En 1984 se publica en Estados Unidos la primera novela de Sandra Cisneros, en la que narra en una serie de cuentos hilados con el personaje de Esperanza Cordero, una niña que crece en un barrio de Chicago marginada no solo por su status de migrante sino también por el económico. Su familia, sus amigos, vecinos y escuela van creando en ella sueños, pero también desesperación, ganas de querer huir de su realidad. En esta obra, Cisneros plantea desde la visión de una niña que va evolucionando en edad y pensamientos con nosotros lectores, en un lenguaje coloquial tal como una niña hablaría con nosotros los sucesos cotidianos de su barrio, y al mismo tiempo pide al lector que complete aquellos huecos que Esperanza es incapaz de contarnos, esos eventos que no hace falta que nos diga por que los deducimos, los imaginamos, son aquellos crueles del destino de los migrantes latinos en Estados Unidos: pobreza, delincuencia, prostitución, soledad, añoranza de otra tierra, de un hogar.
Esperanza comienza contándonos que se mudan a una casa en la calle Mango, lo que le da nombre al libro (The House On Mango Street), la niña está devastada por la desilusión, ella esperaba una casa enorme con jardín, el sueño americano. Durante todo el libro Esperanza reniega de esa casa, cuando sus vecinas y nuevas amigas la señalan ella dice que sí avergonzada, cuando en la escuela le señalan esa calle como su hogar ella llora sin poder identificar su casa en todas las del barrio, todas se ven igual. Las primeras páginas del libro nos muestran la personalidad de Esperanza, de supervivencia, ella tiene una amiga que se va a mudar, ya no puede ser su amiga, conoce a nuevas niñas y no lo piensa dos veces se convierten en su nueva amiga y deja atrás a la otra niña sin remordimiento. La casa en Mango Street (Debolsillo) es eso, una serie de sucesos que le pasan a Esperanza, pero también a la calle, al barrio, a todas las mujeres y a todos los migrantes.
El libro de Sandra se ha convertido a lo largo de los años en una lectura obligada en las escuelas públicas y privadas de Estados Unidos, para promover la lectura de voces latinas, de voces migrantes y también hacer conciencia de los parches sociales de Norteamérica.
Casi una década después de su publicación, Elena Poniatowska es la encargada de hacer la traducción, en un lenguaje que la propia Cisneros califica como: “muy chilango”. Sin embargo, en México La casa en Mango Street no ha alcanzado los niveles de lectura que en el país de origen. En un revival en español, después de que se ha traducido a más de veinte idiomas, Fernanda Melchor -escritora de Aquí no es Miami y Temporada de Huracanes (Literatura Random House)- toma de nuevo el libro para una nueva traducción, en un español que abarca no solo la capital de México, sino en algo más general. Cisneros dice que le hubiera encantado volver a trabajar con Poniatowska pero que no cambia el maravilloso trabajo que hizo Fernanda. Ambas se han tenido que comunicar muchísimo para hacer una traducción fiel y al mismo tiempo universal, una traducción que a casi 40 años de su publicación sigue sonando actual y sigue tocando fibras sensibles de la sociedad por ambas partes (la norteamericana y los migrantes).
Esperanza Cordero no es el alter ego de Sandra, ella lo ha comentado varias veces a través de los años, sin embargo, es Esperanza un depósito de historias de vecinas, amigas y familiares, de mujeres migrantes que tienen que ver otra clase de realidad, la de la sociedad patriarcal y machista que no se queda en el país de origen, sino que se traslada, cambia y que cumple con otras visiones, expectativas y perspectivas. La de las mujeres que cumplen ciclos a lado de las enseñanzas de las madres que dejaron su tierra y sus familias, muchas veces por colaborar en el sueño de sus parejas, de sus hijos y dejando sus propios proyectos atrás.
Tal vez este relanzamiento a manos de la traducción de Fernanda nos sirva como excusa para reencontrarnos con Esperanza y de ver en esas páginas tan actuales una nueva manera de explicarnos las voces migrantes latinas en un país que los quiere lejos de sus raíces y que al mismo tiempo se aprovecha de ellas.