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Hanya Yanagihara: "Una forma de hablar del futuro es refiriéndose al miedo del presente"
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Rueda de prensa de Hanya Yanagihara por la publicación de Al Paraíso. 9 de febrero de 2022.

La escritora Hanya Yanagihara (Los Ángeles, 1975) sacudió el panorama de la novela estadounidense con una narrativa cruda y un libro durísimo como lo fue Tan poca vida (Lumen, 2021). La autora sigue sorprendiendo, ahora con Al paraíso (Lumen, 2022) un libro conformado por tres partes en las que, en tres épocas diferentes, conocemos a personajes complejos que, si bien viven en una versión alternativa de la sociedad norteamericana, llevan luchas que no nos son ajenas.

La autora estadounidense ofreció una rueda de prensa por el lanzamiento de esta última novela en la que enfatizó las angustias que sirven de detonante para su escritura: “una forma de hablar del futuro es refiriéndose al miedo del presente, lo que más nos preocupa y lo que no sabemos cómo resolver.”

¿Plantear una novela en un futuro totalitario es una forma de recordarnos que la democracia y las libertades individuales no están siempre garantizadas?

Es una pregunta interesante, pero realmente lo que me planteaba era más bien si la libertad personal no contradice la idea de libertad nacional. Es decir, cuando adoptamos una postura o decidimos hacer algo, ¿acaso esto niega la libertad de los demás o la potencia, la empodera como nación? En los últimos veinte años, Estados Unidos ha tenido dos retos fundamentales que han marcado la historia. Uno fue el atentado de las torres gemelas de 2001 y el otro ha sido la crisis nacional del COVID. Así pues, tras los atentados de las torres gemelas se promulgaron una serie de leyes, se pusieron en marcha una serie de políticas y, si echamos la vista atrás, ¿qué aspecto tiene desde un punto de vista histórico?, ¿hasta qué punto ha reforzado nuestras libertades? Y lo mismo va a ocurrir con el COVID, pero tendremos que esperar unos veinte años para ver hasta qué punto las leyes adoptadas por el Gobierno fueron las adecuadas o coartaron más las libertades.

A veces, ¿la ciencia ficción es la mejor manera de contar el mundo actual?

Hay un viejo dicho budista que dice que cuando hablamos del presente realmente hablamos del pasado, así que si hablamos del futuro seguramente hablemos del presente. Creo que todo libro que se ambienta en el futuro habla de las inquietudes y preocupaciones del presente; de ahí que cuando uno escribe un libro de ciencia ficción hable de los miedos del futuro. En realidad, pues, una forma de hablar del futuro es refiriéndose al miedo del presente, lo que más nos preocupa y lo que no sabemos cómo resolver. En Al paraíso trato tres ramas del terror: el totalitarismo, los problemas climáticos y la enfermedad. Esto es lo que me preocupaba y lo que tenía en mente cuando lo empecé a escribir en 2018 y que, con el paso de estos años, se ha acentuado enormemente.

La historia de los últimos cinco años en Estados Unidos —como las fake news, Trump o el asalto al Capitolio— ha influido en el proceso de la novela y el enfoque del libro. ¿Tienes esperanza en el futuro de Estados Unidos?

Efectivamente, empecé a pensar en la novela en 2016; en 2017 me documenté en profundidad y, en 2018, la escribí. Todo este proceso se vio afectado por los problemas que había en Estados Unidos como, por ejemplo, las prohibiciones impuestas por Trump. En aquel entonces, como editora del New Yorker o del New York Times, no tenía posibilidad de expresar mis opiniones políticas —no se nos permite—, así que con la novela pude expresar ese tipo de preocupaciones de una forma que no me comprometiera como periodista. Efectivamente, la novela, además, es esperanzadora. De verdad, lo es. Sin ánimo de destripar nada, es un testimonio de la resistencia individual del ser humano, de la capacidad que tenemos, independientemente de la situación terrible en que nos encontremos —política, social o del tipo que sea— de amar, de seguir adelante. En otras palabras: la naturaleza humana, la esencia humana que ningún gobierno podrá demoler jamás. Es cierto que, si bien no es optimista con respecto a la situación actual de Estados Unidos, sí que es una novela optimista con respecto a la capacidad de los estadounidenses.

¿Cuál de los tres universos en los que transcurre la novela crees que es más posible que ocurra y cuál crees que sería imposible que ocurriera y por qué?

