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Irène: Más que una novela negra
Aura Sabina comment 0 Comentarios

¿De qué hay que estar hecho para tomar con calma la visión de un par de cuerpos femeninos cercenados, brutalmente golpeados, y ya sin vísceras? ¿Qué pasará en la mente de quienes leen en la pared una inscripción: He vuelto, para la que el dedo de un cadáver fue la pluma y la sangre fue la tinta? ¿Qué pericia podría relacionar dos crímenes separados por años y modus operandi? ¿Cómo afrontar a la prensa de nota roja, rapaz siempre?

Camille Verhoeven: comandante de la Brigada Criminal, un tipo intuitivo, tranquilo, sin vicios donde refugiarse, aguzado, a quien se le describe de estatura baja y complexión media, sabe descifrar a las personas con apenas un silencio. Su vida parece tranquila al lado de Irène, su esposa, quien está esperando un hijo, y cuyos brazos y calor le dan el soporte de enfrentarse cada día a la crudeza de la muerte.

Irène, por su parte, también es muy dedicada a su trabajo y con alguna frecuencia se encuentra con Camille  para cenar en un punto medio entre las oficinas de ambos. Irène parece ser muy comprensiva con las ausencias, insomnios y distracciones de Camille, quien, si bien no es detallista, es atento y se le nota el amor que le profesa. No hay indicios de conflictos, ni siquiera por nimiedades cotidianas.

Si bien, los crímenes en París, donde tiene lugar la novela, como en cualquier parte del mundo, son frecuentes, pronto se descubre un doble feminicidio, brutal, verdaderamente brutal (y cuando hablamos de descripciones, Lemaitre es un maestro), que conmociona a la Brigada y, en pocas horas, a la prensa. Por sus características, se descubre la correspondencia con otros feminicidios cometidos años atrás. Las pistas dejadas han sido perfectamente calculadas, lo cual desquicia a Camille. A partir de ese momento, tendrá que pasar más tiempo investigando.

Afortunadamente, Lemaitre no se limita a la descripción de los personajes principales, sino que además nos interna en la vida de los compañeros de trabajo de Verhoeven: Armand, un tipo tan tacaño que es incapaz de pagar un café; Louis, el niño rico, guapo, elegante, que con el movimiento de un mechón de su cabello expresa su humor; Malevan, un hombre acostumbrado a gastar su dinero en alcohol y mujeres. Todos ellos de distintas clases sociales y con distintos atractivos. Aquí nada es gratuito, pues cada uno retomará, a lo largo de la historia, los rasgos que le permitan darle redondez y contundencia a la serie de aprietos en los que su equipo se verá involucrado durante la investigación y la manera en cómo se resolverán.

Bajo la escuela de las mejores novelas negras, Lemaitre construye esta narración de tal forma que se vuelve intertextual, en varios momentos, con pasajes de novelas que darán sentido a los hallazgos anteriores que hasta ese momento parecían inconexos en los crímenes: indumentaria de otras épocas, lugares remotos o prácticas sexuales poco comunes. Cada elemento del pasado abonará, de manera asombrosa, al final de la historia sin perder de vista quiénes son los personajes claves en la historia. La minuciosidad del narrador permite adentrarse en todas las atmósferas, en un  clima emocional y caótico, sin perder agilidad en cada línea. Sin duda, Lemaitre conoce y sabe manejar el suspense pericia y elegancia, evadiendo a toda costa los  clichés de la novela negra.

Irène es el primer libro de una tretalogía: Alex, Rosy & John y Camille. Sin más, Pierre Lemaitre, ganador del premio Goncourt 2013, es un novelista que debe ser leído, no solamente por los aficionados a la novela negra, sino a la comprensión de la conducta.

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