Nueva aurora, nueva ciudad. Ciudad sin cabos —recuerdo o presentimiento—,
a la deriva sobre un río de asfalto…
Carlos Fuentes, La región más transparente
La Ciudad de México fue, es y será muchas cosas. Pero algo que fue y nunca volverá a ser, lamentablemente, es “la región más transparente”. El viajero y explorador Alexander von Humboldt llamó así a la capital mexicana a inicios del siglo XIX por su limpieza y claridad. Hoy en día, la mancha urbana es muy distinta.
Pero Carlos Fuentes no retomó esta frase del explorador alemán para el título de su primera novela, publicada en 1958. La retomó del epígrafe de Visión de Anáhuac (1519), un célebre ensayo escrito por su amigo Alfonso Reyes que fue publicado en 1917.
La región más transparente describe a la urbe mexicana en la década de los cincuenta, el declive de la Revolución Mexicana y las diferencias entre las distintas clases sociales que convivían —y aún conviven— en el entonces Distrito Federal.
Tal vez la Ciudad de México ya no sea “la región más transparente” pero en ella existen lugares que Carlos Fuentes describió y que se mantienen como si no hubiera pasado el tiempo:
1.-Paseo de la Reforma: avenida histórica que refleja el desarrollo económico del país y, por su cercanía al centro y a otros barrios, el contraste con la pobreza.
“Se sentó a su mesa de trabajo. Recordó que ese rincón amplio y suntuoso del Paseo de la Reforma había sido trazado sobre el modelo de la Avenue Louise, de Bruselas, por indicación de Carlota. Y vio el paso fugaz de una familia indígena, flotante y cabizbaja. Escuchó el ríspido llanto de una niña, olió elotes cubiertos de polvo de chile, jícamas con limón: lo que entraba por su ventana abierta. A la altura de sus ojos, una casa de apartamientos de quince pisos, suspendida sobre pilotes de concreto, aérea en su policromía veloz de vidrio y mosaico. ¿Contraste? No. Zamacona tomó la pluma.”
2.- Bosque de Chapultepec: conformado por enormes áreas verdes, museos, varios monumentos, el zoológico y un lago, este lugar es emblemático para cualquier capitalino.
“…yo salía a ver la telaraña del fierro del Museo de Historia Natural y a escuchar los pitos de los vendedores de globos; la música de los organillos que todas las tardes poblaban el barrio: los organilleros me veían encaramado en la tapia, me tendían el sombrero y yo comenzaba a chiflar y a mirar al cielo, como para dar a entender que no había solicitado la música y que además la podía producir por mi cuenta.”
3.-Alameda Central: uno de los parques públicos más importantes de la Ciudad de México. Ubicado junto al Palacio de Bellas Artes, su origen se remonta a la época colonial.“Ixca bajó a la Avenida Juárez y caminó lentamente hacia Bellas Artes. Manuel Zamacona, con unos libros bajo el brazo, salía del pórtico desnivelado. Los árboles de la Alameda se mecían desde la tierra. La gente que abandonaba las oficinas y comercios, sin alegría, bajo el peso de una indiferencia sin nombre que ni siquiera posee el relámpago de injusticia que acicatea la rebeldía, arrastraba los pies sobre el pavimento. Los puestos de revistas se estaban doblando, había largas colas que esperaban el Lindavista, el Mariscal Sucre, el Lomas, el Pensil.”
4.-San Juan de Letrán: actualmente es el nombre de una estación del metro en el centro de la ciudad, pero hace unas décadas así se le llamaba a lo que hoy es Eje Central Lázaro Cárdenas, una de las avenidas más importantes y concurridas.“Ixca Cienfuegos caminaba entre los miembros sin coyuntura del esqueleto de México, Distrito Federal, de la fortaleza roja de las Vizcaínas al témpano de cemento y baratijas de San Juan de Letrán, túnel por donde volaban todas las hebras y cáscaras de la noche anterior con el estruendo brutal de lo que nada dice: cuerpos y papeles, el eco del rumor de los cabarets y los pies arrastrados por los pavimentos y las manos de pergaminos que acariciaron todos los senos caídos, de Meave al Barba Azul a la Bandida […] al museo de cortinas de hierro que a esa hora es Madero…”
5.- Zócalo: el centro del centro, el punto cero, donde todo empieza. Lugar donde conviven varios edificios representativos del país y miles de personas en su caminar diario. Sobre los vestigios del Templo Mayor, el Zócalo es reflejo de la identidad mexicana.
“Cruzó la avenida y llegó hasta el centro del Zócalo […] Cienfuegos se detuvo, la cara abierta hacia ese último rayo. Palacio, Catedral, el edificio del Ayuntamiento y el lado desigual, de piernas arqueadas, dejaban que la penumbra construyera una región de luz pasajera, opaca, entre la sombra natural de sus piedras rojizas y de marfil gastado.”