[vc_row][vc_column][vc_row_inner][vc_column_inner width="1/2"][vc_custom_heading text="I’m Not Okay (I Promise)- My Chemical Romance" css_animation="bounceIn"][/vc_column_inner][vc_column_inner width="1/2"][vc_column_text css_animation="slideInUp"]Cuando alguien me dice que “leer te hace mejor persona” me imagino a mi yo adolescente y le respondo que no. Sé que, al menos, no fue mi caso. Quizá si hubiera leído otras cosas. Pero no: un día llegó a mi vida El guardián entre el centeno, de J.D. Salinger, y nunca más pude dejarlo. Holden Caulfield expresaba toda la ansiedad que sentía en mis años mozos. Él odiaba a los phonies tanto como yo odiaba a los posers, y ambos teníamos una forma extraña de expresarnos. Hoy lo veo como lo que es: un berrinche. Esto no es para demeritar la novela, sino todo lo contrario. El gran éxito de Salinger está en darle una voz real con la que adolescentes y jóvenes se pueden identificar. Sin importar cuántos años pasaron entre la publicación de El guardián entre el centeno y mi penosa y dolorosa adolescencia, cada pensamiento y diálogo de Holden resonaba fuerte en mí. Un eco furioso de lo que significa ser adulto y estar solo, de la incertidumbre de crecer, de la depresión y la ansiedad, de las burlas y el bullying. En uno de los puntos claves de la novela, Holden dice que desea ser un guardián, una suerte de portero que atrape a los niños que están a punto de caer por un barranco. A mis quince años, la imagen me parecía enigmática. Hoy me parece triste. ¿Qué tanto del enojo adolescente existe por la incomprensión?[/vc_column_text][/vc_column_inner][/vc_row_inner][vc_row_inner][vc_column_inner][vc_video link="https://www.youtube.com/watch?v=dhZTNgAs4Fc" css_animation="slideInUp"][/vc_column_inner][/vc_row_inner][vc_row_inner][vc_column_inner width="1/6"][/vc_column_inner][vc_column_inner width="2/3"][vc_column_text css_animation="slideInUp"]
Stephen Dedalus, el protagonista de El retrato del artista adolescente, de James Joyce, es otro antipático ejemplar. Joyce inicia el relato con Stephen como un niño muy joven que poco a poco empieza a articular sus ideas, utiliza el flujo de conciencia (esa técnica narrativa que Joyce hizo su sello) de forma espectacular para meterse en la mente del personaje y enseñarnos lo fragmentario de los pensamientos juveniles. Contrario a Holden, Stephen es mucho más introvertido. Su naturaleza e inquietud lo arrojan a la religión y, después de una epifanía, a las artes. Stephen es un personaje ansioso, cambiante y arrogante en su conocimiento. La penitencia la lleva en su nombre: como Dédalo, Stephen está destinado a quemarse por volar tan cerca del sol.
[/vc_column_text][/vc_column_inner][vc_column_inner width="1/6"][/vc_column_inner][/vc_row_inner][vc_row_inner][vc_column_inner][vc_video link="https://www.youtube.com/watch?v=J9ANyiLUACs" css_animation="slideInUp"][/vc_column_inner][/vc_row_inner][vc_row_inner][vc_column_inner width="1/6"][/vc_column_inner][vc_column_inner width="2/3"][vc_column_text]No hay mejor tiempo para leer ciertos libros, de generar empatía por personajes en crecimiento, que la adolescencia. En Holden y Stephen encontré inquietudes que no creí compartir con nadie. Leer a Salinger y a Joyce fue una experiencia que no habría sido igual en otra época de mi vida, sin la duda existencial que significa crecer. Creo que sólo ahí podemos amar a personajes odiosos.[/vc_column_text][/vc_column_inner][vc_column_inner width="1/6"][/vc_column_inner][/vc_row_inner][vc_row_inner][vc_column_inner][vc_video link="https://www.youtube.com/watch?v=lZiNtbgm9oM" css_animation="slideInUp"][/vc_column_inner][/vc_row_inner][/vc_column][/vc_row]