Al paraíso (Lumen), la más reciente novela de Hanya Yanagihara es una historia fascinante y extraordinaria que trasciende literalmente fronteras al situarse en tres tiempos históricos diferentes -1893, 1993 y el 2093- y que sin embargo guarda ciertas similitudes con el tiempo indefinido de su celebrada predecesora Tan poca vida (Lumen) del 2015.
Para empezar, Al paraíso mantiene el mismo formato extensivo de más de 900 páginas aproximadamente con las que Tan poca vida cuenta (en versiones digitales). El diseño de la portada de nueva manera comprende el retrato de un hombre joven; si en Tan Poca vida la fotografía de Peter Hujar (Orgasmic Man, 1969) sintetizaba fielmente el dolor insoportable y ensimismamiento del protagonista Jude, en Al paraíso la mirada del retratado -pintura de 1898 de un pescador hawaiano adolescente realizada por el holandés Hubert Vos- condensa la situación de incertidumbre de los personajes principales entretejidos de manera magistral por Hanya.
Nueva York sigue siendo, como en Tan poca vida, el testigo de las relaciones amorosas entre hombres de color, de descendencia asiática y por supuesto hombres blancos, casi todos ellos huérfanos, de aproximadamente veintitantos años, cuya familia significativa para los protagonistas es la pareja o el grupo de amigos. En Al paraíso, David, de la primera historia, es un joven rico y culto de 1893, del linaje de los fundadores de los Estados Libres -versión alternativa de los Estados Unidos donde el homosexualismo es abiertamente aceptado, pero a la par existe una servidumbre de clase y las personas de color junto con los inmigrantes son vacíos de derechos civiles-, enamorado de un maestro pobre de piano cuya relación es prohibida por su sobreprotector abuelo que quiere para David un matrimonio concertado con el nuevo rico y bondadoso Charles. La crisis de identidad por la que Jude, Willem, J.B. y Malcolm, de Tan poca vida, atraviesan en sus años veinte continua de cierta forma en la situación de David: “¿De qué valía la vida si se le negaba la oportunidad, por pequeña que fuera, de sentir que era su verdadero dueño y podía hacer con ella cuanto se le antojara, moldearla como arcilla o romperla en añicos como la porcelana?”.
David de la segunda historia, o libro II, es un joven de descendencia hawaiana emparejado con un hombre rico, sofisticado y mayor; sin embargo, David -desertor de la carrera de Derecho- guarda en secreto su pasado y la historia de su familia, como Jude. Este apartado se divide en dos partes: en la primera es relatada la vida de David y su pareja, Charles (infectado de lo que se podría interpretar como VIH), alrededor de Peter -el bff de Charles- enfermo de cáncer cuyo suicidio planeado da motivo a una fiesta de despedida. Sibaritas y chic son Charles, Peter y los invitados cuyas pláticas referencian a Jasper Johns, música house, fiestas, bares, restaurantes y galerías como la legendaria Paula Cooper. La mejor época de los 4 amigos de Tan poca vida podría situarse en esta parte de 1993 de Al paraíso: “Pero todos seguíamos adelante, no nos quedaba más remedio. Íbamos a entierros y hospitales, pero también a trabajar, a fiestas, a exposiciones, íbamos a hacer recados y hacíamos el amor, salíamos con otras personas y éramos jóvenes e idiotas. Nos ayudábamos unos a otros, es cierto, nos queríamos, pero también nos criticábamos a las espaldas, nos burlábamos, nos peleábamos y a veces éramos amigos y novios que dejábamos mucho que desear.” La segunda parte del libro II se sitúa en Hawái para contar la perspectiva del padre de David. Varado e incapacitado físicamente en la isla, añora el regreso de David entre recuerdos que revelan la identidad de su linaje real hawaiano significativo para la pareja masculina del padre de David caracterizado por un agresivo nacionalismo que desprecia el colonialismo histórico de los Estados Unidos. La búsqueda de una identidad propia, liberada de la herencia familiar, geográfica y racial, se repite en el segundo como en el primer libro de Al paraíso.
“Cuando decidió marcharse de Hawái… sabía que con su despedida también estaba renunciando a los derechos asociados a su nacimiento: las tierras, el dinero, su fideicomiso. Sin embargo, le parecía un sacrificio menor, menor y teórico, porque para empezar, nunca había sido dueño de nada de todo aquello… había rechazado su hogar, su fe, su apellido. Vivía en Nueva York, con un hombre, un hombre blanco. Nunca hablaba de su familia, de sus antepasados.”
El libro III se compone de dos partes que transcurren entre los años 2043 y 2094. Por una parte, se relata en los años más cercanos al 2100 la historia de Charlie, técnica de laboratorio casada concertadamente con un hombre impecablemente bueno pero carente de deseo sexual. En medio de la inminencia de una nueva pandemia causada por un virus desconocido, Charlie se enamora de David, un posible agente del gobierno americano convertido en régimen totalitario que reglamenta el suministro de comida, agua y electricidad por cupones a canjear dependiendo del estado civil de la población. A través de cartas redactadas por el abuelo de Charlie, llamado también Charles, hacia su amigo íntimo Peter, somos testigos del devenir enfermizo de Estados Unidos durante la segunda mitad del siglo XXI, aquejado por la alteración del clima y por múltiples pandemias, posibles sucesoras del Covid-19.
Si los personajes principales de los tres libros se llaman de la misma forma y enfrentan situaciones similares entre tres siglos de diferencia, entonces la autora sugiere que atravesamos el tiempo de manera helicoidal y no lineal, en el que el que el dolor y el amor son un entramado inalterable e inevitable de nuestra condición humana, independientes de las circunstancias personales o políticas. La repetición sería así el efecto de una deuda de amor convertida en dolor y viceversa.
En conjunto, Al paraíso como Tan poca vida nos muestran seres en padecimiento, dislocados del núcleo familiar que buscan el amor como alivio del dolor existencial en la pareja y los amigos, todos ellos reflejos de Nueva York, índice de un país joven y doliente cuyo paraíso, promesa del sueño americano, sigue siendo un mito que se paga con incertidumbre en la intimidad.
Como flashback -recurso narrativo frecuente de Hanya- recuperamos de Tan poca vida este fragmento aludido a Jude que se entreteje con una menor pero presente incertidumbre que los David y Charles mantienen en busca de su propio paraíso: “Su vida era como el axioma de la igualdad pero la veía como otro acertijo, un acertijo sin nombre, Jude = x, y habían llenado la x con valores que ni el hermano Luke, ni los tutores del hogar para niños ni el doctor Tyler le habían enseñado ni lo habían animado a descubrir. Desearía creer como ellos en las pruebas; desearía que le hubieran enseñado a llegar a ellas. Cree que si supiera cómo ellos han resuelto la fórmula, sabría para qué seguir vivo. Sólo necesita una respuesta. Sólo necesita dejarse convencer una sola vez. La prueba no tiene por qué ser elegante, basta con que tenga sentido.”