Un retrato en miniatura

América Gutiérrez

01 April 2015

Me invade la nostalgia de volver a ser lo que nunca fui

Patti Smith, Tejiendo sueños.

Para los que seguimos hipnotizados por su voz y su música, pocas son las cosas que se pueden agregar de una mujer o quimera como Patti Smith. Aún retumban en mi cabeza los caballos que me hicieron cambiar el rumbo de mis gustos musicales, sin saber que lo que ella cantaba se llamaba punk. La escuché casi 17 años después de su aparición sobre los escenarios; no pertenezco a su generación, pero cuando oí sus canciones era una adolescente y algo me cambió. Smith ya había librado sus batallas ideológicas y poéticas para cuando mis oídos la descubrieron, pero eso no impidió que creciera con ella. Ser niño no es fácil, buscar en tu pasado para encontrar claves del presente, menos. Patti Smith escudriña en su infancia, en la familia, los lugares y en aquellos rastros de lana que se escapan al viento, la esencia que la hizo ser quien es. Cuántas veces no hemos estados tentados a asomarnos a ese abismo. Patti Smith sale victoriosa de la mano de Genet y Rimbaud. Tejiendo sueños es un libro pequeño: 97 páginas de humanidad, poesía e imágenes. Un breve compendio de reflexiones y obsesiones que a simple vista podrían ser una colección de momentos aislados cuyo único objetivo es navegar libremente entre poesía y prosa. El titulo original es Woolgathering (que significa algo así como andar distraído o ensimismado) el título de la traducción resulta ideal. Además la propia Smith comparte los motivos de este texto: como fue escrito para una colección especial, pensada justo en el tamaño de esos libritos de rezo hindúes que se llevan en los bolsillos. Cuando lees Tejiendo sueños ríes, lloras y “te distraes”. Es un libro que se bebe de un trago, pero que permanece en la memoria del lector, retándolo a desenredar su propia madeja emocional. Este libro es la prueba de que, para alguien como ella, escribir no es algo intelectual, ni silencioso; más bien es algo físico e intenso. La electricidad se siente, el lector arma el rompecabezas de textos aparentemente aislados, con imágenes fantasmales que buscan cobrar vida a la vista del lector. Tejiendo sueños es como un amuleto. Es ese libro que decides guardar en el bolsillo de la camisa y que detiene la bala que tendría que haber pegado en tu corazón.

Por: América Gutiérrez