencia. Ya que logré zafarme aunque sea un poco del bullying y había asumido mi alienación social, comencé a explorar qué era lo que resonaba conmigo. “Mile End” lo hizo.

Sospecho por eso que leer la introducción de Madre, hermano, amante fue como descifrar un código cuyo mensaje ya conocía:

Me llamaba la atención la enorme divergencia entre cómo se describían las relaciones en las canciones que escuchaba por la radio y mi experiencia en la vida real […]. Así que decidí intentar equilibrarlo, introduciendo en ellas la torpeza y todos los momentos incómodos. A lo mejor las letras no eran tan importantes para el éxito de una canción, pero me di cuenta de que para mí sí importaban. Siempre estaba buscando algo en ellas que generalmente no encontraba. Había amado la música pop desde una edad muy temprana y ahora quería que me acompañara durante la adolescencia, así que acabé documentando mi adolescencia a través de la música pop.

En Madre, hermano, amante (Reservoir Books, 2012) Jarvis Cocker hace una recopilación de las letras de las canciones de Pulp. “Nunca tuve la intención de ser un letrista”, advierte al inicio, sólo para discurrir después en la importancia de la relación entre la instrumentalización y las palabras que eventualmente deviene en canciones. Tampoco se siente cómodo con etiquetar este trabajo como poesía (“las letras no son poesía: son las palabras de una canción”), lo que representó un reto importante sobre cómo presentar Madre, hermano, amante.

La disposición de cómo se presentan las líneas de estas canciones no sigue los parámetros tradicionales del verso, ni en métrica ni en rima, esto con la intención de hacer que la palabra “pueda sostenerse, finalmente, por su propio pie”. Los textos que componen Madre, hermano, amante (cuyo nombre en inglés, Mother, Brother, Lover viene de una rima recurrente en las canciones de Pulp) pueden leerse más del lado narrativo (“Common People”) o del lado ensayístico (“Help the Aged”), y vienen acompañados con notas, un pequeño detrás de cámaras de algunas referencias a lugares, personas o momentos que inspiraron la escritura. Esta es la razón por la cual este libro se vuelve más que una recopilación de los éxitos de Pulp, además de una compra obligada para cualquier fan.

Puedo escuchar otras canciones, otros grupos y también resuenan en mí, pero lo que distingue a las letras de Jarvis Cocker es que sus referentes y sus temas están fundamentados en una experiencia honesta y sin filtros de su vida: “Nunca he llevado un diario, por lo que las canciones son lo más cercano que tengo a un registro de mi desarrollo personal (o la falta de este). Si mientras tanto he aprendido algo sobre escribir canciones, es que para que suenen verdaderas deben estar ancladas en tu propia experiencia personal”.

La insistencia de Jarvis Cocker de no llamarle poesía a las letras de sus canciones me recuerda a las discusiones que hubo después de que Bob Dylan ganara el premio Nobel de literatura. Se habló mucho de la tradición de la poesía oral, de cómo música y poesía están irremediablemente unidas. Aunque Madre, hermano, amante se publicó años antes del Nobel a Dylan, creo que Jarvis Cocker se acerca a dar la respuesta que más me satisface sobre el tema. Él dice que las letras en las canciones no importan. O no importan tanto, sino que son “una obligación contractual, un mal necesario, una idea de último momento […]. Pero una vez te das cuenta de que la letra no es importante, empieza la diversión de verdad. Si nadie te escucha puedes decir lo que se te ocurra”. El adolescente que sigue viviendo en mí cree con todo su ser que así nace la literatura.

Jarvis Cocker Madre hermano amante reseña Reservoir Books

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