De mí para Eva y Leli

Jennifer Olvera

29 April 2020

Hace algunos días encontré una carta en la que le dedicaba un poema de Gabriel Zaid a mi papá; una “puesia”, como escribí ahí. Yo he de haber tenido alrededor de cinco años. Dedicar palabras es una actividad que he realizado desde hace mucho tiempo, y ni siquiera era consciente de ello. Hoy quiero hacerla de nuevo: esta vez Eva y Leli son mis destinatarias.

Un día descubrieron que su mamá escondía dulces y un libro en su cama. Era la Ilíada. Corrieron a la copa más alta de un árbol para leerlo, y conocieron a Néstor, a Ulises, Paris, Helena, Agamenón. Eva estaba con Aquiles; Leli, con Héctor. A partir de ese momento, Leli comenzó a conocer el mundo a solas con él. La voz de Eva ya no era la de ella, su corazón ya no corría en el suyo; ya no eran dos en una, ya no tenían un sueño idéntico. Todo cambió.

Elena Garro escribió en 1964 La semana de colores, una colección de cuentos que incluye “Antes de la Guerra de Troya”, en donde habitan Eva y Leli. Al igual que ellas, he desconocido a alguien, he dejado de caminar los días con facilidad, he sentido miedo a quedarme sola, a reconocer mi individualidad; he pensado que todo se escapa de mis manos, que las palabras se vacían de su contenido y que me hago excesivas ilusiones sobre los efectos que puedan provocar.

Tal vez cause un poco de disgusto e inconformidad, porque no les dedicaré un poema, sino el siguiente aforismo: “Cuando yo acepte tu diferencia y tú aceptes la mía, seremos iguales”. Son solo doce palabras que, sin embargo, logran expresar la conclusión a la que llego cada que leo y releo el cuento. El aforismo pertenece al libro Aquella orilla nuestra, de la escritora española Elvira Sastre.

Antes de la Guerra de Troya todo parecía perfecto para ellas porque no se reconocían en su propio cuerpo, no se reflejaban en sí mismas, no sabían que a través de las diferencias logramos amar. ¿Por cuántas Guerras de Troya hemos pasado a lo largo de nuestra vida?