Hemingway en todo su esplendor: El viejo y la mar

María Fernanda Gómez Peralta

23 November 2017
«So finally I would write one true sentence, and then go on from there.
It was easy then because there was always one true sentence that I knew or had seen
or had heard someone say.»
- Ernest Hemingway, Death in the Afternoon
El viejo y el mar es un libro simple. Es efímero y verdadero, y lo agradezco profundamente. Hemingway (1899-1961), que  buscaba ser directo y veraz, desarrolló su estilo gracias a los comentarios de Gertrude Stein.  Un hombre que amaba la adrenalina, como puede inferir cualquiera que lea su biografía, fue corresponsal de guerra en varios sucesos que marcaron el siglo xx, como en la Guerra Civil Española, la Segunda Guerra Mundial, el desembarco de Normandía y la liberación de París. El viejo y el mar es la historia de un viejo pescador llamado Santiago y su batalla contra la naturaleza y las criaturas que habitan la mar. Sí, “la mar”, el único personaje femenino de la novela y voluble por el efecto de la luna, “como las mujeres” dice el viejo.
Siempre llamaba al océano la mar, que es como lo llama la gente que lo ama. A veces quienes lo aman hablan mal de él, pero siempre lo hacen como si fuese una mujer. Algunos pescadores más jóvenes, los que utilizaban boyas para los sedales y tenían botes a motor, comprados cuando los hígados de tiburón se pagaban a buen precio, lo llamaban el mar, en masculino. Y hablaban de él como un rival, o un lugar, o incluso un enemigo. Pero el viejo siempre se refería a él en femenino y como algo que concedía o rehusaba grandes favores y que si hacía cosas malvadas y violentas era porque no podía evitarlo. La luna le afecta igual que a las mujeres, pensó.*
Podría contar el desenlace, pero lo importante no es el final sino la narración para llegar a él. El pescador atrapa a un marlín, del cual no alcanza a dimensionar la magnitud hasta que lo ve emerger de la superficie. Pero el marlín es un rival digno, es su hermano, incluso. Podría ser cualquier pescador. Hemingway buscaba retratar gente real y no caricaturas: “When writing a novel a writer should create living people; people not characters. A character is a caricature.”** Esta novela es un retrato de la fauna del Caribe. Mientras la leía, quise pasear en una lancha por el mar del sur de Cuba y ver todo lo que Hemingway retrata. La fosforescencia del mar en la noche, las medusas moradas, las tortugas comiéndolas con los ojos cerrados, un marlín de aleta morado de cinco metros, los tiburones depredadores, el esquife, etcétera. Esta novela es un retrato del oficio de un pescador completamente entregado a su trabajo con un respeto total por la vida que lo rodea. Un pescador que describe imágenes tan bellas y simples a la vez, desde la sensibilidad y cinestesia con la que percibe el mundo.
Le gustaban mucho los peces voladores, pues eran sus mejores amigos en el océano. Sintió lástima por los pájaros, sobre todo por los pequeños y delicados charranes que se pasaban el día volando y casi nunca encontraban nada, y pensó: Las aves tienen una vida más difícil que la nuestra, excepto las rapaces y las más grandes. ¿Por qué habrá pájaros tan finos y delicados como las golondrinas de mar cuando el océano puede ser tan cruel? Es apacible y hermoso. Pero también puede ser muy cruel, y se encrespa con facilidad, y esas aves que vuelan, hacen picados y cazan, soltando tristes chillidos son demasiado delicadas para la mar.*
Los sentidos del viejo pescador son sus guías en su travesía por el mar, para orientarse, para calcular el comportamiento del marlín, para luchar con los tiburones, para no perder la conciencia tras cinco días, para sobrevivir, para tratar de resistirse a la derrota. Y por último, la pureza y el cariño incondicional de Manolín, su aprendiz. Manolín representa mi sentir hacia Santiago al final del libro perfectamente. Es una novela que sin duda trata los tópicos de las novelas marítimas, si eso existe; pero lo hace de una manera tan simple, directa y veraz, que aunque lo marítimo sea ajeno a uno te ves conmovido inevitablemente por la manera de percibir el mundo del viejo pescador, con la humanidad tan devastadora que hay en la persistencia, el arrepentimiento de conseguir lo que quieres, la derrota y, tal vez, la resignación. *Hemingway, Ernest, El viejo y el mar, Debolsillo, 2012. **Hemingway, Ernest, Death in the Afternoon.

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