Cuando se vive en un país como México, la violencia nos es cada vez más indiferente. Cuestión que en absoluto la hace pasar desapercibida, es precisamente esa omnipresencia lo que la ha convertido en parte importante del imaginario colectivo. Tópico que se ha retomado en muchísimas ocasiones en la literatura, por lo que destacarla en la ficción deviene en ir más allá de las tramas.
Fernanda Melchor se cierne con fuerza en el contexto literario mediante una prosa abrasadora bien conocida como en Páradais (Literatura Random House, 2021) o en la finalista del International Booker Prize, Temporada de huracanes (Literatura Random House, 2017). Así pues, el salto que da de Aquí no es Miami (Literatura Random House, 2018), su primer libro de crónicas y relatos a Falsa liebre (Literatura Random House, 2022), su primera novela; es más un camino con paso firme.
En dos historias paralelas donde a cuatro personajes -que apenas sobreviven a la vida misma- el destino los encuentra, la autora habla de la imposibilidad de sus ideales en el insufrible calor del trópico. Sin perder el norte de la verosimilitud y la crudeza de la cronista que también es, Melchor nos regala un puerto de Veracruz al que introduce al lector más por medio de transmitir sensaciones que por descripciones precisas, llegando a convertirlo en un personaje más que atestigua inclemente la violenta existencia de sus personajes.
Es inevitable hablar de Fernanda Melchor sin mencionar el lenguaje que ya es protagonista en esta primera novela. Sin adentrarse en su causa, la violencia simplemente coexiste con las historias y transita la narrativa de Falsa liebre enseñando su irremediable rostro tanto en las acciones y diálogos de sus personajes, como en la propia voz de Melchor. Pasa a ser lenguaje en sí misma, pues, ya sea recibida o ejercida por ellos, traspasa todo, nos presenta personajes que interiorizan tanto esa violencia, que la hacen parte de su día a día de una manera completamente íntima, es una forma de vida y no por eso menos terrible.
Fernanda Melchor es una autora que no se detiene al momento de descarnar el contexto social para incluirlo en su literatura. Ella misma incluso reconoció a la nota roja como fuente de inspiración en una presentación, recordándonos la fiel representación del entorno en su escritura. Toma la realidad, la destaza y nos la entrega en su forma más cruda que permite su ficción. Leer Falsa liebre es memorable pero no por las razones tradicionales. Al hablarnos en la lengua de la violencia, no sólo nos recuerda el país en el que vivimos, sino que posterior al punto final el mundo parece falso después de doscientas cincuenta páginas de prácticamente sentir el dolor de la vida en ese truculento puerto de Veracruz.