En primer lugar, creo que de las tres Américas que se describen en el libro, la nuestra sería la de en medio; la menos probable sería la primera —sobre todo porque Estados Unidos es un país basado en un tipo de cristianismo, el puritanismo, que es uno de los principios fundadores del país—. Es más, hoy en día sigue siendo uno de los países más religiosos del mundo y sería prácticamente imposible imaginárnoslo sin el protestantismo, puesto que forma parte de la base del país.

¿Qué supuso el éxito de Tan poca vida?

Me gustaría empezar diciendo algo: cuando escribí Tan poca vida siempre supe que sería un libro que tendría lectores. Yo lo había escrito para mí, pero supe que encontraría un grupo de lectores que conectarían con lo que yo escribía porque respondería a una serie de preguntas que yo planteaba; sabía que ese grupo de lectores sería apasionado y mostraría interés en el libro, aunque no pensé que serían tantos. Tengo que decir que fue una enorme sorpresa ver y encontrar tantísimos lectores. El éxito y la acogida que tuvo el libro fue un honor y un misterio. Uno de los grandes misterios de mi vida. Nadie sabe por qué, ni siquiera la editorial. He tenido mucha suerte. Hay un par de teorías que pueden explicarlo, quizá. En primer lugar, porque se publicó en medio de dos cambios culturales muy importantes: la revelación de los abusos a niños por la Iglesia católica en Hawái y el movimiento #MeToo. Además, debido al movimiento #MeToo, surgió el planteamiento de lo que es ser un hombre, la masculinidad, lo que es ser educado sin poder expresar un tipo de vulnerabilidad como hombre. La segunda teoría tiene que ver con el ascenso de lo que yo llamo «la cultura de los fans». Cuando era joven, ser fan de algo —un videojuego, una película, un movimiento— no estaba muy bien visto, no se consideraba algo chic. Sin embargo, el libro se publicó en un momento en que este tipo de cultura empezó a tener mucha aceptación. Ahora un grupo de fans suficientemente grande tiene el poder de hacer que se vuelva a emitir o a grabar un programa de televisión, puede llevar a la cúspide un grupo de música coreano. Se ha convertido en una especie de identidad tribal: los fans han integrado su identidad con lo que siguen. Por consiguiente, los lectores también lo han integrado en su propia identidad, en su propia vida, y forma parte de ellos. Hay que reconocerlo: he tenido la suerte de tener muchísimos lectores

Se ha llegado a comparar Al paraíso con Guerra y Paz, ¿qué opinas de esta comparación?

Creo que esa comparación —si realmente se ha hecho— se debe referir al volumen o la extensión del libro. Ahora mismo, además, este tipo de literatura va un poco a contracorriente porque la tendencia literaria en Estados Unidos y en el Reino Unido es la autoficción: novelas que interiorizan mucho en las que el narrador, si no es el autor del libro, oscila entre el protagonista y el autor, siempre cerca del protagonista. Al paraíso es anticuado deliberadamente. Más bien se basa en la literatura del siglo XIX de Europa y Estados Unidos, aborda el concepto de nación, de ciudadanía, de cómo el tiempo, la suerte y los acontecimientos que le ocurren a uno en la vida nos cambian como individuos y como sociedad. Fue escrito fuera de la corriente literaria más moderna adrede. También habla de los temores, de los miedos, de la sociedad actual, de la sociedad estadounidense.

Las dos primeras historias del libro plantean relaciones íntimas entre personas que tienen un poder adquisitivo muy distinto. ¿Cómo crees que se ven afectadas las relaciones personales en estos casos y, a nivel de sociedad, dónde nos puede llevar la desigualdad?

En primer lugar, me gustaría empezar diciendo que todas las novelas hablan de dinero. Por ejemplo, si uno se fija en las novelas de Jane Austen, Tolstói u otros escritores, vemos que el dinero está presente y es un punto de fricción —además del amor y la búsqueda del amor—. Esto me parece importante y quería decirlo. En cuanto a la novela, también habla de las relaciones amorosas tal y como se entienden en Estados Unidos. Es decir, trata las relaciones amorosas y, como la sociedad está formada por grupos, también habla de la permeabilidad de estas clases. Es decir, de la facilidad que hay en Estados Unidos para subir de clase social. Por un lado, es cierto que ha sido así para un grupo pequeño de personas, ya que si reexaminamos este tema —relacionado con la movilidad social— habría que tener en cuenta si subir de clase social es una cuestión de dinero o también está relacionado con la adquisición de otros privilegios que se van consiguiendo a medida que uno va ascendiendo.

