Es indeleble la marca que ha dejado José Agustín en la cultura literaria y popular mexicana. Desde sus inicios --en sus precoces veinte años- con la publicación de La Tumba que fue recibida positivamente por Juan Rulfo y Salvador Novo, pasando por su defensa editorial del rock como arte digno de ser analizado, o de su estudio de las culturas alternativas del México contemporáneo, hasta la crónica literaria de las experiencias con alucinógenos, narrados estos con un tono espontáneo, vulgarmente juvenil y cotidiano, acercando así literatura y realidades de masas no oficiales.
En el 2022 Debolsillo reeditó gran parte de su obra como novelista (La Tumba, De perfil, Se está haciendo tarde), cuentista (La piel derramada) ensayista (La contracultura en México) y periodista (El hotel de los corazones solitarios) con prólogos de Juan Villoro, Fernanda Melchor, Julián Herbert, José Eugenio Sánchez, Diego Enrique Osorno, Francisco Hinojosa, Emiliano Ruiz Parra, Carlos Martínez Rentería (entre otros) y portadas ilustradas por el gran artista Pedro Friedeberg.
Por entonces también se registró un episodio peculiar del podcast de Langosta Literaria. En José Agustín: Memorias de juventud, rock y cultura los tres hijos del autor se reunieron para hablar y revisar la obra de su padre: Andrés (en aquel momento editor de Penguin Random House), Jesús (autor de La melancolía creativa o Breve diccionario del clínico del alma, publicados por Debate) y Agustín (artista y escritor). De la voz de su legado familiar podemos conocer detalles, anécdotas, curiosidades o técnicas y estrategias literarias con la discusión de De perfil, El rey se acerca a su templo, Se está haciendo tarde (mencionada en el episodio como la mejor novela del escritor según Monsiváis, Villoro o Domínguez Michael), Cerca del fuego, La contracultura en México o Vida con mi viuda (libro favorito de José Agustín).
A unos meses de su fallecimiento, retomamos algunos fragmentos de los prólogos de la serie de reediciones mencionada:
Fernanda Melchor en Se está haciendo tarde (final de la laguna):
“Recuerdo, eso sí, que lo que más me impresionó de la prosa de José Agustín fue la sinceridad con la que parecía hablarme de asuntos que me inquietaban profundamente y con un lenguaje que me llegaba a la médula. Los libros y cuentos de este autor me resultaban tan cercanos que, a pesar de toda la evidencia en contra (como las fechas de publicación impresas en las páginas legales de sus libros, o las fotografías en blanco y negro de las contraportadas), pasé años enteros convencida de que José Agustín era un morro como yo, un adolescente igualito a mí, pero infinitamente más talentoso y precoz, pues no sólo había escrito un montón de libros sino que además los había publicado, mientras yo sufría por no poder sacar ni un pichurriento arranque de novela (cuando la realidad era que José Agustín pasaba ya del medio siglo en aquel momento).”
Rulo en El hotel de los corazones solitarios:
“El legado de José Agustín no depende de lo que ha escrito de rock. Su nombre está inscrito en el Partenón de la literatura mexicana, a falta de un mejor nombre, gracias a otras cosas sus novelas, sus cuentos, sus guiones, sus tragicomedias, su biografía. Sin embargo, sus textos musicales no solo son un componente fundamental de su obra y de su personaje, sino que además se sostienen por sí mismos. Es decir, no estamos ante el pasatiempo o el proyecto alterno de un narrador y ensayista consagrado al que hay que acercarse con condescendencia o precaución, al que hay que tolerar por su currículo… Se inició con una columna para el periódico el día en 1967. Poco tiempo después apareció un libro dedicado enteramente a esta: La nueva música clásica. Vinieron colaboraciones para revistas como La piedra rodante y La Mosca, y para suplementos culturales, así como muchos otros libros en los que confirmó su dedicación y su afecto por esta y otras músicas: Contra la corriente, El hotel de los corazones solitarios, La contracultura en México, Los grandes discos de rock 1951-1975, La ventana indiscreta y La casa del sol naciente: de rock y otras rolas. La crítica musical de José Agustín goza de algunas virtudes esenciales: su conocimiento de la música, de su contexto, de sus creadores, su uso irreverente del lenguaje y su sentido del humor.”
Brenda Ríos en Dos horas de sol:
¿Qué le debemos a La tumba? Para empezar, que haya corrido ese tupido velo que se tenía en el panorama nacional con la literatura emperifollada, ambiciosa, presuntuosa de la generación de medio siglo. Gracias, gracias por eso. Otra cosa fundamental es el lenguaje. Es una novela fresca. Y en ese cinismo al que hago referencia se encuentra un fenómeno: no hay nadie más moral que un cínico. Es un vidente decepcionado del mundo anterior, el de los valores. Por eso es un alma en pena.”