El desenlace de la Segunda Guerra Mundial es tan famoso que es tan reconocido como el conflicto en sí mismo. La creación de la bomba atómica y el uso de esta ha sido motivo de debate constante. A medida que continuamos explorando la Historia, nos encontramos con una perspectiva sesgada, narrada desde el punto de vista de los vencedores. Estados Unidos, además de sus políticos involucrados que sólo dictaban órdenes para ser ejecutadas en otros continentes, tuvo científicos y, en este caso en particular, físicos de gran renombre que participaron en la destrucción y muerte de miles de civiles japoneses cuando este país ya estaba posiblemente derrotado. Julius Robert Oppenheimer, considerado el padre de la bomba atómica, vivió arrepentido de su participación en uno de los crímenes de guerra más atroces de la humanidad y su vida –retomada en la biografía ganadora del Pulitzer, Prometeo Americano (Debate, 2023)– ha sido motivo para repensar que todas nuestras acciones tienen consecuencias.
Oppenheimer
Si un día despiertas y te enteras de que tu familia murió por una bomba atómica, ¿a quién culparías? ¿a quien la lanzó o a quien la fabricó?
Nacido en Nueva York en 1904, Robert Oppenheimer era considerado un niño prodigio, que en cualquier rama que se desempeñaba, lograba destacar. Estudió química en Harvard y tiempo después se quiso especializar en física experimental, siendo esta la primera vez que no era bueno en algo. Frustrado por eso mismo, descubrió que era realmente bueno en la física teórica, dedicándose de pleno a ella. Robert nunca fue muy afecto a la política, fue hasta 1936 gracias a un profesor de Berkeley que dijo compartir ideas comunistas, pero realmente seguía sin ser afecto a cualquier tema político.
En Alemania fue pupilo de Niels Bohr adquiriendo ahí su doctorado a sus cortos veintidós años de edad. Gracias a Bohr, Robert pudo hacer varias aportaciones a la física cuántica que estaba en auge en toda Europa. A finales de 1938 se descubría gracias a varios físicos la fisión nuclear que es un proceso en el que el núcleo de un átomo de gran tamaño, al interactuar con un neutrón entrante, se divide en múltiples núcleos más pequeños, conocidos como productos de fisión. Durante este proceso, se liberan neutrones adicionales, radiación gamma y una cantidad considerable de energía. Esto puede ser usado para dar energía a una ciudad entera, pero viendo el ambiente político y que la mayoría de esos físicos habían sido desplazados por el ascenso nazi, se pensó en crear una bomba.
Ello aunado a las investigaciones alemanas y al desarrollo armamentístico. Los científicos, preocupados por las consecuencias que esto podría traer, pidieron que Einstein le escribiera una carta al Roosevelt advirtiendo que pronto podía hacerse una bomba de magnitudes inimaginables y que las investigaciones de Hitler estaban avanzando respecto a las reacciones en cadena y podría estar en camino de desarrollar bombas atómicas. Entonces Estados Unidos, decidió actuar primero.
Proyecto Manhattan
Avanzando a 1942, después de los atentados en Pearl Harbor que ocasionaría la entrada de EE.UU a la guerra, Roosevelt inició un proyecto ultrasecreto llamado Proyecto Manhattan. Recluyó a varios científicos para construir un elemento de destrucción masiva liderados por Robert Oppenheimer. En Los Álamos, Nuevo México fue donde el científico decidió poner el laboratorio, ya que siempre quiso juntar sus dos pasiones: la física y el desierto montañoso de Nuevo México. Durante la guerra, se desarrollaron dos tipos de bombas atómicas: una de fisión de tipo balístico y un arma nuclear de implosión. Oppenheimer fue pionero al reconocer la necesidad de abordar diversos desafíos en múltiples campos para lograr la construcción de una bomba atómica.
Para la primera prueba que de igual forma se realizó en Nuevo México, Robert le dedicó la explosión a su exnovia que recientemente había fallecido. La prueba que se realizaba el 16 de julio de 1945 usaba plutonio como material fisionable, igual que la lanzada más tarde sobre Nagasaki. Fue conocida como prueba Trinity, llamada así por un poema de John Donne que Oppenheimer conoció gracias a su ex cuando eran pareja. Robert, después de ver la primera explosión pensó en un verso hindú: “Si el esplendor de un millar de soles brillase al unísono en el cielo, sería como el esplendor de la creación...” y justo después también pensó: Me he convertido en muerte, en destructor de mundos.