Retomando el tema que has introducido al principio, el puritanismo empieza a llegar ahora o empieza a permear en los escenarios educativos de Estados Unidos. Están quitando de los programas educativos o censurando libros tan conocidos como Matar a un ruiseñor o Maus, el cómic. ¿Qué opinión tienes de que tu libro —que, además, trata estos temas— se publique en un momento como el de ahora en el que se está produciendo esta censura y esta ola de puritanismo en Estados Unidos y en otras partes del mundo?

En primer lugar, me gustaría decir que es algo que no deja de ser simbólico porque cada vez que uno prohíbe algo siempre le sale el tiro por la culata. Prohibir un libro, o cualquier otra cosa, va a promoverlo porque va a despertar interés, sobre todo en los jóvenes, que además van a canalizar su rebeldía a través de su lectura. Así, si bien es cierto que desde un punto de vista político resulta peligroso e inquietante, desde un punto de vista práctico no genera ese tipo de efecto. Estados Unidos es un país con contradicciones y justamente estas contradicciones le dan esa energía. En este país conviven dos tipos de personas: por un lado, tienes una comunidad, —muchísima gente conservadora en el sentido tradicional de la palabra, muy religiosa— que convive con otro grupo, otra parte de la sociedad, que es la encargada de generar productos culturales de vanguardia, de subvertir determinadas convenciones, todo eso. Siempre ha habido un movimiento de tira y afloja, de avanzar y retroceder, por lo que no existe una única Estados Unidos, sino que hay distintos tipos. Esta idea de que Estados Unidos es un único país unificado y homogéneo no es verdad ahora ni seguramente lo haya sido nunca. Es decir, Estados Unidos está dentro de este tira y afloja, de avanzar y retroceder, y aunque es fundamental y lo define como tal, al mismo tiempo es desesperante para sus ciudadanos.

¿Por qué decidiste que los personajes se llamaran igual? ¿Por qué querías que se repitieran los nombres de los protagonistas?

Decidí que los personajes se llamaran igual para que el libro sugiriese que tendemos a pensar que, como individuos, somos responsables de la historia, como si las cosas fueran así y fuera nuestra responsabilidad. Pero es justamente lo contrario. No somos responsables de nada, sino que somos como somos por las circunstancias, por lo que nos ha ocurrido, por lo que pasa en la historia. Quería que se repitieran los nombres de los personajes porque en Estados Unidos existe el concepto de que uno puede llegar y convertirse en quien quiera, la sensación de que llegues de donde llegues, aquí puedes ser lo que te propongas. Pero, ¿es realmente cierto?, ¿acaso no seguimos siendo los mismos independientemente de lo que nos pase?, ¿no somos la misma persona que éramos cuando llegamos?

¿Cómo convive la faceta de Hanya como escritora y la de la directora de una revista? ¿Ese trabajo de directora tiene que ver con que no hayas vuelto a publicar nada desde Tan poca vida en 2015? ¿Cómo conviven la escritora y la directora editorial?

He estado mucho tiempo sin escribir: terminé mi primera novela en 2013 y hasta 2018 no volví a escribir nada. Es cierto que cuando empecé a trabajar como directora en 2017 sí que sabía que habría largos periodos de tiempo en los que no podría escribir, unos seis meses al año. Como periodista, siempre hay que tener al lector en mente. En cambio, como escritora, es todo lo contrario. La labor del escritor es mucho más egoísta, no hay que preocuparse ni por los hechos ni la longitud de lo que se escribe. Nada de eso. Hay que centrarse en que lo que se relate sea algo coherente e interesante, el resto es irrelevante.  

¿Cuál es el nexo que pueden tener en común el David Bingham del siglo XIX, el David Bingham del siglo XX y el David Bingham del siglo XXI? El del siglo XIX es un rico heredero, el del siglo XX es un asistente legal y en el siglo XXI es un miembro de la insurrección contra el gobierno, ¿qué tienen en común, a parte del nombre, en estos tres momentos tan distintos, tanto en el espacio como en el tiempo?  Lo primero es que, si bien son personajes y personas distintas, en el fondo ninguno de los tres se ha sentido parte íntegra de la sociedad. Se han sentido desplazados. Son conscientes de que gozan de privilegios por haber nacido en un entorno acomodado, pero no comparten ese sentimiento de pertenencia. Hay un triángulo entre ellos que se repite en la vida de todos: su personaje o pide ayuda o la recibe o alguien altera esa relación. Todos nos hemos visto en este triángulo vital en algún momento de nuestras vidas. Todos y cada uno de nosotros nos hemos visto en ese lugar.

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