Los años de Ted Hughes y Sylvia Plath

Joaquín Guillén

30 November 2017
  1930 Ted Hughes nació el 17 de agosto de 1930 en Londres, Inglaterra. 1935 Sylvia Plath nació el 27 de octubre de 1934 en Boston, Estados Unidos. 1963 Pero pese a lo que pueda pensarse por este inicio, este texto no es sobre una historia de amor, ni sobre el encuentro y posterior matrimonio de dos mentes verdaderas, como dice Shakespeare; sino sobre una relación que termina en la autodestrucción, un diálogo eterno entre dos grandes poetas (de los mejores en lengua inglesa del siglo XX) que vivieron apasionadamente, bien y mal, años fructíferos en sus carreras que terminaron con el suicidio de Sylvia Plath en 1963. 1956 Con apenas 23 años, Sylvia Plath viajó a Inglaterra con una beca Fulbright para estudiar en la Universidad de Cambridge, donde conoció a Ted Hughes en una fiesta de ambiente bohemio. 1998 Publicado originalmente con el título Birthday Letters, Ted Hughes escribió Cartas de cumpleaños, que se leen como las declaraciones más públicas e intimistas de Hughes sobre su relación con Plath y el suicidio de ésta. Se escribe siempre desde la primera persona, desde el recuerdo, y se lee como un testimonio personal y no como una perspectiva verídica de lo que sucedió. Como lector, emitimos un juicio estético y dibujamos algunos paralelos. No podemos hacer más. El mismo Hughes no quiso ser parte de la discusión, pues Cartas de cumpleaños se publicó de manera póstuma. El libro fue un éxito inmediato. 1956 Aparece en Cartas de cumpleaños un poema titulado “Becarios Fulbright”. En él, la voz poética que leemos en clave autobiográfica nos muestra el encuentro entre los personajes de Hughes y Plath. Dice:

Había una foto de aquel año de los becarios Fulbright. Recién llegados o que ya estaban aquí. O de algunos de ellos. ¿Estabas tú entre ellos? La observé, sin prestar demasiada atención, divagando acerca de quienes podría llegar a conocer. Recuerdo ese pensamiento. No tu cara. Por supuesto, repasé especialmente a las chicas. Acaso me percaté de ti. Quizás te valoré, sin ganas. Aprecié tu pelo largo, ondulado y suelto. El tupé a lo Veronica Lake. No lo que escondía. Resaltaba lo rubio. Y tu sonrisita. Tu exagerada sonrisa americana ante las cámaras, los jueces, los amedrentadores, los extraños… Luego lo olvidé.

1954 En sus años del Smith College, en Estados Unidos, Sylvia Plath sufría depresión. Esto la llevó a realizar su primer intento de suicidio, que después exploraría en su novela autobiográfica, The Bell Jar. 1965 Ariel, la colección de poemas más conocida de Plath, se publicó de manera póstuma dos años después del suicidio de la autora. En el libro hay un poema, “Lady Lazarus”, que aproxima al lector a la sofocación y a la manera en la que la autora ve su intento de suicidio: Dying Is an art, like everything else. I do it exceptionally well. 1973 Ted Hughes escribe diez años después de Plath un poema titulado “Visita”:

Diez años después de tu muerte encuentro en una página de tu diario, como nunca antes, el impacto de tu alegría al saber todo aquello. Luego el impacto de tus rezos. Y bajo esos rezos el pánico de que tales rezos no creasen el milagro, y luego, bajo el pánico, la pesadilla que llegó rodando para aplastarte: tu alternativa, la vieja e impensable desesperación y una agonía nueva revueltas en un infierno familiar. De repente leo todo eso, tus auténticas palabras que salían flotando de tu garganta y lengua para plasmarse en la página. Igual que cuando tu hija, ya hace años, entrando desnortada, mirándome a la cara, perpleja, donde yo trabajaba a solas preguntó de repente, en el silencio de la casa: «Papá, ¿dónde está mamá?» La helada tierra del jardín, mientras la cavaba con las manos. A mi alrededor el gigante reloj de escarcha de aquella medianoche. Y algo dentro, en alguna parte, esperando no sentir nada. Un pulso de fiebre. En algún lugar dentro de la tierra entumecida nuestro futuro intentando acontecer. Alzo la mirada, como deseando alcanzar tu voz con todo su urgente futuro que me ha estallado dentro. Luego vuelvo a mirar el libro de palabras impresas. Llevas diez años muerta. Es sólo una historia. Tu historia. Mi historia.

1965 ¿Qué hay en “Lady Lazarus” que conecta tanto con el lector? La voz lírica es confesional, siempre habla desde la primera persona, de sus experiencias y sus miedos. Es sólo una historia, dice Hughes.

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