En algunas librerías en Francia existe la tradición de escribir reseñas de libros en un papelito y dejarlos sobre las portadas. A esta pequeña hoja se le llama “Coup de cœur”.
Me perdonarán los traductores puristas pero como no hay una expresión similar en español (o al menos no hay una que yo conozca), vamos a dejarlo en que la intención es decir “algo que te late a primera vista”. No uso “amor a primera vista” porque me parece que en este caso se trata de un interés profundo por un pasatiempo y no tanto un concepto romántico.
Es tan curioso ver los libros tapizados con estos papelitos. En alguna ocasión, en una librería en Rennes, Francia, llamada “Le Failler” (La Falla), tomé una fotografía a uno de ellos. Yo sentía que la señorita de la tienda me miraba pero aproveché mi posición de extranjero para espiar con la cámara.
Poco después, seguí recorriendo la librería y vi que algunas hojas sólo tenían un nombre anotado. Decidí preguntarle a esa señorita que me explicara cómo funciona su sistema. Muy amable me dijo que es el nombre de una de sus compañeras. Que son cuatro chicas las que trabajan ahí. Y que si el lector quiere más información sobre ese libro en específico, debía dirigirse con la persona anotada para obtener una reseña oral más extensa.
De hecho, me dijo que ella misma escribió el Coup de cœur del libro al que hace unos instantes le había tomado la foto. Ahí fue donde aprendí ese nombre. Y entonces, aprovechando, le pedí que me diera su reseña.
Preparó sus hombros y sus manos para hablar de literatura (los libros desbordan una pasión que se expresa con el cuerpo). Lo hizo con un conocimiento profundo de la obra, me dijo que Silens Monn, era un homenaje al Lobo Estepario de Herman Hesse. Que era la segunda obra de una serie cuyo autor, Pierre Cendors, estaba escribiendo.
Por su manera de contarlo me dieron ganas de comprarlo. Pero ella me dijo que estaba escrito en un francés un poco rebuscado. Que no era muy conveniente para alguien que no es experto en ese idioma. Pues nada, le hice caso y no lo compré.
Le pregunté que si le pagaban alguna comisión por cada Coup de cœur que hiciera, me dijo que no. Que ella ya tenía su salario y lo hacía por placer y por cuidar su trabajo, o sea por fomentar las ventas. Quise saber si cualquiera podía dejar su reseña. Me dijo que no, que sólo el personal que trabajaba ahí.
Al parecer para ser vendedor de una librería en Francia se necesita un título. Más allá de su formación, me imagino sus noches dedicadas a la lectura, creando conexiones con los autores y las historias para resumirlas en pocas líneas.
En la librería me sentía como cuando uno visita a las mariposas monarca en Michoacán. Invadido de pequeños papelitos por todos lados, cuidando de no pisar una creación tan valiosa. A lo mejor no pisar, pero sí pasar de alto la labor de una de las cuatro mujeres que trabajan ahí, que si bien, es un trabajo privilegiado, como todo lector lo sabe, hay muchas horas dedicadas a la lectura para quedarse sólo con bellos aforismos que engloben todo lo que un libro nos hizo sentir letra a letra.