Robert sí estaba interesado en usar la bomba en contra de enemigos de su país, así como en lanzarla en fábricas japonesas donde no sólo los trabajadores de ahí perecerían, sino que también sus familias, ya que sus casas se encontraban cerca de la fábrica. Al contrario, muchos otros científicos no estaban de acuerdo, pensaban más en lanzar la bomba en territorios sin gente, sólo para usarla como advertencia para que Japón se rindiera. Además, el ahora presidente de EE.UU, Harry S. Truman quería mostrar el poderío de sus nuevas armas para así poder demostrarle al mundo de lo que era capaz. Este hecho aún es tema de debate, históricamente no se sabe con certeza qué fue lo que en verdad hizo que se tomara la decisión de lanzar las bombas contra civiles, pero eso nunca quitará el horror y las muertes que cambiaron la historia del pueblo nipón.
Varios científicos realizaron una carta pidiendo que no se utilizara en territorio civil, pero Robert diría que ellos sólo entorpecían el proyecto. El general al mando interceptó la carta gracias al aviso de Oppenheimer haciendo que no llegara a los altos mandos. Y fue así que el 6 de agosto de 1945 fuera lanzada Little Boy en Hiroshima y tres días después Fat Man en Nagasaki, permitiéndole a Robert ver lo que había causado no sólo su invento, sino también las decisiones antes tomadas. Según estimaciones, alrededor de 110 mil personas perdieron la vida en ambas ciudades para diciembre de 1945. Sin embargo, otros estudios sugieren que la cifra total de víctimas de ese año superó las 210 mil.
Posguerra
Luego de ver lo que había ocasionado el invento al que le había dedicado tanto tiempo y las decisiones bélicas nacionalistas que había tomado en el pasado, Oppenheimer dirigió una carta al Secretario de Guerra para solicitar que se detuviera el desarrollo de artefactos de destrucción masiva y posteriormente, fue con el presidente diciéndole desesperado que se sentía “con las manos llenas de sangre” a lo que Truman sólo lo corrió, molesto.
Trató de compensar su error convirtiéndose en un representante nacional de la ciencia y en símbolo de un nuevo tipo de poder tecnocrático. La física nuclear fue adquiriendo cada vez más relevancia en los gobiernos de todo el mundo. Las armas nucleares generaban terror en la población mundial, terror que se conserva hasta nuestros días.
Al igual que muchos científicos de su generación, sostenía que la seguridad en relación a las armas nucleares sólo podría lograrse mediante algún tipo de organismo transnacional (como la recién creada Organización de las Naciones Unidas) capaz de iniciar un programa para detener la carrera armamentista nuclear. Lo cual tampoco ha sucedido, y el número de bombas nucleares en la actualidad es superior a 13 mil cuatrocientas.
Oppenheimer, quien había sido públicamente afiliado al Partido Comunista en el pasado, generó las dudas necesarias durante la Guerra Fría como para convertirse en objetivo de los juicios de caza de brujas. En 1954, el senador McCarthy convocó al físico ante el comité del senado. Cuando Einstein se enteró de la noticia, rió y sugirió que Robert simplemente debía ir a Washington, llamar a todos idiotas y regresar. Einstein se unió a otros científicos destacados para defender la integridad de Oppenheimer. A pesar del apoyo recibido, Robert perdió su autorización de seguridad de máximo nivel. De repente, se le prohibió leer los documentos relacionados con la bomba atómica que él mismo había contribuido a redactar.
Este periodo en la historia de la humanidad es bastante oscuro y de suma reflexión. Si bien la ciencia es la protagonista y los descubrimientos como la fisión nuclear fueron avances enormes y muy importantes, no hay que olvidar que, tal vez, si hubiera sido diferente el contexto político y social, los resultados habría podido variar. Además, se dijo que los científicos (entre ellos Oppenheimer) temían que Hitler “les ganara” en la creación de la bomba, cuando ahora sabemos que la Alemania nazi no estaba cerca de ese descubrimiento. A 78 años de la prueba Trinity, la humanidad ha subsistido en la era nuclear. Sin embargo, en un mundo donde abundan las armas nucleares, las alianzas políticas cambian constantemente y los conflictos geopolíticos son recurrentes, las inquietudes expresadas por los científicos que dieron origen a esta tecnología bélica siguen vigentes. Entonces, ¿culparías a quien lanzó la bomba o a quien la fabricó?