En momentos de incertidumbre y miedo, la gente tiende a buscar un refugio donde puedan hallar algún tipo de paz, aunque sea temporal. Uno de estos, y si no peco de exagerado, son las palabras. Esta creación que lleva con nosotros casi tanto tiempo como la civilización misma. Hace ya varios siglos, el autor Charles Perrault dijo: “Con diamantes y dinero mucho se obtiene en verdad, pero con dulces palabras aún se obtiene mucho más”. ¡Vaya que tuvo razón! Este fue nuestro turno y nuestro refugio.
En la ciudad de Querétaro, o Tlachco como la conocían las culturas mesoamericanas, llegó uno de los principales eventos literarios en México: el Hay Festival. Personas de todo el país y de varias naciones acudieron al llamado de la literatura y las artes. Fueron diversas las ponencias que tuvieron lugar, pero, si no es muy osado de mi parte, me concentraré en cuatro para contártelas a fondo: Raúl Zurita, Emiliano Monge, Rebecca Solnit y Henry Marsh.
El poeta, novelista y traductor chileno, Raúl Zurita, comenzó hablando sobre uno de los episodios más relevantes de la historia de su país: el golpe de Estado y la dictadura de Augusto Pinochet. “Solo puedo comparar este evento con la muerte de un ser querido. Fue un horror que ojalá no vuelva a repetirse”, dijo cuando se le preguntó al respecto. Su vida cambió en ese momento. Fue encarcelado y torturado por dicho régimen. ¿Su respuesta? La resistencia. Resistencia y fortaleza que lo acompañan hasta ahora, con 74 años.
Igualmente, ahondó en su proceso de escritura. Las ideas van y vienen, como las oportunidades, pero uno debe ser constante. “Cuando siento que un poema está cerrado, es una felicidad muy grande. Cuando juntas dos palabras que tienen sentido, es muy hermoso”. Cerró su charla dando un consejo a futuros poetas: “¿Mi consejo para otro poeta? Que exista. Si lo va a hacer, es con todo y contra todo”.
Por otro lado, tenemos al mexicano Emiliano Monge y su propio método creativo. Para él, las palabras y las historias tienen vida propia. No las puedes crear, sino hallar y domar. “Lo que crees que estás escribiendo comienza a devorarse e impone sus propias cosas”. Así fue como sucedió con su última novela, una que le tomó una década para completar, que tituló Los vivos. Un tributo a la vida y la esperanza en una época plagada por desapariciones.
“La literatura sirve para lo que cada quien quiere que sirva y cada libro sirve para cosas diferentes”, dijo Monge con respecto a su concepción de la literatura. En el caso de Los vivos, un proyecto que nació al finalizar la novela Tierras arrasadas, quiso “que este librito se sintiera como el cadáver de un animalito pequeño que estuviera a punto de quebrar”. Una poderosa historia sobre la fragilidad de la vida.
Sin embargo, la desaparición forzada de personas no es la única amenaza que rodea a la humanidad hoy en día. Rebecca Solnit, una escritora estadounidense de gran renombre, enfocó su charla en dos diferentes temas: el autoritarismo y el cambio climático. Temas sobre los cuales es una ferviente crítica. En su libro Las rosas de Orwell, explora el rol social e histórico de un titán de la literatura anglosajona: George Orwell. Un hombre que, por medio de su obra, principalmente conocido por 1984 y Rebelión en la granja, atacó directamente a los sistemas totalitarios de su época.
“1984 es una novela de resistencia con cierto nivel de sensualidad”, dijo Solnit. Tras ello, mencionó la amenaza del cambio climático, resultado de malas prácticas gubernamentales y empresariales, y la importancia de los tiempos actuales en su país. “Vivimos en una pobreza de esperanza para el futuro por el cambio climático causado por la industria petrolera”, mencionó Solnit e instó a sus compatriotas a su deber en las actuales elecciones presidenciales. Cerró todo diciendo: “El lenguaje es un arma muy poderosa para dividir a las personas”.
Finalmente, en la charla del autor y neurocirujano británico, Henry Marsh, exploró diferentes elementos que marcaron su carrera profesional y su obra: el fracaso, la muerte, la vida y la esperanza. Tras años como médico, todo esto ha dejado huella en él y lo ha hecho más receptivo al dolor ajeno. “Como médico hay pocos días en los cuales no pienso en pacientes a los que les fallé. Son mis fantasmas”. Pero del dolor también puede nacer algo esperanzador, pues terminó diciendo que sus libros son una forma de ayudar a otras personas a no cometer los errores por los cuales él ya pasó.
Son muchas las cosas que un evento literario, como el Hay Festival, nos deja gracias a sus ponencias. En el caso de esta edición, existe algo compartido por todas: la esperanza. Una en donde los desaparecidos regresan, donde no hay cabida para la tortura y una en la que la literatura sea, como dijo Rebecca Solnit, un derecho al que todos accedan.