Una peli por semana: Un viaje personal y cinéfilo a través de 52 historias imperdibles

Redacción Langosta

28 November 2024

Diana Rosalía 

Parece que, en la difusa genealogía de las artes, el cine es una de las formas de expresión creativa y estética más recientes. Esto en caso de que las artes pudieran segmentarse con fronteras bien definidas y lineas temporales claras. Aunque el desarrollo de las tecnologías y compaginación de técnicas que le dieron a forma la producción cinematográfica en su comprensión actual (entiéndase la actualidad como un punto en aceleración frenética), su surgimiento sí se acerca más al mundo contemporáneo que el de la pintura o el teatro por mencionar alguna otra disciplina artística.

 En mi genealogía personal, el cine ocupa un lugar privilegiado. Llegó antes que el gusto por la música. Que por cierto se dio gracias al cine; me obsesioné con Bauhaus gracias a The Hunger (1983) de Tony Scott. Llegó antes que la plástica; le rendí culto a Alien (1979) antes de adentrarme en H. R. Giger. Llegó antes que la literatura; The Witches (1990) me causaba un horror entrañable que Roald Dahl jamás pudo igualar.

 Para una niña de provincia en los noventa que creció con sus padres confiando en la televisión y le dejaron el control remoto sin supervisión (ojo, no lo estoy recomendando), ¡el cine lo fue todo! Fue parte de mi educación afectiva. Y desde ahí, desde lo afectivo, el cine anotó su segundo y definitivo punto en mi vida, por encima de cualquier otra forma de arte. Es quizá mi pasión más desbordad en todos los matices que la afectividad pueda tener. No hay espacio en el que me resulte más fácil desconectarme del mundo o, por el contrario, sentirme más conectada con otros humanos que en una sala de cine.

 Todo esto para llegar a la era del internet. El cual nos permite poder acceder a una cantidad inimaginable de títulos. Lo cual en un primer momento puede deslumbrar, pero si nos dejamos llevar por la vorágine de la indecisión, es probable que caigamos en un abismo de frustración por no saber qué elegir y terminemos por desperdiciar las pocas horas de dispersión que tenemos las personas adultas de hoy en día.

 Si viviéramos en otra época, quizá tomaríamos un periódico para ver que recomienda el crítico de cine en turno. Pero no vivimos en otra época, no tuvimos tanta suerte. De lo que sí tenemos es de que, el mismo internet que trajo esa gran oferta cinematográfica, tiempo después, gracias a las redes sociales, también nos dio una diversidad de voces que hablan de cine. Que si logramos congeniar con alguna de estas voces y sus opiniones, se vuelven nuestra fuente confiable de recomendaciones.

 Entre los creadores de contenido mexicanos que hablan de cine, Jesús Iglesias es uno de los personajes con más seguidores fieles. Si no sabes quién es Jesús Iglesias, te cuento que es el mismo personaje que Peli de la Semana. Peli ha logrado generar narrativas que van más allá de las simples posturas binarias: buena película vs mala película; me gusta vs no me gusta.

 Ha sabido diversificar y entretejer los formatos de sus críticas y reseñas. Pasando de los video cortos en Instagram y Tiktok, a los videos largos de YouTube que podrían ser un videoensayo, al podcast, los cursos y ahora, por fin, al formato de libro. En esta linea temporal - tecnológica que hemos venido siguiendo, el pasar de Tiktok al nostálgico y vintage formato de papel impreso, puede parece un retroceso espacio-temporal, pero no lo es.

 Una peli por semana, 52 películas para entrarle al mundo del cine nos ofrece una de las características más loables del mundo actual: la hibridez. Característica que comparte con el trabajo previo de su autor y con el cine como forma de expresión compuesta de una multiplicidad de elementos.

 El primer libro de Jesus iglesias no es un libro de historia del cine de esos que tratan de contenerlo todo o todo lo más importante (importante según quien lo escribe, claro). Pero sí tiene un orden temporal y en cada una de las 52 recomendaciones aprendí algún dato histórico importante. No es un manual de apreciación cinematográfica que nos dice la manera “correcta” de ver cine. Pero sí nos ayuda a paliar nuestra mirada para que ese “me gusta” o “no me gusta” venga acompañado de vistazos más finos. No es un libro de crítica cinematográfica, pero sí toma una postura con argumentos sólidos sobre cada una de las opciones que ofrece.

 No es un video de Tiktok, pero si le habla de frente a sus interlocutores, pidiendo que pausen la lectura y vayan a ver cierta película antes de continuar o que utilicen el teléfono que tiene a lado para buscar alguna cuestión de relevancia para seguir con su charla. En este sentido, el lenguaje que utiliza se parece un poco a esa forma en que las redes sociales rompen la cuarta pared toda el tiempo, recurso que en el cine parecía sorprendente y ahora nos parece de lo más normal que nos hablen directo desde una pantalla.

 El libro se organiza en 12 capítulos, uno por mes. Como ya he dicho, uno de los criterios que dan forma a este libro, es el temporal. El recorrido comienza con los orígenes del cine. Pero una vez encaminados en el sendero histórico, la travesía da lugar a acontecimientos o conmemoraciones de cada mes, para articular las recomendaciones y llegar a la meta de ver una película por semana. El tercer criterio es el arbitrario criterio personal. Las pelis que Peli de la semana cree que deberíamos ver. Pero después de todo, siempre se escribe desde nuestra propia genealogía. Para muestra, esta reseña.

 Siguiendo la caprichosa narrativa persona, quiero hablar de mis tres capítulos favoritos. Enero. El nacimiento del cine, donde aprendí sobre la serie de eventos, tecnologías y personajes que fueron dando forma al cine y conocí los nombres de algunas mujeres involucradas. Mayo. El expresionismo alemán, donde Jesús analiza algunas de las películas que dieron forma al terror como estética y narrativa. Octubre. El horror, simplemente porque es mi género favorito.

Les invito a echarle un vistazo a este libro que seguro les dejará con una larga lista de películas que no se pueden perder. Y si ya las vieron, encontrarán en el autor una mirada perspicaz que les acompañe a conocer nuevas perspectivas de las obras.

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