Fernanda Melchor, con su novela Temporada de huracanes (Random House, 2018), se sumerge crudamente en las profundidades más oscuras de la realidad mexicana contemporánea, donde la violencia, la desesperación y la impotencia se entrelazan en una narrativa áspera y poderosa. Esta obra literaria es un puñetazo directo al corazón y la conciencia del lector, una exploración sin concesiones de los aspectos más sombríos de la vida en un pequeño pueblo ficticio de México, La Matosa.
Desde el primero de noviembre, Netflix estrenó la adaptación cinematográfica de la obra de Fernanda Melchor bajo la dirección de Elisa Miller. Sin embargo, al adentrarnos en las narraciones de la novela y su película homónima, surge un interés particular en explorar las diferencias notables entre ambas obras. A continuación, analizaremos algunos elementos de la novela que quedaron fuera en la película, y cómo estas omisiones pueden influir en la experiencia del espectador y lector. Todo será sin spoilers para que, si aún no han leído el libro o visto la película, puedan hacerlo sin ningún problema.
La novela inicia con un feminicidio que actúa como catalizador que entrelaza las vidas de varios personajes, cada uno arrastrando sus propias miserias y demonios. El estilo narrativo fragmentado y brutal de Melchor crea un mundo donde los diálogos ásperos y los monólogos internos desnudan los pensamientos y las emociones de sus personajes. El uso de lenguaje crudo y directo, que es leído casi como si fuera un chisme que cada uno te cuenta, refleja la dureza de la vida que retrata.
Como suele ocurrir en las adaptaciones cinematográficas, es inevitable que ciertos detalles se pierdan en el proceso de llevar la historia a la pantalla. A muchos de nosotros nos ha pasado que preferimos el libro a la película. Hay también ocasiones en donde la película aporta muchas más cosas que el libro. Sin embargo, en esta ocasión el libro logra dar muchos más matices y contexto a sus personajes. No por nada, Fernanda es una de las más grandes escritoras contemporáneas. Escribe una narrativa que, sin llegar a ser realismo mágico, transmite el misticismo de la brujería y de lo ligados que estamos, como sociedad mexicana, a ella. Por mencionar sólo un aspecto.
Es por eso que a uno de los personajes más importantes, La Bruja, siento que careció un poco de profundidad en la adaptación. En el libro podemos ver toda la historia de su vida, lo que ella pensaba a la par de lo que se decía de ella en el pueblo. En la película, se puede intuir sin que se tenga mucha necesidad de explicar textualmente la marginación que ella vivía, aunque creo que este primer capítulo del libro es de los mejores.
A pesar de no ser un libro largo, sería imposible de hacer una representación en pantalla cien por ciento fiel. No sólo por cuestiones de tiempo, presupuesto o algo similar, sino también por las situaciones que viven cada uno de los personajes que viven en La Matosa, ya que la novela se adentra en temas extremadamente sensibles como la violencia de género, homofobia, falta de educación sexual, corrupción, violaciones, abusos, incluso zoofilia; arrojando luz sobre las realidades que muchas veces preferimos ignorar. Melchor desafía a los lectores a enfrentar la cruda verdad de la vida en México. La autora menciona en una entrevista que la violencia que retrata en esta obra no es que esté ligada a la pobreza o a alguna clase social. Sino que la violencia está dentro de la sociedad mexicana.
La cinematografía de la película es excelente, la fotografía y locaciones recuerdan perfectamente el ambiente narrado por Melchor. Las actuaciones son magistrales y el cast es muy bueno. Los personajes sí llegan a ser vívidos y complejos; su sufrimiento y humanidad son palpables a lo largo de la cinta, aunque no se haya explicado todo literalmente como en el libro. Además de lo acertado de la recreación de La Matosa -Tabasco es uno de los estados principales de las locaciones de la película-. Fernanda Melchor aseguró en una entrevista que, aunque el pueblo ficticio está en Veracruz, para ella es una mezcla de las zonas rurales de este estado, Tabasco e incluso Managua, Nicaragua.
Considero que Temporada de huracanes, tanto como obra literaria como cinematográfica, deja una profunda impresión. A través de su estilo impactante y su exploración de temas sociales y políticos, Melchor ha creado una novela que es a la vez provocadora y conmovedora. Es una obra que merece ser leída y vista, pero sobre todo, debatida y reflexionada, una obra que se adentra en los rincones más oscuros de la sociedad y desafía a enfrentar la realidad de frente.