Apostando y leyendo con All in, Sinatra    

Jorge Calderón

06 February 2019

¿Has sentido alguna vez esos impulsos eléctricos en la espina dorsal, cómo se contraen los genitales, ese latido en la sien antes de la revelación, antes de mirar el abismo?

Si estas emociones no te son familiares entonces te hace falta apostar todo a una mano... o leer All in, Sinatra de Pedro Zavala.     

¿Qué tienen en común un profesor de literatura, un hacker, un vaquero y un cocainómano? Puede ser su adicción común: el póker y su manera de relacionarse con la suerte, que tendrá muchas caras y nombres…

Génesis, académico desgastado y desencantado, busca su desenlace en un viaje vertiginoso por Las Vegas: ese bastión del capitalismo, lujo y banalidad anclado en el corazón de un desierto con nombre indígena, Mojave.

Suicide King, geniecillo informático, ridículamente supersticioso, admirador de la cultura oriental. Sádico.

Wild Jack, el último romántico del juego, redneck y macho a la antigua.             

Beluga, estudiante indigenista, considera al póker la última profesión del hombre libre: sin horarios ni jefes.

Tal vez lo que los termine uniendo son las contradicciones que luchan en su interior y que nos sacuden en la lectura, llegando al punto donde cada página volteada, es como voltear las cartas de nuestra mano, cualquier cosa puede pasar y esto va en aumento conforme la apuesta crece…

En medio de toda esta colisión de destinos, estaremos dentro de la cabeza de Génesis, donde veremos a Sinatra y Fitzgerald, cual ángel y demonio en los hombros, dando consejos y juzgando a Génesis: “¿Qué haría Gatsby? ¿Fitzgerald es como Gatsby o sólo es un pobre diablo más? ¿Sinatra aprobaría mi outfit?”

Es en parte a estas ideas que Génesis se siente absurdo relacionándose con Lea, una joven negra millenial despreocupada por la vida y su intensidad. A su lado  alcanza a vislumbrar restos de su ya vieja juventud psicodélica en Oaxaca y todos esos ideales ahora polvorientos…

All in, Sinatra te libera porque es un furioso recordatorio de que la libertad puede ser sólo una apariencia dentro de todo este caos latente.

Llámalo destino, probabilidad, algoritmo o suerte. Es lo que se te escapa de las manos siempre.