El eterno retorno de la barbarie

David Velázquez

21 February 2017
“¿Qué haría usted si fuera presidente?”. La pregunta ronda de cuando en cuando entre la gente cada que el malestar se asienta y cuestionamos nuestra situación, o cuando la indignación es tanta que (apenas, sorprendentemente, como si no fuéramos capaces de más) alzamos el grito en el cielo frente al último desvarío de la casta gobernante (“sí merezco políticos capaces, sí merezco políticos capaces…”). Y luego vienen la esperanza, la utopía donde algo puede ser mejor. En esos momentos pensamos que, si de verdad pudiéramos, haríamos las cosas de distinta manera. Pero esa otra gente, los ciudadanos de “primera clase” que pueden acceder a los controles de la cada vez peor lograda sociedad, ¿qué piensan cuando llegan a serlo?, ¿qué secretas visiones motivan su proceder?, ¿a qué círculo del infierno apunta su karma? Quizá nunca lo sepamos, pero ejemplos nos sobran para nombrar las pérfidas corrupciones de que son capaces sus almas. Por fortuna, hay entre nosotros almas de un coraje y una imaginación tan poderosas que pueden aventurar una respuesta. Joe Sacco es uno de estos míticos personajes, un periodista de guerra, alguien con al menos dos de ellas vividas en carne propia, en quien podemos fiarnos para acceder a los rincones más pringosos de la política mundial: ha visto con sus propios ojos los desagües a donde conducen. Este periodista rebelde decidió no escribir sino dibujar estos horrores en el formato impreso más aceptado por la sociedad norteamericana, el cómic, para asegurarse de que al menos así llamaría la atención sobre la decadencia que nos rodea. Pero no hay lugar a engaño: es asombrosa la seriedad y profundidad con que, pese a la liviandad de su formato, es capaz de dotar a sus trabajos. Después de la célebre Reportajes (Reservoir Books, 2012), que narra las vicisitudes de las víctimas de los conflictos bélicos, políticos y sociales en varios rincones del mundo, y de un libro casi fantástico sobre una batalla catastrófica de la Primera Guerra Mundial (La gran guerra, Reservoir Books, 2014), Sacco decide ir directo a la que podría ser fuente principal de los problemas más recientes en el mundo: el intervencionismo yankee. En Bumf, un título proveniente de la jerga estadounidense que remite a cualquier cosa tan carente de importancia como para limpiarse el trasero con ella, Joe Sacco, en un juego lleno de sátira y anarquía, revive a Richard Nixon en la figura de Barack Obama, pero no para comparar a éste con aquél, sino para demostrar un punto: que los escándalos del pasado son hoy moneda corriente, y que lo que debería escandalizarnos es la normalidad con que aceptamos controles y abusos más graves de lo que antaño fuimos capaces: lugares “fuera del mundo” donde los derechos humanos son una fantasía infantil; listas de “enemigos públicos” y opositores políticos a los que se persigue incansablemente; capacidad destructiva horrorizante y, lo que es mejor, a distancia; pérdida de privacidad y aumento de los mecanismos de vigilancia y control públicos; prensa servicial y sin escrúpulos dispuesta a mentir y respaldar “verdades históricas”; corrupción estructural y depravación sexual; la sacralización del poder, que convierte a los gobernantes en “dioses” y “profetas”… Las metáforas de Sacco son sutiles, pero cargadas de simbolismo. Y en tiempos como los que corren, no pueden (ni deben) ser ignoradas. Al principio su juego puede parecer un capricho surgido de la vulgaridad, un mero chiste escatológico, pero a medida que nos adentramos en el universo surrealista que ha creado, reconocemos algunos avatares que no está de más observar desprovistos de la solemnidad con que se nos presentan en otros medios (diarios, radio, televisión, libros de texto), pues el ácido humor de su autor logra destilar la peor pestilencia que tiene cautivos los controles de este mundo.

Bumf, de Joe Sacco, Reservoir Books, marzo de 2015, 128 páginas.