André Aciman, reconocido autor de obras como Llámame por tu nombre, ha tejido a lo largo de su carrera una profunda conexión con Italia, convirtiendo a este país no solo en el escenario de muchas de sus obras, sino en un personaje más que influye y moldea a sus protagonistas. Esta relación íntima con Italia se ve reflejada en su más reciente publicación Mi año romano, publicada por Alfaguara, donde narra sus experiencias personales en la Roma de su adolescencia.
Nacido en Alejandría, Egipto, en 1951, Aciman y su familia se vieron obligados a abandonar su hogar debido a tensiones políticas, estableciéndose primero en Italia y posteriormente en Nueva York. Esta experiencia de desarraigo y búsqueda de identidad impregna gran parte de su obra literaria. En Mi año romano, el autor rememora su llegada a Roma en 1960, describiendo cómo, mientras él observaba el puerto de su nueva ciudad, su madre se preocupaba por el equipaje: unas cuantas maletas y baúles que contenían todo su mundo. Acababan de llegar desde Alejandría, dejando atrás su hogar y a su padre en Egipto, situando a André en el rol de cabeza de familia.
Esta estancia en Italia no solo marcó su adolescencia, sino que también dejó una huella indeleble en su narrativa. En Llámame por tu nombre, por ejemplo, la Riviera italiana se convierte en el telón de fondo de una intensa historia de amor entre Elio y Oliver. La descripción detallada de los paisajes, la arquitectura y la atmósfera italiana, no solo ambienta la trama, sino que también refleja las emociones y conflictos internos de los personajes, haciendo que el entorno sea un reflejo de los estados anímicos.
La influencia de Italia en la obra de Aciman va más allá de la mera ambientación. En Variaciones enigma, el protagonista, Paul, transita por diversas etapas de su vida en escenarios que incluyen el sur de Italia, esta vez en una isla de Sicilia. Estos lugares no son solo fondos estáticos, sino que interactúan activamente con la historia, influyendo en las decisiones y sentimientos de los personajes. La elección de estos escenarios italianos refleja la nostalgia del autor por su propia juventud y las experiencias vividas en ese país.
La relación personal de Aciman con Italia es palpable en la autenticidad con la que relata sus paisajes y culturas. Su capacidad para evocar la esencia de lugares como Roma, la Riviera o pequeños pueblos italianos proviene de una vivencia directa y profunda. En Mi año romano, esta conexión se manifiesta en la exploración de su adolescencia en Roma, donde enfrenta los desafíos de adaptarse a una nueva cultura mientras lidia con la ausencia de su padre y la responsabilidad familiar. Estas memorias ofrecen una visión íntima de cómo la ciudad eterna moldeó su percepción del mundo y de sí mismo.
En resumen, Italia no solo es un escenario en las novelas de André Aciman; es un ente vivo que respira y palpita junto a sus personajes. La profunda conexión del autor con este país, forjada a través de experiencias personales y reflejada magistralmente en su obra, invita a los lectores a sumergirse en países italianos que cobran vida propia, enriqueciendo las historias y dejando una impresión duradera en la memoria literaría.